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Análisis

Las dos caras del bitcoin

El australiano Craig Steven Wright ha puesto cara a Nakamoto, supuesto grupo creador de la moneda, y se arriesga a una imputación en Estados Unidos

El australiano Craig Steven Wright es la cara del bitcoin, pero el reconocimiento de la autoría también puede ser su cruz, porque podría acabar imputado por un delito en Estados Unidos, donde la criptomoneda es considerada como un atentado contra el dólar.

En diciembre del pasado año los portales digitales de las revistas tecnológicas Wired y Gizmodo publicaron que el hombre que se escondía bajo el pseudónimo de Satoshi Nakamoto era el científico de la computación y empresario Craig Steven Wright, de 45 años. De inmediato la Policía australiana registró su vivienda y su oficina en Sidney y le sometió a un interrogatorio. La oficina fiscal australiana aseguró que la operación no tenía que ver con el bitcoin y que estaba vinculada a un asunto de impuestos. El episodio no ha sido totalmente aclarado y ahora, después de permanecer en la sombra durante años, Wright ha salido a la luz de los medios de comunicación para tratar de demostrar que él y sus colaboradores son Nakamoto, el "emisor" de la criptomoneda más popular del mundo. Wright afirma que lo hace para evitar que circulen más "historias fabricadas" que, según dijo, están hiriendo a la gente que quiere. Es cuanto menos llamativo que una persona que podría ser aclamada como uno de los mayores intelectos informáticos permanezca durante años en el anonimato del mundo virtual y sólo salga sin máscara al real para proteger a otras personas. ¿Pero de qué o de quién?

Los episodios oscuros forman parte del reverso del bitcoin. El informático estadounidense Dave Kleiman, que según las investigaciones de Wired y Gigmodo colaboró con Craig en la creación de la moneda digital, fue encontrado muerto en 2013 en su apartamento de Florida. Su cuerpo estaba en avanzado estado de descomposición, rodeado de botellas de alcohol y junto a una pistola cargada. Gizmodo asegura que Kleiman poseía bitcoins por valor de centenares de millones de dólares, al igual que Wright, al que varios medios le atribuyen una fortuna de 450 millones de dólares en bitcoins.

En circulación hay unos 15 millones de bitcoins. La moneda digital, que no tiene control de ningún organismo regulador, pasó de valer la unidad apenas unos céntimos en 2009 a más de 1.000 euros cuatro años después. Ahora se ha estabilizado y su valor es de unos 390 euros, con lo que el total supone unos 5.800 millones de euros. Un factor clave que determina el valor del bitcoin es su popularidad. Cuanta más gente desea utilizarla, más aumenta su demanda en los mercados de intercambio y la criptomoneda va incrementando su valor. Además, cuantos más negocios, páginas web y servicios empiecen a aceptar Bitcoin y, por lo tanto, más útil sea la moneda, más aún subirá su valor, porque el número de unidades es finito. Por el contrario, una pérdida de confianza en la criptomoneda que haga descender su uso puede hundir su valor. De ahí su volatilidad.

Al no pertenecer a ningún Estado, el bitcoin puede usarse en todo el mundo por igual, se puede cambiar a otras divisas, no tiene intermediarios porque las transacciones se hacen directamente de persona a persona a través de una dirección electrónica, no está controlada por instituciones financieras y a la hora de hacer negocios no es necesario revelar la identidad. Ese último factor ha vinculado a la moneda con fraudes o la compra de artículos ilegales. Es la otra cara del bitcoin.

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