La superficie agrícola de Canarias es relativamente pequeña. Apenas supone un 18% de la extensión del Archipiélago, es decir, de cada cien metros cuadrados, por ejemplo, solo 18 son de terreno cultivable. Y ocurre que en esa parte tan limitada, en ese escaso 18%, son muchas más las tierras sin labrar que las efectivamente trabajadas. Son alrededor de 90.000 las hectáreas de suelo agrícola que no se faenan, el equivalente a unos 90.000 campos de fútbol, y ello incluyendo los espacios libres junto a las bandas y tras las porterías. En otras palabras: la mayor parte de la superficie agrícola de las Islas en realidad solo es superficie "potencialmente" agrícola.

Gustavo Pestana, uno de los autores de La agricultura canaria a principios del siglo XXI, trabajo que ayer presentó en compañía del consejero regional de Agricultura, Narvay Quintero, calcula que son poco más de 41.400 las hectáreas de terreno cultivable que se están aprovechando en la actualidad. Las restantes 90.000 del total de la tierra agrícola de Canarias, esos 90.000 grandes campos de fútbol, permanecen sin labrar. Para contextualizar aún más estas cifras basta con apuntar, en definitiva, que la extensión sin faenar (entre un 65 y un 70% del total cultivable) es más del doble que la que sí se trabaja. Pestana puntualizó, eso sí, que la mayor parte de las hectáreas ociosas (entre 70 y 80.000) se abandonó hace muchos años, ya desde las décadas de los sesenta y setenta, cuando se dejó el cultivo de cereales y el boom turístico comenzó a arañar población rural. Si el análisis se ciñe a los últimos años, la disminución es de unas 4.000 hectáreas.

En el período 2001-2004 la superficie cultivada era, exactamente, de 45.390 hectáreas, una cantidad que hoy se ha reducido a esas poco más de 41.400. Dos son las razones fundamentales que explican esta última merma en el suelo agrícola en explotación: por un lado, la profunda crisis que ha sufrido el subsector del tomate; por otro, los efectos de la polilla de la papa. En relación con el cultivo del tomate, hay que recordar hasta qué punto llegó la crisis que ha acabado con casi un 83% de las exportaciones que se contabilizaron en el año 2000. En cuanto a la polilla de la papa, Pestana calcula que es la responsable de la pérdida de unas 1.500 de esas 4.000 hectáreas abandonadas en los últimos años. Con todo, el experto puso especial énfasis en que la dinámica de "gran destrucción" de terreno cultivado ha virado ya hacia la estabilización e incluso hacia una incipiente recuperación.

Lo anterior es una de las conclusiones que se extrajeron durante la investigación que subyace en el libro, una investigación que tuvo como base los datos del Mapa de cultivos de Canarias. Este, que comenzó a elaborarse en 1998, ha permitido demostrar que "el campo se mueve".

Pestana ejemplificó esta conclusión precisamente con lo sucedido en el suelo que antes ocupaban los tomateros. Hoy el tomate ha perdido dos tercios de la extensión que ocupaba, pero ello no obsta para reconocer que ha sido ese dinamismo del campo el que ha evitado un mayor deterioro. En resumen, y en palabras del coautor del libro, "la crisis de un sector no implica el abandono de ese espacio", de ahí que muchos de esos terrenos que antes estaban llenos de tomateros cobijen hoy otros cultivos.