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Análisis Paraísos fiscales

La isla del tesoro

La isla del tesoro

En la literatura de aventuras del siglo XIX ocupan un lugar destacado las novelas de piratas. Muchas de ellas se desarrollan en pequeñas islas del Caribe. La isla del tesoro, de R.L. Stevenson, es una de las más famosas. Cuenta las aventuras del joven Jim Hawkins y su original amigo, el pirata John Silver el Largo, que buscan un tesoro escondido en una de estas islas. John, además de largo, era cojo y se apoyaba en una muleta para andar. Era astuto y pícaro, tan codicioso y sinvergüenza como cualquiera de los piratas de hoy; pero Stevenson lo caracterizó tan divertido y simpático que resultaba muy diferente a los actuales granujas de altos vuelos.

Los piratas de siglos atrás, Morgan, Drake y otros, disfrutaban de lo que llamaban "patentes de corso"; es decir, licencias para robar otorgadas por la Corona británica. Y protegidos por ellas, asaltaban a los galeones que llevaban a España la plata y el oro desde las colonias americanas. Después de desvalijarlos, escondían los tesoros robados en diversas islas del Caribe: Caimán, Bahamas, Vírgenes Británicas, Anguila, Jamaica, etcétera. Exactamente las mismas que con el tiempo, y siguiendo la tradición, se han convertido en los paraísos fiscales actuales, donde se refugian los nuevos piratas de esta época, a los que también se les ha concedida licencia para robar con garantía de impunidad.

Pero a veces guerras entre bandas, en lucha por el tesoro o por la protección del territorio, provocan conflictos que tiran de la manta y descubren redes mafiosas especializadas en la evasión fiscal y el lavado de dinero negro. El año pasado ocurrió con el escándalo de la FIFA, que puso al descubierto los manejos de toda la directiva de la Federación del Fútbol Mundial, presidida por Blatter y que contaba importantes cuentas ocultas en la isla Caimán. Cuyo nombre reúne las condiciones más apropiadas para convertirse en el gran paraíso de los piratas de ahora y también de los de antes.

La red mundial

Los directivos de la FIFA tuvieron que trasladar apresuradamente sus cuentas ocultas hacia el Caribe, cuando se aprobó la directiva que obligaba a los bancos suizos a informar de sus cuentas opacas. Por lo que se ve a Blatter le dio tiempo y a Bárcenas no.

Esto mismo ocurrió con muchas otras cuentas y sociedades instrumentales que se trasladaron al Caribe, en especial a Panamá, que apoyado por su gobierno se convirtió en el principal "paraíso puente" hacia el resto de paraísos fiscales. Otros paraísos-puente son Luxemburgo, Andorra, Gibraltar, Islas del Canal, Malta, Chipre, etcétera, por citar a paraísos fiscales europeos que conectan a los grandes bancos mundiales con los paraísos más opacos y seguros.

Muchos de los grandes bancos del mundo, los grandes de Wall Street, la City, Singapur, Hong Kong, Shangai, Tokio, Sidney y Auckland extienden sus tentáculos, a través de esas cuentas opacas y sociedades instrumentales, hacia esa gran red, hidra de múltiples cabezas que son los paraísos fiscales del mundo. Algunos de estos grandes bancos son auténticos especialistas de lo que llaman operaciones offshore. Destacan el HSBC, el mayor banco del mundo; UBS, Credit Suisse, Rotschild, etcétera.

Según el Boston Consulting, en datos del 2015, hay escondidos en paraísos fiscales entre 18-20 billones de dólares. Recuérdese que la suma de todo el PIB mundial está alrededor de 86 billones de dólares. Solo en las siete zonas de baja fiscalidad más importantes están depositados 12 billones de dólares, según la consultora norteamericana. Y son: Caribe-Panamá, Suiza, Singapur, Hong Kong, Islas del Canal, Dublín y Luxemburgo.

No es casualidad que en Suiza y Luxemburgo la renta por habitante triplique la media europea. Y que el presidente de Luxemburgo, el poderoso Claude Juncker, después de montar todo este tinglado haya acabado como presidente de la Comisión Europea.

Las consultoras internacionales calculan que el 30% de la enorme riqueza que acumulan todos los billonarios del mundo se ocultan en paraísos fiscales. Allí se mezclan con "fondos especializados" en narcotráfico, terrorismo, mercado de armas y corrupción.

