La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Crecer sin Gobierno

La clásica elasticidad de la economía española ante los estímulos, la ayuda de los "vientos de cola" y los ajustes para la competitividad mantienen el ritmo de avance

Tras nueve meses con un Gobierno en funciones y sin plenos poderes, y dos elecciones generales consecutivas, la economía española crece a una tasa del 0,8% trimestral, el mismo ritmo al que avanzó en la segunda mitad de 2015, cuando había un Ejecutivo en firme y con mayoría absoluta. El año pasado, España fue el sexto país con mayor crecimiento de la Unión Europea (y no el primero, como se dijo) y fue entonces cuando sufrió una desaceleración de dos décimas a mitad de ejercicio. Ahora es la segunda economía que más avanza de la UE.

Desde la primera semana de enero, y a la vista de la incertidumbre y falta de mayorías para la formación de Gobierno, abundaron los testimonios que aseguraron la existencia de indicios inequívocos de retroceso económico (lo dijo incluso el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro), pero esto no fue respaldado por los datos oficiales ni por las estimaciones de organismos públicos y privados, y lo desmintió el titular de Economía, Luis de Guindos. En febrero se afirmó que había fuga de capitales, y lo negó el Banco de España. Y en la primavera se sostuvo que la inversión estaba cayendo, y el Instituto Nacional de Estadística (INE) acreditó este jueves todo lo contrario: creció con fuerza entre abril y junio.

La ausencia de un Gobierno efectivo durante meses es una anomalía y una prolongación excesiva tendría costes, pero los efectos no son tan tremendistas ni inmediatos. Al final, la economía importa más que los gobiernos, aunque influyan y condicionen.

Bélgica estuvo sin Gobierno año y medio en plena crisis (entre 2010 y 2011) y mejoró el déficit y el paro. E Italia vivió en los peores años de la Gran Recesión uno de sus muchos episodios de inestabilidad política prolongada sin que sus magnitudes se deteriorasen por ello más que las de otros países del sur. Por el contrario, Reino Unido acaba de solventar con prontitud su crisis de gabinete y, pese a ello, los síntomas de frenazo en su economía, dañada por la decisión de abandonar la UE en 2019, forzó en julio a intervenir al Banco de Inglaterra, que sopesa otras actuaciones para atemperar el deterioro.

Elasticidad. La economía española es muy elástica: sobrerreaciona a las alzas y a las caídas, y maximiza los efectos de las perturbaciones, ya sean positivas o negativas. De manera que en periodos alcistas crece mucho y tiende a crear mucho empleo, y en las fases de corrección se derrumba y destruye más ocupación. Esta extremosidad le lleva a ser más sensible y responder con fuerza a los estímulos internos y externos. Pasó en los años 60 tras los ajustes y reformas de 1957-1959; entre 1985 y 1992, tras las reconversiones y liberalizaciones de los primeros 80; de nuevo entre 1994 y 2008, tras la recesión de 1992-1993; y otra vez ahora con los llamados "vientos de cola" (los factores externos favorables) y la devaluación interna. En todos los casos, la economía rebotó al alza. Ahora también lo está haciendo. Y ésta es la singularidad: la intensidad de la recuperación y no la recuperación en sí, que en España comenzó a partir de 2013, a la vez que lo hizo la media europea y de la OCDE. El patrón temporal es análogo -hay un acompasamiento en el ciclo, como es lógico en economías muy abiertas- y sólo difiere el diferencial de avance.

Regresión a la media. Se está produciendo también un efecto estadístico conocido como regresión a la media: comportamientos excepcionales en un sentido tienden a ser corregidos -salvo que se entre en una espiral deflacionista a la japonesa- por resultados que rectifican esas desviaciones en la orientación opuesta. El mayor desplome español durante la crisis también fue consecuencia del abuso de un crecimiento desaforado y sobreendeudado en el que se había incurrido durante la larga etapa de prosperidad previa.

Devaluación interna. La devaluación salarial y otras medidas introducidas en las economía española, sobre todo con la reforma laboral de 2012, están actuando como remedo de las antiguas devaluaciones de la peseta, que tanto contribuyeron a las rápidas recuperaciones españolas tras las crisis del pasado. Ambos son métodos de empobrecimiento de la población para ganar competitividad externa.

Compartir el artículo

stats