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Un canario en la pirámide del 'unete'

El empresario, afincado en Arrecife, aparece como investigado en la instrucción de un supuesto caso de estafa

El empresario afincado en Lanzarote José Manuel Senra.

Francisco José Senra asegura que si ha cometido algún delito es el de "ser un buen vendedor". Este empresario radicado en la capital de Lanzarote es uno de los 22 investigados en la causa que la Audiencia Nacional instruye por la supuesta estafa piramidal y blanqueo de capitales ideada por el valenciano José Manuel Ramírez. Según las indagaciones, casi 50.000 víctimas de diez países habrían reportado a la trama 50 millones de euros.

"Esta persona dice en su descargo, y tiene todo el derecho a mentir, que él era un mero promotor y que desconocía lo que había detrás", señala sobre Senra el abogado de la Asociación Nacional de Afectados de Internet y Nuevas Tecnologías (Anfitec), Manuel Carlos Merino. Para este letrado, no cabe duda de que la estructura ideada por Ramírez responde al "esquema Ponzi", en el que se basa toda estafa piramidal.

Hasta que el tinglado contó con una base sólida, quienes entraron pronto en él percibieron casi el triple de la inversión, tal y como se les había prometido. Cuando los cimientos se fisuraron, el empresario valenciano inventó el unete, una moneda virtual que equiparó al dólar y presentó en Internet como un elemento de pago de corte social que lograba solventar las comisiones de la gran banca.

"Es lo usual", relata Merino, "cuando llega el colapso de la estructura, se echa la culpa al sistema, que se resiste a aceptar algo tan beneficioso para el conjunto de la sociedad. Tratan de ganar tiempo y después inventan el unete, que no es más que una huida hacia adelante, porque realmente no puede cambiarse en ningún sitio".

"Herramientas informáticas

Cuando y por qué llegó el final requiere remontarse al inicio. Francisco Senra sitúa allá por 2008 la génesis -"nosotros entramos en 2012", apunta como prueba de buena fe- y explica que lo que se comercializaba era "una serie de herramientas informáticas".

La inversión de los supuestos estafados pasaba por el abono de una elevada cantidad de estas que a su vez tenían que revender para recuperar su dinero y alimentar a los niveles superiores de la pirámide. Además, adquirían el compromiso de insertar publicidad online cantando las bondades del producto y los altos réditos que reportaba. Esa era la principal vía para adoptar a nuevos incautos.

Según Senra, esa publicidad "generaba un tráfico" (visitas) a la página web de Ramírez que este a su vez vendía "a distintas empresas que pagan por estar situadas" allá por donde pasa un alto número de internautas.

Hasta ahí todo funcionaba con limpieza dentro de los cánones de lo que Senra denomina "marketing multinivel, que es perfectamente legal (...); si estábamos ahí es porque creímos ciegamente que era así". Sin embargo, según la investigación, Ramírez y su pareja, Pilar Otero -ambos en libertad tras pagar 150.000 euros de fianza-, paralelamente crearon una estructura de empresas pantalla que permitía que los beneficios viajaran a Malta y Letonia antes de saltar a San Vicente de las Granadinas y Panamá, es decir, paraísos fiscales.

La operación Faraón contra el blanqueo de capitales desarrollada por la Policía Nacional se saldó con el bloqueo de una cuenta en Letonia, lo que dejó congelados "más de 20 millones de euros", explica Carlos Merino. Eso coincidió en el tiempo con la denuncia de uno de los programadores informáticos de Ramírez al que a esas alturas ya le llega el hedor a negocio sucio. El golpe a la liquidez y la caída en picado del prestigio ahuyentaron la posibilidad de nuevos inversores y el castillo de naipes se desmoronó rápidamente.

El empresario valenciano dejó de poder hacer frente a sus compromisos de pago e inventó el unete como sustituto del dinero que no puede abonar. "Desde ese momento yo dejé de vender los productos", asegura Senra, que afirma que en todo este tiempo no han faltado quienes se han dirigido a él para hacerle llegar su disgusto; "pero con la empresa que dejó de pagar, no conmigo", matiza.

El empresario afincado en Arrecife niega ser "cabecilla de nada" y se muestra seguro de que así lo está demostrando la instrucción del caso. "Era más la gente que venía pidiendo [entrar] que aquella a la que yo se lo ofrecí", sostiene.

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