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Entrevista a Octavio Mederos

"La inversión extranjera en Canarias está estancada desde hace 15 años"

"No llegamos ni al 1% de la inversión que recibe España por falta de planificación y de unidad", asegura el socio director de la consultora Codexca

Octavio Mederos en su despacho de a capital grancanaria, con el mapa de África de fondo. ANDRÉS CRUZ

Usted presentó la pasada semana una tesis en la ULPGC en la que analiza diversos casos de éxito en la atracción de inversiones, basada en su experiencia profesional en el desarrollo de una política para Nicaragua. ¿Qué enseñanzas cabe sacar para Canarias?

El objetivo ha sido determinar las motivaciones por las que un inversor extranjero elige un destino frente a otros. Para ello, he combinado el análisis académico y las recomendaciones de los organismos multilaterales con el análisis aplicado de experiencias de éxito de países, regiones y agencias de fomento de las inversiones. Y vemos que hay tres grupos de motivaciones básicas: el clima inversor (sobre todo infraestructuras y recursos humanos), el marco legal y el componente político-institucional. Agrupando más de doscientas variables en estos tres componentes es posible construir una política de fomento de inversiones. Tuve la suerte de poder aplicar esta metodología a Nicaragua al ganar un concurso del Banco Interamericano de Desarrollo y otro del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, que financiaron los trabajos de campo, y llevo mucho tiempo reflexionando sobre su aplicación en Canarias. Y lo primero que se pone en evidencia es que aquí la mayoría de recomendaciones no se cumplen y hay carencias en todos y cada uno de los tres componentes necesarios para fomentar la inversión.

¿Cuáles no se cumplen? Porque según todos los discursos tenemos, por ejemplo, una posición geográfica y unos incentivos fiscales excepcionales.

Lo que dice la práctica es que la fiscalidad es importante, pero cuando tu destino ya ha entrado en una lista corta para una posible inversión. No se decide dónde se invierte por unos incentivos fiscales: ni atraen por sí inversión productiva ni están en primer término para los inversores. Y, efectivamente, Canarias ha basado su capacidad de atraer inversores en sus incentivos fiscales y en otras dos ventajas competitivas que vienen dadas: el posicionamiento geográfico y el hecho de ser Europa. Y eso es lo que se está promocionando. Pero hay pilares internos y externos en los que se debería trabajar con más intensidad. Entre ellos la mejora del clima empresarial: la competitividad de los precios de nuestros puertos, por ejemplo. Todos sabemos, además, que hoy por hoy Canarias no ofrece un marco jurídico claro, porque los trámites son larguísimos. Pero sobre todo tenemos dos carencias básicas: no hay planificación ni consenso interinstitucional. Es decir, carecemos de una estrategia común de atracción de inversiones. Y desde el punto de vista externo también hay deficiencias: no hemos explorado bien el mercado para saber qué inversores hay y en cuáles de esas inversiones podemos ser competitivos. Y todo ello en un tiempo en que hay un flujo mundial de dos billones de euros al año y cada país o región está trabajando en atraerlo.

Y usted cree que las dificultades para avanzar están solo aquí, porque hay un marco que viene dado por la política nacional?

Hay una política para el conjunto del país y un desarrollo en zonas concretas. No es lo mismo invertir en el País Vasco que en Canarias, por eso se crean agencias regionales de desarrollo, que elaboran planes operativos detallados en cada región. En Canarias no tenemos un plan global y lo necesitamos para responder a cuestiones básicas como si nuestros puertos son competitivos, si las universidades están formando al personal que necesitamos, si hay tejido productivo capaz de apoyar estas inversiones, etc. Pero a día de hoy no hay ni plan ni una guía institucional para el inversor. No le acompañamos en el proceso inversor ni en la post-inversión, porque la mayoría de las empresas siguen invirtiendo y creciendo una vez instaladas. El resultado es que Canarias representa sólo el 0,37% de la inversión extranjera directa que llegó a España en 2015: 80,6 de los 21.724,34 millones de euros. Está estancada desde hace quince años y en todo este periodo no ha superado el 1% anual. Uno coge cualquier artículo de los años ochenta y ve que el discurso sobre el posicionamiento geográfico de Canarias es exactamente el mismo, y apenas hemos avanzado desde entonces, sobre todo con África. Y es que tenemos una política basada en el pilar exterior: la promoción; pero no en los pilares interiores: la mejora de la conectividad, los procedimientos o los recursos humanos.

Las características del continente africano, con un enorme desierto enfrente y escasas conexiones internas, ¿no limitan también las relaciones?

