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Aumenta la presión para crear ecotasas

En Canarias ya existen ocho experiencias de cobro por el uso de espacios, en breve se sumará Lobos, donde cada año crecen las visitas

Aumenta la presión para crear ecotasas

La creciente presión turística sobre los espacios naturales protegidos está obligando a las administraciones que los gestionan a establecer, cada vez más, medidas de control de acceso. El debate es mundial, pero en Canarias va ganando peso a medida que aumenta la llegada masiva de visitantes.

El sistema de tasas de acceso ya se aplica en diversos lugares protegidos. Es sobre todo Lanzarote la isla que ha defendido con más fuerza la necesidad de limitar los flujos de entrada y cobrar por ella. Junto a la a playa de Papagayo y el Volcán de San Antonio, su red de Centros de Arte, Cultura y Turismo (CACT) representan la principal apuesta de Canarias por aplicar la denominada ecotasa.

Pero no son los únicos: los ayuntamientos de Adeje y San Andrés y Sauces también han implantado, tras previos debates no exentos de polémica, control de acceso a sus senderos del barranco del Infierno (Tenerife) y los nacientes de Marcos y Cordero y su bosque de Tilos (La Palma). Ahora se sumará en breve Lobos, tras la decisión del Cabildo de Fuerteventura de implantar también una ecotasa para acceder al pequeño y deshabitado islote majorero.

Lo que viene ocurriendo en la isla de Lobos es un caso paradigmático: ha llegado a recibir hasta 547 turistas en un solo día de los de mayor afluencia. Y aunque no existen datos fiables sobre la cifra real de visitantes, dado que el acceso a la isla no está controlado de ningún modo, sobrepasa su capacidad de carga con creces, según han constatado los investigadores José María López y José María Grisolía.

El precio de la tranquilidad

En su tesis El precio de una playa tranquila. Análisis de una tasa de acceso al parque natura del islote de Lobos, concluyen que "la implantación de una tasa de acceso genera inicialmente un significativo rechazo entre los residentes, aunque hay consenso en que los turistas deberían pagar más".

El islote sufre un creciente incremento del número de visitantes desde hace años y supera con creces la actual capacidad de carga. El Plan Rector de Uso y Gestión de Lobos la establece en 200 personas diarias, aunque una revisión estimada del Cabildo eleva hasta 700 visitantes diarios la capacidad de carga efectiva. Dado que ha pasado de una media de 71 visitantes al día en 2006 a los 385 de 2015, López y Grisolía calculan que el números de visitantes crece a un ritmo de 35 personas/día cada año. Y concluyen que en 2024 se superará la última capacidad estimada de carga.

Hay ya una percepción generalizada de que existe un problema de congestión en la Isla de Lobos. Un dato que "se considera un atributo negativo en la elección de lugares de ocio", sobre todo el turistas que buscan visitar estos espacios precisamente por su valor ambiental. El nivel de satisfacción se ve afectado igualmente en el islote majorero por la falta de baños, que es una de las inversiones que, en opinión de los encuestados, habría de afrontarse con las ingresos por la ecotasa (se baraja que sea de entre 2 y 5 euros para residentes y foráneos respectivamente).

Una de las principales razones del rechazo de la tasa es, según el trabajo de los dos autores de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), "la desconfianza en la gestión que los políticos realizarán del dinero recaudado". Y añaden que, según su muestreo de opinión, "la aceptación aumentaría si el dinero se reinvirtiese en su totalidad en su mejora ambiental".

Este es, en realidad, el debate de fondo sobre el que gira la implantación de impuestos específicos sobre el turismo. Al respecto, al poner en marcha la iniciativa de control del acceso a Lobos que se encuentra en exposición pública, el Cabildo de Fuerteventura recordó que la gestión integral de Lobos la viene realizando la empresa pública Tragsa, que se embolsa 243.496 euros por el mantenimiento de la zona: "Nuestro objetivo al cobrar la ecotasa no es otro sino que la gestión del parque", argumentó su presidente Marcial Morales. Por su parte, los CACT de Lanzarote, que recibieron este año el Premio de Turismo Islas Canarias e incluyen las Montañas del Fuego, el Mirador del Río, la Cueva de los Verdes y los Jameos del Agua, generan con su actividad un retorno fiscal anual de 16,2 millones de euros.

Está en estudio la implantación de una ecotasa en otro espacio emblemático de Canarias: el barranco de Masca en el Parque Rural de Teno (Tenerife). Y en Gran Canaria se planteó también un posible control del acceso al Roque Nublo, que soporta una imparable masificación año tras año. Pero el presidente del Cabildo, Antonio Morales, negó de forma tajante que su gobierno se plantee cobrar las visitas turísticas a espacios naturales de la isla: ni al Roque Nublo, ni al Bentayga o las Dunas de Maspalomas. Y se mostró poco partidario de crear ese tipo de impuestos, que no son de fácil aplicación porque requieren vallar el perímetro de esos espacios. "Ahora parece que todos debemos correr en esa dirección", se lamentó el presidente del Cabildo grancanario. Lo cierto es que, efectivamente, esa es la dirección que se está imponiendo en muchos espacios ante la masiva presión de visitantes que reciben.

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