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Entrevista

"Los sindicatos deberían arropar más a los trabajadores"

José Pepe del Toro Augusto, cofundador de Comisiones Obreras en Canarias, añade que "ya no se implican tanto", las centrales sindicales

José del Toro. JOSÉ CARLOS GUERRA

¿Cómo comenzó su militancia sindical en plena dictadura?

Vengo de una familia de trabajadores. Mi padre fue periodista y fundó una imprenta familiar en Vegueta que después trasladamos a Miller Bajo. Era anarquista, como mis tíos, pero muy cercano a los comunistas, a los obreros. Antes de la Guerra Civil, intentó crear aquí la Federación Obrera Canaria, que sólo fructificó en La Palma; afrontó un consejo de guerra por un delito de imprenta cuando gobernaba la derecha en la II República y, al estallar la Guerra Civil, fue uno de los que pidió armas al gobernador civil para defender la democracia, así que después sufrió bastante represión.

De tal palo...

Sí, de ahí me viene el asunto, pero lo que decidió meterme en esta lucha fue la detención, juicio y ajusticiamiento, aunque fue un asesinato, de Juan García Suárez, El Corredera, entre el 58 y el 59, después de más de 20 años de luchar contra el franquismo. Era un adolescente de 14 años, pero aquello me impactó. Mi familia y algunos amigos, republicanos en general, creamos un frente de ayuda para el juicio.

Y después, un sindicato.

Empecé a militar en el Partido Comunista de España (PCE) y en Comisiones Obreras (CCOO), en la clandestinidad, al mismo tiempo, a mediados de los 60. El sindicato estuvo primero bajo la tutela del partido, después empezamos a ser mayorcitos. El primer número del periódico de los obreros, un órgano de CCOO que se llamaba Tierra Canaria, salió en 1965.

Época dura para la izquierda...

Aquí, en Canarias, hubo una represión espantosa, se calcula que después de la Guerra Civil se cargaron a más de 4.000 personas que todavía están en los pozos... Me detuvieron, pero fue muy breve, en el 62, cuando lo de Canarias Libre. En el Primero de Mayo del 66 hubo 22 detenidos, pero afortunadamente no me cogieron. Fue la manifestación de las banderas rojas, porque el bote de vela latina Alcorde era todo de ese color, se colocó a la altura del parque San Telmo y se armó el belén.

Y no sería la última vez.

Toda la década del 60 fue muy importante en las luchas obreras, pero las principales fueron la huelga portuaria y los sucesos de Sardina del Norte del 68. La huelga de 3.000 trabajadores portuarios paralizó La Luz durante tres días en febrero y quisimos quisimos celebrar el Primero de Mayo en abril para despistar a la policía franquista, pero nos detuvieron a 25 o 30 y estuvimos seis días en la cárcel. Y en Sardina, habíamos estado ayudando a los compañeros de una compañía de asfaltado de carreteras que llevaban cuatro meses sin cobrar, y en ese momento no existía el seguro de desempleo, porque los empresarios se habían marchado al extranjero. Fue el detonante de la lucha más importante del movimiento obrero en Canarias después de la Guerra Civil. Convocamos una asamblea, donde también tratamos el robo de agua a los campesinos por parte de los aguatenientes, y estalló un enfrentamiento con la Guardia Civil. Me condenaron a dos años y cumplí 19 meses en ocho cárceles, sobre todo en Palencia.

El frío castellano sería el menor inconveniente...

También hay un mes de calor terrible. Hubo de todo en la cárcel. Estuve nueve días en huelga de hambre en Gran Canaria porque nos querían dar un abogado militar para los 25 encausados, que luego fueron 20 condenados. También llegaron a la cárcel dos camaradas del partido totalmente averiados, medio muertos por las palizas. No me pegaron en prisión, pero sí en la comisaria. Aquí, fue bien, más o menos, porque nos conocían y teníamos la ayuda solidaria de la gente. Por ejemplo, las mujeres, novias y hermanas se encerraron en la catedral, primero en una Iglesia del Estado. Tuve mi primera experiencia negativas cuando llegué esposado a la frontera de Cádiz. Llevaba las obras completas de Galdós, que me gustaba mucho, y un cachito de animal quería tirarme los libros, hasta que llegó un sargento, porque tenían la tapa de color rojo...

¿Y después de la prisión?

Empecé a trabajar en el sindicato de artes gráficas en el 70, pero los verticalistas me vetaron en el 71. Desde el 66 combinábamos el sindicalismo de calle con el legal, con lo que se llamó el entrismo. Y la candidatura de CCOO en la clandestinidad, con parte de compañeros de Unión General de Trabajadores (UGT), ganó las elecciones del 75 por mayoría absoluta. Siempre trabajé en el área de artes gráficas, que era un colectivo bastante reivindicativo, y fui el secretario general del sector durante más de treinta años, en la clandestinidad y en la legalidad.

¿Qué diferencias destaca entre el sindicalismo de entonces y de ahora?

Antes había un sindicalismo de clase, nos ayudábamos de unos a otros. Ahora es muy distinto, sobre todo, porque nos hemos dejado llevar. Los trabajadores han confiado demasiado en los dirigentes y no se han implicado en la lucha, aunque se han hecho huelgas generales. El principal eslabón de un sindicato es el propio trabajador y si los asesores no tenemos su apoyo, ¿cómo lo vamos a hacer? También se perdió la costumbre de celebrar asambleas con los trabajadores en todos los lados para que se sintieran arropados, aunque se convocan, ya no es lo mismo, hay que programarlas de una forma más continua.

Al igual que a los partidos tradicionales, se achaca a los sindicatos su desconexión con la sociedad.

La sociedad ha cambiado, el consumo abarca demasiado. Las reformas laborales han sido terribles, tanto del PSOE como del PP, nefasta la última. Han dejado las manos atadas a los sindicalistas. Es una lucha ingrata. Con el diálogo social famoso se llegó a abandonar ciertas cosas, como estar más en contacto con los trabajadores. Si le dan todo hecho, el trabajador no se mueve. Ese es el problema. Tenemos que volver a los orígenes, adaptándolos a los tiempos que vivimos.

¿Y cómo observa los movimientos ciudadanos surgidos tras el 15-M, con Podemos como principal exponente?

Se pueden tomar las plazas, pero falla a nivel de fábrica, lo principal, el motor de la producción. Observo con curiosidad e intervine también en dos asambleas de las plazas. Vamos a ver que pueden sacar, por ejemplo, de la alianza de Podemos con Izquierda Unida. Dejé de militar en el PCE por discrepancias y después, en el 84, participé en la creación de lo que ahora se llama el Partido Comunista del Pueblo Canario, pero tengo muy buenos amigos en Podemos, en IU y me llevo bien con todos. Ahora tenemos un enemigo casi invisible pero muy poderoso que es el capitalismo internacional. A esta edad no puedo hacer mucho más, pero ahí estaremos, en la lucha.

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