Las acciones de Samsung Electronics cayeron ayer un 8,04% en la Bolsa de Seúl tras anunciarse la suspensión global de ventas y reemplazos de su teléfono Galaxy Note 7 ante el peligro de igniciones espontáneas a causa de baterías defectuosas.

El gigante surcoreano de la electrónica instó a los propietarios de los terminales a que los apaguen y no los usen. Samsung comenzó a vender el teléfono el pasado 19 de agosto, pero a principios de septiembre anunció una retirada sin precedentes tras informarse de más de una treintena de casos de igniciones en algunos terminales en diversos países.

A la llamada a revisión le siguió a mediados de septiembre la entrega de reemplazos que, no obstante, varios medios han informado que han sufrido incendios en Corea del Sur, Estados Unidos o Taiwán, lo que ha llevado a la compañía a pedir a operadoras y minoristas de todo el mundo a que cesen las ventas y reemplazos.

Samsung ofrecerá a los clientes que han comprado el teléfono Galaxy Note 7 la posibilidad de recuperar su dinero o cambiar el aparato por otro modelo con una compensación si fuera más barato, explicaron fuentes de la compañía en España. Samsung prepara un procedimiento, que estará listo en cuestión de días, para que los clientes conozcan los trámites a seguir para devolverlo.

Aunque la compañía surcoreana no precisa cuántos teléfonos Galaxy Note 7 han llegado a manos de clientes españoles, las fuentes consultadas apuntan que su número es reducido porque la venta se paralizó antes de su lanzamiento oficial, que estaba previsto para el 9 de septiembre.

Únicamente los compradores que hubieran solicitado el aparato durante el periodo de preventa pueden haberlo recibido. Los Galaxy Note 7 se podían comprar en España a través de operadoras de telefonía en algunos comercios y en la tienda en internet de Samsung.

De las grandes operadoras españolas, sólo Vodafone había entregado aparatos de este modelo, aunque paralizó la venta en cuanto se conocieron los problemas del teléfono y se facilitó la devolución a los compradores. Orange no había entregado ningún aparato y Telefónica ni siquiera lo había incluido en su catálogo.