Los "Panamá-papers"

Para sostener estos grandes entramados, los centros financieros de las tax heaven se llenan de despachos especializados en los que trabajan multitud de especialistas en legalizar sociedades instrumentales y opacas para lavar y esconder toda esta enorme cantidad de dinero negro. Los abogados y asesores de estos despachos de negocios de inversión alternan su trabajo con ministerios claves de los gobiernos de sus países. Y desde allí construyen las redes policiales de protección, las conexiones judiciales y políticas que protegen y enriquecen a tanta gente.

Cuentan las leyendas urbanas canarias que en Panamá se ha instalado desde hace años un pequeño despacho, dirigido por un ex gobernador civil de Canarias de la época de la transición, especializado en asesoramiento a sociedades españolas y canarias. Cuentan también que no ha conseguido mucho trabajo, a excepción de algunas hoteleras peninsulares y grandes gasolineras, junto a otras operaciones que aquí se hicieron famosas en su día: el blanqueo de un muelle, de un hospital y de una playa.

Pero a la escala de Panamá estas son operaciones menores, las grandes las lleva un despacho conocido internacionalmente y que cuenta con oficinas abiertas en los principales paraísos fiscales del mundo. Se trata de la firma Mossack-Fonseca, que nació de la asociación del poderoso e influyente abogado panameño Ramón Fonseca y un abogado alemán, Jürgen Mossack, que además de un lince para los negocios tiene aficiones artísticas. Todo un personaje de Graham Green, autor de la novela La danza de las mariposas, que según el propio Jürgen trata de "la estrecha relación entre poder y moralidad". El caso es que esta cooperación tan eficaz entre dos personajes tan complementarios como Fonseca y Mossack ha dado lugar a una gran red de "operaciones encubiertas", que conecta a los bancos de las grandes plazas mundiales con los paraísos de Caimán, Islas Vírgenes, Miami y Panamá.

Hackers contra piratas

Pero algo pasó: guerra de bandas, alarma de agencias gubernamentales o conflicto de intereses, el caso es que unos piratas informáticos abrieron una guerra contra los piratas financieros y fiscales. Piratearon los archivos del despacho de Fonseca y robaron once millones de documentos que afectan a 140 líderes políticos y muchos más líderes empresariales de todo el mundo. Junto a personajes de la cultura, del deporte y del espectáculo, que escondían en Panamá su dinero para evadir sus impuestos. La lista llegó al Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, que ha iniciado su publicación por partes y provocado un gran escándalo mundial.

De las miles de sociedades opacas, 1.200 son españolas. Aparecen desde la familia real a bancos y compañías hoteleras con gran implantación en el Caribe e, incluso, deportistas y artistas muy destacados. Por supuesto hay muchos otros miembros de las élites españolas que no están en Panamá sino en otros refugios fiscales. Y seguro que están ahora moviendo capitales hacia refugios más seguros. Si Montoro abriera una nueva amnistía, España podría hacer fácilmente el ajuste del déficit que nos exige la Unión Europea.

A nivel internacional, el Panamaleaks toca a unos y a otros no. Golpea duramente al círculo de amigos de Putin, a los chinos y a los brasileños. Es decir, a los enemigos. Y solo toca ligeramente a algunos amigos: Cameron, el argentino Macri y el presidente del Gobierno de Islandia. Por eso surge la pregunta: ¿Por qué no aparecen norteamericanos en las listas? Algunos dicen que les dieron tiempo para escapar. Pero Fonseca se pregunta: "¿Quién vulneró la protección? Estamos investigando a los hackers que montaron la operación y creo que se producirán sorpresas".

Los americanos no se han sorprendido y los franceses tampoco. El comisario europeo Moscovici ha hecho unas declaraciones muy duras, que por supuesto no han gustado a Juncker: "Hemos abierto una investigación para ofrecer en un plazo de seis meses la lista negra de los paraísos fiscales. Y proponer duras medidas a la Comisión".

Mientras tanto, Montoro cavila, hace cuentas y empieza a darse cuenta: ¿dónde están los 70.000 millones de euros anuales que le faltan a la recaudación fiscal española, en proporción a los promedios europeos? Quizás también debería pensar que si contara con ese dinero no habría necesidad de los grandes recortes que se han hecho. Por eso hay un viejo dicho que dice: "Los paraísos fiscales producen siempre infiernos sociales".

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