Todo depende del objetivo que nos marquemos. Lo primero que deberíamos preguntarnos es qué queremos ser: ¿una estación de servicios para las inversiones que se hacen en esta área del mundo o que la inversiones productivas se hagan directamente aquí? O dicho de otro modo: ¿nos contentamos con que los directivos de las multinacionales que invierten en África vivan aquí y sus hijos estudien aquí, o apostamos por crear en Canarias industrias y estructuras de servicios en las que podríamos ser competitivos? Lo primero no es inversión extranjera directa; que venga Rolls Royce y se instale aquí sí impacta directamente en la economía canaria. Pero, ¿nos hemos preguntado de verdad qué servicios son los que pueden estar aquí y no fuera? ¿Por qué se fue Microsoft a Ghana y no pensó en Canarias, por ejemplo?

O sea, que ser Europa tampoco es una ventaja competitiva frente a los activos de otros destinos africanos.

Ni la condición de europeos ni el posicionamiento garantizan la captación de inversiones. La posición geográfica puede ser una fortaleza o una debilidad. Es decir, no se refiere a una ubicación territorial, sino a una cuestión de costes y eficiencia. Y hoy en día resulta más económico enviar un contenedor de aquí a Rotterdam y de Rotterdam a Dakar, que directamente de aquí a Dakar. Cuando la realidad es esa, no tiene sentido que vendamos la cercanía a África. Y en este sentido, nuestro posicionamiento geográfico es cada vez más débil.

Desde su experiencia profesional, ¿cómo se nos ve desde África?

Mi sensación es que nos ven desde dos puntos de vista. Como una estación de servicios, un 24 horas en el que se pueden consumir diversos productos: dónde puedo venir a hacerme un chequeo sanitario, a comprar, pasar las vacaciones o enviar a mis hijos a estudiar. Y, sobre todo, somos un referente turístico para el África Occidental. Pero no nos ven como una oportunidad para hacer negocios y comerciar. La época de las misiones comerciales y del empresario que compra aquí y vende allá ha pasado a la historia con la globalización y la tecnología. Siempre estamos hablando de África, pero la realidad es que apenas la conocemos, son muy pocos los empresarios hoy presentes en países africanos y las exportaciones a este continente también son escasas.

El Gobierno canario está a punto de adjudicar un Plan de Internacionalización, ¿puede ser la herramienta para avanzar en el sentido que usted apunta?

Se supone que el Plan de Internacionalización va a cubrir algunas de estas carencias, también en atracción de inversiones. Y por eso es muy necesario y una iniciativa positiva. Pero en Canarias la cuestión básica es la falta de unidad institucional. No se comparten ni esfuerzos ni información. Es necesario que todos los representantes institucionales se sienten y hagan un diagnóstico conjunto sobre en qué factores concretos tenemos que mejorar y qué componentes debe tener una política estratégica. Pero a día de hoy no hay un marco estratégico coherente, sólo esfuerzos puntuales. Porque, ¿dónde está el planificador?; ¿quién es? El Gobierno, el Cabildo? Que haya dos islas vecinas compitiendo por atraer inversiones es absurdo: estamos fragilizando aún más un mercado ya de escasa dimensión. No tiene ningún sentido que hasta un ayuntamiento haga un plan de internacionalización. Cada uno por su lado, cuando las inversiones tienen una agilidad y movilidad impresionante y hay inversores para todos los tamaños. Los grandes organismos buscan inversiones claras, rápidas y seguras y cada isla puede tener un componente interesante para atraer inversiones de uno u otro sector. De ahí la necesidad de tener un plan conjunto.

Si contáramos con una política de atracción de inversiones común y cohesionada, ¿estaríamos hablando de otra Canarias?

Haríamos realidad el slogan de la tricontinentalidad de Canarias y caminaríamos hacia su diversificación económica. Una diversificación ya imprescindible, porque el producto turístico está ya maduro y no cabe que crezca más en cantidad, sino en calidad. Sin embargo, seguimos en el mencionado discurso de los ochenta. Y ya es hora de sustituir el discurso de la captación de subvenciones de la Unión Europea por la atracción de inversiones productivas extranjeras.

Y según la metodología de su tesis Análisis para el desarrollo de una política de fomento de la inversión

En seis o siete meses podríamos contar con un buen diagnóstico y, a partir de ahí, elaborar una estrategia de mejora de las distintas variables del clima inversor, el marco jurídico y el componente institucional. Canarias debería dotarse de más medios y reforzar una agencia de atracción de inversiones, en la que concluyan todas las administraciones. Es una cuestión de voluntad política.

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