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Miguel Fernández Ordóñez: "Se dedicaron a llenar las cajas de ahorros de políticos y amigos"

"Una de las diferencias con otros países es que tenemos una tasa de paro monstruosa y no solo cuando hay crisis", afirma el exgobernador del Banco de España

Miguel Ángel Fernández Ordóñez. EFE

Las librerías tienen fácil promocionar al exgobernador. Claro que él, con permiso de Umbral, viene a hablar de su libro. "Es lo que me interesa ahora", avisa, antes de medio quejarse porque "no todos" los que hasta ahora le entrevistaron leyeron su repaso en 247 páginas de la política económica española del último medio siglo. En menos de dos semanas desde su presentación, Economistas, políticos y otros animales (Ediciones Península) levantó una intensa polémica con el reproche al ministro de Economía en funciones, Luis de Guindos, por su enfrentamiento con el Banco de España por Bankia y precipitar el rescate de 2012 tras "aterrorizar a los mercados". Fernández Ordóñez cita a Borges en el arranque del libro para admitir que uno puede convertirse en enemigo de sus propias opiniones con el paso del tiempo. "En muchas cosas cambié de opinión", asume; "en otras, como esa pelea, no".

¿Necesitaba ajustar cuentas?

En absoluto. Lo que está sacando todo el mundo no pasa de cinco páginas, en las que evidentemente critico un periodo pequeño del Gobierno del PP, los primeros seis meses. Verá también que incluso aparecen cosas del PP que al PSOE le parecen mal y a mí no. Mi objetivo es una reflexión después de 40 años de servicio público y estos últimos cuatro leyendo a economistas muy buenos. Hablo de que tenemos en el país suficiente conocimiento y de por qué no hacemos lo que sabemos que hay que hacer y que otros países hacen.

La crítica al ministro De Guindos es contundente.

Es un pequeño trozo del libro en el que me preocupa por qué se perdió la confianza y llegamos al rescate, que enlaza con dos cuestiones interesantes. El sectarismo, esa idea de que el gobierno anterior lo hizo todo mal y yo vengo a salvar al país, lo que tuvo unos efectos nefastos en los mercados; y la otra, el respeto y, de alguna manera, el aprendizaje en otros países ante lo que dicen los organismos independientes. En aquel momento, el Ministerio de Economía no siguió las recomendaciones del Banco de España, que creo que realizó una supervisión magnífica. El PP lo hizo bien en la oposición, pactando con Zapatero las leyes y el respaldo a una estrategia que, sorprendentemente, luego, cuando llega el nuevo ministro, se denigra, dice que es un error y que él va a hacerlo bien.

Mi pregunta iba más allá. Le dieron desde todos lados cuando salía a hablar de otras reformas. Y en el libro vuelve a hacerlo de empleo, educación, déficit energético...

El 95% de mis intervenciones fueron sobre el sector financiero y las pocas veces que dejé de hablar de él me concentré en el tema del paro. Es una de las diferencias con otros países, que tenemos una tasa de paro monstruosa, no solo cuando hay crisis. Ahora hemos bajado del 26% al 20%, ¿no?

Estamos por debajo del 21%

Los países europeos se ponen nerviosos y hacen planes de emergencia cuando llegan al 10%. ¡Parece que algunos están encantados con tener solo el 21%! Pues es el doble de la tasa que en Europa se considera mala. Hay que aprender de los que lo han resuelto. Para mí, el modelo no es EEUU, no es la flexibilidad, la liberalización, sino los países del norte, donde curiosamente tienen menos paro y salarios más altos. Es muy difícil que los salarios puedan crecer si hay cinco millones de personas fuera pidiendo trabajo. Me asombra que, siendo un problema tan importante, el Parlamento no haya creado en ningún momento una comisión para estudiar por qué pasa esto.

¿Pudo hacer su trabajo con total independencia?

Hasta 2012, sí. Tanto el Gobierno como el PP fueron sensibles a lo que iba diciendo la supervisión del Banco de España.

Sin embargo, cuando uno lee sus explicaciones para diferenciarse del rescate bancario "a lo EE UU", da a entender que estaba atado de manos.

Eso es otra cosa, no por independencia. Lo descubrieron todos los bancos centrales. La legislación prudencial que había, de cuánto capital se exige, cuándo se puede intervenir, etcétera, era muy limitada frente a los bancos. Solo cuando habían incumplido determinados coeficientes se podía intervenir. El error de una ideología ultraliberal que decía que no, que había que dejar que los bancos hicieran lo que quisieran. Todo eso felizmente cambió y el poder que se ha dado a los supervisores es inmenso. No sé si evitará todo, pero el cambio es trascendental.

El Banco de España no quería la fusión de las cajas de una misma comunidad autónoma.

Aunque al principio a todas las comunidades no les gustaban nada las fusiones interregionales, cedieron porque se dieron cuenta del importante problema que generaban en su región. Lo que se hizo, con una astucia importante por parte del Banco de España y que fue recogida y aceptada por el partido del Gobierno y por el PP, fue convertir las cajas en bancos, llenarlas de incentivos y, al ser bancos, la comunidad perdía la capacidad de fusionar. Nadie revisó la posibilidad de que la crisis viniera por las cajas. Se dedicaron a llenar los puestos de políticos, amigos, pero no se pensó qué pasaba si había que intervenir. Pero hay un dicho alemán, "está bien lo que bien acaba", y por eso no tengo mucho interés en hablar de estas cosas. No digo que haya acabado bien la crisis, pero sí los cambios para tratar de que eso no se repita y, si ocurre, les cueste menos a los contribuyentes.

Pues de momento solo se recuperó el 4% de las ayudas. De las directas.

No, no, claro.

¿Eso es acabar bien?

A diferencia de otros países como Reino Unido, Francia, Alemania o Bélgica, las grandes instituciones españolas no recibieron ni un solo euro. Por lo tanto, comparativamente, la crisis española no les costó dinero a los contribuyentes. Lo otro sí, las cajas, gobernadas por políticos y tuteladas por las comunidades, han costado mucho y se recuperará lo que se recupere.

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