La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Slim, sin miedo a la tormenta ni al ladrillo

El magnate mexicano se refuerza en España buscando el control de FCC y Realia - A la espera de la OPA, incrementa hasta el 30,4% sus títulos en la constructora

Carlos Slim. LP / DLP

En tiempos de tormenta económica, cuando otros empresarios se achantan y buscan refugios seguros para su dinero, es cuando a Carlos Slim le gusta salir a la intemperie. Lo hizo durante la década de los ochenta en su país, México, y trata de replicar treinta años después esa estrategia en España y además en negocios que llevan años en la UVI, como la construcción, con una caída continúa de la actividad y del empleo, y el inmobiliario. El multimillonario lanzó en enero una oferta (OPA) para tener el control de la inmobiliaria Realia y a principios de mes hizo lo mismo para intentar tomar todo el mando en Fomento de Construcción y Contratas (FCC), la constructora que preside Esther Koplowitz.

"En las crisis es cuando menos riesgo hay", ha señalado en las escasísimas entrevistas que concede el también propietario del Real Oviedo, apodado como El ingeniero. Toda una declaración de intenciones. Pero, antes de fijarse en el maltrecho ladrillo español, lo intentó hace unos años con las telecomunicaciones, un mercado que conoce bien. Se llevó un calambrazo. Trató de competir por las licencias de telefonía móvil y terminó por desistir porque las bases de los concursos no le favorecían. Una de las joyas de su imperio empresarial es América Móvil y quería trasladar ese mismo modelo empresarial, que tantos beneficios le ha dado al otro lado del charco, a esta orilla del Atlántico.

El fracaso no le hizo rendirse y aprovechó la crisis para hacer negocio en España. Ahora es a través del Grupo Carso, el mismo con el que entró en el Real Oviedo -también controla el Club León y el Pachuca en México-. En el club de fútbol entró también con una participación minoritaria, pero cuando la situación deportiva comenzaba a encauzarse se hizo con la mayoría del accionariado.

A FCC llegó a bombo y platillo. A finales de 2014, compró a Koplowitz el 30% de la compañía. Pagó 1.089 millones de euros, y le dio un revolcón a la gestión de la constructora golpeada, como el resto, por el estallido de la burbuja inmobiliaria española y los recortes en la obra pública.

Ayer mismo, en vísperas de que se decida la OPA con parte de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), compró en el mercado un nuevo paquete de acciones de FCC, representativas de casi un 1% del capital -alrededor de 3,46 millones de títulos valorados en 26 millones-, con lo que elevó su participación directa en el grupo hasta el 30,45%.

Quienes han hecho tratos con él aseguran que, además de ser un rico austero y poco excéntrico, suele seguir la misma estrategia cuando mete mano en una nueva empresa. Compra, observa durante un tiempo prudencial cómo trabajan los directivos y, entonces, actúa proponiendo cambios, modificando a su gusto la gestión y poniendo a su gente de confianza al frente del barco.

De prosperar las dos ofertas públicas de adquisición sobre Realia y FCC, tendría que desembolsar unos 5.500 millones de euros. Un pellizco para la que es considerada, según la revista Forbes, como la cuarta mayor fortuna del mundo, calculada en más de 53.000 millones.

Slim tiene sus tentáculos empresariales puestos sobre multitud de sectores y actividades. En su cartera de empresarial hay una enorme variedad que incluye las finanzas y los seguros (Inbursa), el tabaco (Cigatam), la hostelería (Ostar), la construcción (Condumex) o la minería (Frisco), entre otras muchas.

Es un firme partidario de la máxima que dice que para tener éxito con el dinero es esencial diversificar el riesgo. Una virtud y un olfato para los negocios que, reconoce, heredó de su padre Julián Slim. Este libanés asentado en México les entregó a cada uno de sus cuatro hijos una cartilla en la que les obligaba a apuntar los ingresos de su asignación semanal, los gastos y cualquier otro movimiento. En esas páginas Carlos Slim se inició en la gestión de sus austeros ahorros y a la temprana edad de 12 años anotó su primera y modesta compra de acciones. Eran treinta títulos del Banco Nacional de México.

Con los años fue curtiéndose en los negocios y perdiéndole el miedo a las crisis. Tanto fue así que en la década de los ochenta, en plena fuga de capitales de su país, devaluaciones constantes de la moneda, tasas de deuda disparadas y una inflación por las nubes, Carlos Slim aprovechó el río revuelto para pescar auténticas gangas. Entre 1982 y 1986, con la tormenta económica arreciando con fuerza, la chequera del magnate mexicano echaba humo. Durante esos años se hizo con participaciones en Sanborns, General Tires, Reynolds Aluminio, Bimex, Fireston, British American Tobacco, Seguros de México, Fábricas de Papel Loreto, Minera Frisco y Química Flúor, entre otras. Cuando la economía mejoró recogió los frutos.

Su entrada en Europa fue, precisamente, por España, con la compra de 900.000 acciones de La Caixa, también con la crisis golpeando con fuerza sobre el sector financiero. Desembolsó algo más de 4,5 millones y acabó convirtiéndose en consejero de Criteria, entidad bajo la que se agrupan las participaciones industriales y los activos inmobilarios del banco catalán.

Ahora, quiere dar otro golpe de timón a sus negocios en España, comprando ladrillo "barato" y esperando a que escam pe.

Compartir el artículo

stats