El interés del bono español con vencimiento a diez años marcó ayer un mínimo histórico al bajar en algunos momentos del 1%. Ocurrió en el mercado secundario donde se negocian los títulos de deuda pública y donde las compras masivas protagonizadas por el Banco Central Europeo (BCE) están llevando las rentabilidades de la mayoría de los países europeos a niveles ínfimos, incluso negativos en el caso de Alemania (-0,11%).

El interés que se fija en ese mercado marca la pauta de lo que ocurre luego, cuando, en el primario, el Estado español emite bonos para pedir dinero. De modo que en situaciones como la actual el país abarata sus costes financieros. Ayer, los inversores llegaron aceptar rentabilidades del 0,99% en el bono a diez años, algo inédito, aunque al cierre el interés repuntó hasta el 1,02%.

La rentabilidad exigida por prestar dinero a España a diez años estaba en el verano de 2012 en el 7,7%. Los inversores han recuperado confianza en la economía española, pero eso no justifica tan exigua rentabilidad; la clave está en la intervención del BCE.

Las compras masivas de títulos que el eurobanco intensificó desde abril están hundiendo los tipos al estimular la demanda de títulos para practicar la siguiente forma de especulación: los inversores no compran los bonos para retenerlos hasta su vencimiento e ingresar los intereses, sino para revenderlos con plusvalías en el mercado secundario, donde las adquisiciones del BCE provocan una espiral de precios que conlleva a su vez un descenso de las tasas de interés. El BCE ha invertido ya casi 112.000 millones en deuda española.