El temor a lo desconocido cuando alguien opta por ser su propio jefe y se lanza a emprender para poner en pie sus propias ideas debe tenerse por un incentivo. Así lo estimaron ayer los cuatro reunidos en el II Foro de Emprendedores de LA PROVINCIA / DLP, que abogaron por abandonar la idea del miedo como un elemento paralizador.
Todo lo contrario. El temor al riesgo que se asume debe servir para construir un proyecto más sólidos, para investigar con mayor intensidad el mercado y a la misma competencia para saber qué le falta a la idea y si esta camina por el sendero adecuado. "El riesgo está y tiene que estar", afirmó Julio Pérez-Tomé, consultor de innovación y profesor de Creatividad Publicitaria en la Universidad Complutense de Madrid. De lo contrario, siempre según su opinión, los emprendedores no podrían "desarrollar todas las posibilidades" que ellos mismos y sus proyectos tienen al alcance. "¿Para qué? No tendríamos nada que perder", señaló.
El vicepresidente ejecutivo de Astilleros Canarios (Astican) y CEO de Inerza, Germán Suárez, fue incluso más tajante: "Sin riesgo no hay negocio". Y a esa afirmación añadió la proporcionalidad entre el tamaño del riesgo y el de la rentabilidad que los proyectos pueden ofrecer. Pura ley de mercado, cuanto más arriesgas, más puedes ganar o perder. Eso sí, el CEO de Inerza advirtió de la conveniencia de no echarse más en la boca del que se puede masticar, "hay que tratar de que sea el menos posible, pero tiene que estar", insistió.
Suárez propuso no tomar como amenaza a ese temor lógico que todo el mundo siente cuando se lanza a una aventura que, por controlada que parezca, depende en cierta forma de circunstancias ajenas. Por ejemplo, en una empresa en la que la energía tiene enorme peso dentro de la estructura de costes, las variaciones del precio del petróleo le afectarán de manera notable.
La venda en la herida que crearía una intensa subida del valor de referencia del crudo es precisamente la que traería el riesgo: el miedo a que el proyecto embarrancara por esa circunstancia, haría a quienes la intentan poner en pie afinar sobre la viabilidad de la empresa en todos los escenarios que se presentan como posibles. "No hay que tener miedo al riesgo, te lleva a superarte", expuso el vicepresidente ejecutivo de Astican.
Por su parte, Millán Berzosa, integrante de Media Training Specialist de Google News Lab para España y Portugal, advirtió del peligro de "paralización" en que se incurre si se da al riesgo el papel protagonista en el proyecto. Al contrario, aconsejó sacudírselo, pero no hasta el punto de no percibirlo, porque hacerlo "está bien, significa que hay conciencia" sobre lo que se está llevando a cabo. "Entre realismo y soñar", abogó por lo último y hacerlo a lo grande como debe hacerlo un estudiante, "ir a por la matrícula para asegurar el notable".
Para Juan Cano, productor ejecutivo de Sur-Film, es necesario despojarse del miedo para poder seguir aprendiendo de todo lo que se tiene alrededor. "Desde luego hay que arriesgar", expuso sobre la necesidad de asumir algún peligro si quieren llevarse adelante las ideas para hacerlas reales. De hecho, consideró que no hacerlo significaría no disfrutar de la profesión que tiene cada uno.
Desde ese punto de vista, incluso la existencia de una empresa competidora que hace algo mejor que la nuestra se revela como un elemento que no viene sino a hacer que aprendamos e, incluso, mejoremos el nivel que ella marca. Es el mejor método para que un proyecto crezca.
Cruzar la línea es fundamental, de hecho el único camino para poder dar a las ideas el papel relevante para el que nacen en las cabezas de los emprendedores. "Hay que pasar al otro lado y aprender de los maestros que existen en el ámbito de nuestra profesión", señaló Cano, quien recientemente pudo hacerlo de primera mano con el desembarco en la capital grancanaria del equipo de producción y rodaje de Allied, la película dirigida por Robert Zemeckis, que trajo hace dos semanas a la Isla a Brad Pitt y a Marion Cotillard.
El factor del miedo a asumir el riesgo es de hecho uno de los principales hándicaps que tienen los emprendedores para lanzarse a poner en pie una idea. No obstante, ninguno de los reunidos allí optó por aconsejar convertir en negocio un proyecto que está en la cabeza sin importar nada más. Al contrario, señalaron la importancia de minimizar el riesgo, labor que de hecho es la que hay que acometer cada vez que se detecta alguno de ellos.
