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Las Bolsas reflejan miedo y corrigen los excesos causados por tipos al 0%

El superávit de capacidad instalada y la poca demanda desviaron a los mercados el dinero inyectado para reanimar el PIB y el IPC

Las Bolsas reflejan miedo y corrigen los excesos causados por tipos al 0%

Las Bolsas han protagonizado el peor comienzo de año desde 2008 y el índice Standard & Poors 500 acumula la mayor caída en un inicio de ejercicio desde 1928. Al derrumbe de las cotizaciones contribuyen las dudas sobre las economías avanzadas, el miedo a la deriva de China y otros emergentes, el desplome del precio del crudo y las suspicacias sobre la banca.

La venta de activos por la banca para generar capital con el fin de cumplir con los crecientes requerimientos regulatorios de solvencia y las desinversiones realizadas por fondos soberanos de petromonarquías para cubrir los déficits fiscales causados por el desplome del crudo son factores adicionales en la deriva bursátil.

Las vicisitudes bancarias en Portugal, Italia y una entidad alemana, más el temor a la banca griega, alimentan el miedo a otra crisis financiera. Con los tipos de interés en el límite inferior cero y tasas negativas en sus operaciones de depósito en los bancos centrales, las entidades crediticias tienen enormes dificultades para ser rentables, y aún más cuando se les exigen ratios de solvencias más elevadas.

La mora sigue alta mientras los márgenes se estrechan, y a una demanda baja de crédito se suma una expectativa de rendimiento decreciente, en sentido inverso al riesgo de prestar con la economía desacelerando. La compra de deuda soberana, con tipos ínfimos e incluso negativos, tampoco garantiza ingresos. Grandes grupos están muy expuestos a países emergentes y esto también desazona.

El dinero es miedoso y las bolsas son un buen reflejo de ello, aunque las más de las veces sobrerreaccionan al alza o a la baja, según la tendencia. Los mercados se mueven de forma gregaria y hay operadores bajistas que, cuando el ambiente es propicio, sacan beneficio de contribuir a las caídas con las operaciones en corto y al descubierto, apostando contra valores e índices.

A estos factores se suma una corrección natural a la exuberancia impulsada por los bancos centrales. El exceso de capacidad instalada, la caída de la demanda y el alto endeudamiento de la economía supusieron que las elevadas inyecciones monetarias de los bancos centrales no fuesen en esa proporción a inversión productiva sino hacia mercados de activos. El riesgo de generar burbujas es inherente a la política laxa de los emisores de dinero.

Las bolsas, los mercado inmobiliario y de deuda, los fondos de alto riesgo... y las fusiones y adquisiciones (en récord, y que son un modo de reducir capacidad y de mejorar la rentabilidad cuando no hay crecimiento) captaron buena parte de esos recursos y aquellos otros que huían de depósitos remunerados al 0%. Con ello, los parqués se distanciaron de la economía real y ahora, al menor enfriamiento, los inversores sienten vértigo y ajustan a la baja. Pero las Bolsas no sólo son indicadores adelantados de tendencia. También influyen en el ciclo y el PIB: crean expectativas, favorecen el "efecto riqueza" o lo contrario y una menor cotización actúa como un crédito caro.

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