España ha solicitado a la Unión Europea un año más de prórroga (hasta 2017) para reducir el déficit fiscal por debajo del 3% (será el tercer aplazamiento) y el Gobierno en funciones ha elevado sus previsiones de descubierto presupuestario tanto para este año como para el próximo.

Según la nueva estimación del Ministerio de Economía, España cerrará este año con un saldo negativo en las cuentas públicas del 3,6% del PIB (unos 38.923 millones aproximadamente), ocho décimas más (8.640 millones) respecto al 2,8% al que Rajoy se había comprometido en 2013, cuando la Comisión Europea relajó la senda de ajuste español para el cumplimiento del Programa de Estabilidad.

Para 2017 el ministro en funciones, Luis de Guindos, anticipó ayer, en el Congreso, un saldo negativo del 2,9% del PIB (por encima de los 31.000 millones), 1,5 puntos (16.200 millones) superior al objetivo inicial del 1,4%.

Este empeoramiento de las expectativas del descubierto fiscal español se produce tras sucesivos ejercicios marcados por el incumplimiento crónico y que el año pasado, con un déficit del 5% del PIB (54.059 millones), supuso un deslizamiento al alza de 0,8 puntos (8.649 millones).

De Guindos aseguró que, de haber mantenido los objetivos previstos, habría que adoptar medidas severas para bajar el déficit del 5% al 2,8% este año, lo que dañaría a la economía. Los nuevos objetivos establecidos podrán alcanzarse, dijo, sin hacer recortes adicionales, confiando así en que la economía española, aunque está desacelerándose desde mediados de 2015, prosiga la actual tendencia de crecimiento a un ritmo superior al de las economías avanzadas.

La Comisión Europea es conocedora de la nueva propuesta española aunque no responderá antes de mayo. Se ha hablado pero aún no ha sido aprobado, admitió De Guindos, quien no descartó que Bruselas pueda imponer una sanción a España por el incumplimiento presupuestario de 2015.

El nuevo horizonte de déficit para 2016 y 2017 se produce en un marco de revisión de las predicciones económicas, que, aun cuando siguen siendo positivas, son menos optimistas que las que el Gobierno incluyó en agosto en los presupuestos generales de 2016, y que Bruselas ya había alertado de que eran irreales.

De Guindos anticipó el sábado en Washington una revisión a la baja del crecimiento de la economía española para este año y para el próximo. Como ya hiciera en la capital estadounidense, De Guindos ligó ayer la revisión al contagio sobre España de la ralentización de la economía global, de la que nuestro país, dijo, "no es inmune ni ajeno". Como consecuencia de este efecto, la tasa de paro mejorará unas décimas menos de lo predicho (se situará en el 19,9% sobre población activa en 2016 y en el 17,9% en 2017) y la deuda pública se atenuará pero poco: será del 99,1% del PIB este año y del 99%. Las nuevas previsiones del ejecutivo se sitúan ahora más cerca de los rangos de consenso.

El gobernador del Banco de España, Luis Linde, dijo ayer que España entrará en un fase de "menor crecimiento" cuando "estamos todavía lejos de haber corregido" los graves desequilibrios estructurales acumulados. Linde indicó que, tras la "orientación expansiva" de la política fiscal nacional en 2015, "deberá volver a adoptar un carácter restrictivo" para culminar la "consolidación".