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El cava catalán, termómetro de España

El consumo del espumoso es un indicador de la salud económica del país

El cava catalán, termómetro de España

Cuando el cava va bien, España va económicamente bien. En vez de enfrentar a los catalanes con los demás españoles, es un termómetro para medir cómo llegan todos a fin de mes. Eso además de animar la charla del aperitivo, invitar al brindis del almuerzo e incluso acentuar la belleza por su alto contenido en antioxidantes celulares, certifica Joan Juvé, presidente de Juvé & Camps, la firma de alta gama de estos espumosos catalanes, que celebra este año las 50 primeras vendimias de su emblemático Gran Juvé & Camps, elaborado con uvas macabeo, chardonnay, parellada y xarelo.

El cava es un buen indicador del estado de ánimo de España. "Si se vende cava durante Navidad es que la economía va bien, si se reducen las ventas es que algo va mal", resume este viticultor de 74 años que heredó de su abuelo el amor por los viñedos y se lió la manta a la cabeza en la década de 1970 para recorrer toda España con las botellas que fabricaban su padre y su tío, Josep y Joan. No era una tarea fácil porque los restauradores apenas apreciaban el glamour y la elegancia de una bebida que en sus orígenes era considerada como una mera imitación del reconocido mundialmente champán francés.

"Aún hoy en día hay gente que cree que el champán y el cava son prácticamente lo mismo", explica el presidente de Juvé & Camps, para distinguir el espumoso francés, producido a partir de los tipos de uvas chardonnay, pinot noir y pinot meunier, del cava catalán que sale de uvas autóctonas como xarelo, parellada y macabeo, un coupage pleno de antioxidantes, con propiedades antiinflamatorias y digestivas por su composición carbónica. "También hay cavas de chardonnay y pinot noir", admite Juvé, pero no son champán porque no se producen en la denominación de origen de la Champaña, la lluviosa y fría región francesa de Reims, cuna del más prestigioso y reconocido vino con burbujas.

El consumo de estos dos tipos de espumosos, reyes del mantel en Francia y Cataluña, no ha calado en el resto de España, donde solo triunfa como bebida típica navideña aunque en los últimos años se está haciendo un hueco en los brindis de los aperitivos más selectos. "No es nada raro que el cava haya tardado en ser reconocido en un país como este que tiene tan buenos vinos, sobre todo, tintos", admite Juvé quien ya ha pasado el relevo de sus tres bodegas en el Penedés a la cuarta generación que viene de su abuelo Joan Juvé Baqués, fundador de la bodega familiar junto a su esposa, Teresa Camps Ferrer, que lanzó en 1921 desde las cavas subterráneas de la casa familiar el primer espumoso Juvé de Sant Sadurní d´Anoia. "Siempre hemos sido buenos catalanes y buenos españoles y nuestro gran objetivo ha sido hacer negocio con el mejor producto posible", resume.

Las uvas de Juvé crecen en 280 hectáreas de viñedos ecológicos que vendimian a mano 150 empleados. Más del 80% de su producción se queda en España pero ya entra en las mesas más selectas de Estados Unidos, Perú, Noruega, Reino Unido y Japón.

Gran Juvé & Camps, que se elabora sólo en las añadas más excepcionales de las viñas de la propiedad de Espiells, es el emblema de la marca que se dio a conocer tímidamente en todo el mundo en 1976 cuando lanzó el Juvé & Camps Reserva de la Familia, un 'brut nature' sin azúcares añadidos de uvas macabeo, parellada y xarelo del que se exportan cada año al extranjero más de 700.000 botellas.

"Vamos a tener que limitar las ventas en el exterior ", avanza Joan Juvé, "porque son cavas reserva y no tenemos la producción suficiente para la demanda nacional e internacional", añade no sin antes reconocer que la crisis golpeó con fuerza a la empresa familiar desde 2008, cuando los pedidos de cestas de Navidad cayeron en picado. "Fueron años difíciles", admite, "pero desde finales de 2013 hemos vuelto a ver la luz al final del túnel", continúa este viticultor que espera cerrar este año con un incremento de las ventas del 3% para cerrar 2016 con una facturación que rondará los 24 millones de euros.

Tanto Joan Juvé como su hija Mertitxel Juvé, consejera delegada de la empresa, descartan que la inestabilidad política vaya a afectar al consumo navideño de cava y niegan haber sentido un descenso de sus ventas por el boicot al cava promovido hace unos años por sectores antinacionalistas. "Nosotros vendemos un producto premium y estamos muy satisfechos con la demanda de este cava en el resto de España", zanjan con los datos de sus ventas, el 42% de las cuales se quedan en Cataluña y otro 42% se reparte por el resto del país. Los paladares más gourmets del planeta se beben el 16% de la producción restante.

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