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El dinero huye a los refugios

El miedo a la marcha del Reino Unido, la desaceleración global y las dudas sobre China reactivan las primas de riesgo y llevan la liquidez al estancamiento

El dinero huye a los refugios

Una diabólica convergencia de factores hostiles está reabriendo la inestabilidad financiera internacional y neutralizando el efecto pretendido de las apuestas monetarias expansivas sin precedentes de los bancos centrales.

Los mercados de deuda en la eurozona se están volviendo a fragmentar con el retorno a la divergencia de los tipos de interés de los bonos y de las primas de riesgo, con alzas en las economías del sur de Europa (caso de España) mientras que Alemania sigue los pasos de Suiza y Japón y, por vez primera en la historia, su bono con vencimiento a diez años entró en negativo. Ayer también lo hizo, en algún momento del día, el bono suizo a 30 años. Este hito, sin antecedente conocido, denota que el dinero huye a refugios considerados seguros aun al coste de incurrir en pérdidas controladas.

El esfuerzo del Banco Central Europeo (BCE), con su inmensa fabricación de dinero (80.000 millones de euros mensuales) y la adopción de tipos oficiales de interés en el 0% y negativos para la banca, está encallando.

Objetivo incumplido

Su objetivo era poner fin a la fragmentación de los mercados soberanos y de la cadena de transmisión de su política de tasas de interés, disuadir la colocación de capitales en renta fija, favorecer, por contra, la renta variable (con el consiguiente efecto riqueza y ayuda a la financiación de las empresas), alentar el movimiento de dinero en oposición al ahorro inmovilista (y el aumento de su velocidad de circulación) y favorecer el alza de la inversión productiva. Pero lo que está ocurriendo es justo lo contrario a lo pretendido.

La inquietante incertidumbre causada por una anómala "conjunción astral" de ralentización global (Fondo Monetario Internacional, OCDE y Banco Mundial han revisado varias veces desde enero sus previsiones de crecimiento económico hasta situarlo en el nivel más bajo desde el año 2009); notable caída de los intercambios internacionales, según la Organización Mundial de Comercio (OMC); riesgo de que el Reino Unido opte el jueves por abandonar la UE (brexit) y aliente una tormenta de inestabilidad cambiaria, geopolítica y soberana, entre otras turbulencias; los renovados temores por el elevado endeudamiento de la economía china (sobre lo que volvió a alertar esta semana el FMI) y las dificultades de otros países emergentes, los datos mediocres de la creación de empleo y la producción industrial en mayo en EE UU, y la incomparecencia de la inflación, pese a que los precios de las materias primas han recuperado desde febrero parte del terreno perdido, dibujan un escenario incierto.

Y la consecuencia de todo ello es que se reactivan las primas de riesgo y los mercados vuelven a discriminar entre países por sus fundamentos económicos y niveles de endeudamiento público y privado, las bolsas caen, los fondos en renta variable europea llevan cuatro meses y medio de reembolsos (la peor racha desde 2008), la demanda de oro se dispara, el dinero se esconde y el capital -pese a las ingentes inyecciones monetarias de los bancos centrales- opta por esperar.

Commerzbank podría acumular miles de millones de euros en sus cámaras acorazadas, según Reuters, para eludir los tipos negativos que el BCE impone a las entidades por aparcar su liquidez. El sector asegurador mantiene en efectivo 23.800 millones a la espera de que el horizonte despeje y porque no atisba opciones inversoras nítidas. Hay más ejemplos.

Más de 2,8 billones de euros en bonos públicos de la Eurozona están cotizando en negativo, según Bloomberg, y cada vez es más evidente el riesgo de una burbuja de deuda soberana en países juzgados como seguros, con precios muy altos de sus bonos y rentabilidades por ello muy bajas.

De modo que, según Bank of America Merrill Lynch, las carteras de inversión están saturadas de liquidez (el nivel más alto desde 2001) sin que gestores e inversores tomen decisiones. Consideran que los precios de bonos y acciones están altos y que el riesgo de invertir, también.

Todo esto se parece mucho a un cuadro definido por los keynesianos como "trampa de liquidez": por más dinero que se inyecte en la economía, no hay circulación y tampoco se genera demanda. BCE, FMI, OCDE... están pidiendo por ello más inversión pública.

La Reserva Federal de EE UU y el Banco de Japón acaban de mantener sus políticas: acomodaticia en EE UU y muy expansiva en Japón. Lo han hecho porque sus propias economías no evolucionan como desean y porque temen que una escisión en la UE genere ondas expansivas globales que alcancen a sus territorios.

El BCE aún tiene dos motivos adicionales para preocuparse. Si Reino Unido consuma su marcha de la UE, la libra intensificará su caída (se teme un desplome) y el euro escalará, desautorizando los designios del BCE. Y si la creciente demanda de bonos alemanes se disparase por el pánico y su rendimiento se hundiese por ello más allá del -0,4%, el BCE, según sus normas, no podría seguir adquiriendo deuda de la mayor potencia europea (el bono más seguro de la Eurozona) salvo que aumente el tipo de interés que cobra a la banca (hoy, en el -0,4%), lo que pondría al sector financiero europeo aún más contra las cuerdas.

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