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Entrevista a José Luis Tortuera

"El Estado recibe la basura generada por el sistema productivo que hemos creado"

"Acumulábamos 20 años de desecensos en siniestralidad laboral y a partir de 2011 empezó a crecer", afirma el catedrático de Derecho del Trabajo y de Seguridad Social de la Universidad Complutense

José Luis Tortuera, ayer en el hotel Santa Catalina. QUIQUE CURBELO

¿Se acaba el dinero para pagar las pensiones?

No.

¿Por qué lo afirma si la hucha ha perdido decenas de miles de millones en poco tiempo?

Estamos necesitando dinero sólo para las pagas extraordinarias, las mensualidades están cubiertas con el actual sistema. De todos modos, ha sido un error utilizar ese fondo de reserva, el Gobierno tendría que haber utilizado otra fuente de ingresos.

¿Cuál?

Por ejemplo, préstamos del Estado a la Seguridad Social. A lo largo de los últimos 30 años, en momentos de emergencia, el Estado ha realizado aportaciones; unas se han devuelto y otras se han condonado, y no ha pasado nada. Como ahora teníamos el fondo, lo fácil era tirar de él, pero llega un momento en que se va acabando y se encienden todas las luces de alarma.

¿Era necesario esperar a ver esas luces para actuar?

Lo cierto es que hasta ahora nos hemos preocupado muy poquito por la situación. No hemos hecho nada mientras vemos cómo se deteriora todo: el mercado laboral, los niveles de ingresos, hemos creado categorías de trabajadores pobres... Se está produciendo un cambio social del que parece que no nos damos cuenta, pero lo que tiene detrás es una variación de las estructuras sociales.

¿Cómo ha afectado la reforma laboral a los ingresos de la Seguridad Social?

En todo y pongo solo un ejemplo. No ha habido ningún cambio legislativo en los últimos años en materia de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales. Acumulábamos 20 años de descensos en siniestralidad y a partir de 2011 empezó a crecer. Eso es consecuencia de la flexibilidad a tope en la contratación, la temporalidad en el empleo, las rotaciones, la menor formación a los trabajadores y la menor inversión en prevención.

¿Qué cuenta sobre el futuro a sus alumnos de la facultad?

Les hablo con mucha claridad, porque son ellos quienes más van a notar los efectos de lo que hemos creado. Les digo: miren, la basura del sistema productivo que estamos creando la lanzamos al Estado.

¿A qué se refiere como basura?

Se lo cuento como a ellos. Digamos que la función del empresario, y es defendible, es obtener beneficio. Si no lo consigue a base de nuevas tecnologías e investigación, sino con contratos basura, menos formación, ausencia de inversión en prevención, expulsión de los trabajadores mayores buscando más rentabilidad..., lo que hace es lanzar al resto de la sociedad todos los efectos de esa política.

¿Por ejemplo?

Más incapacidad temporal, más invalidez, más jubilaciones anticipadas, más gasto sanitario y farmacéutico... Eso no lo asume el empresario, sino la sociedad. Yo obtengo beneficio, procuro que sea a corto plazo, pero todo lo que habíamos conseguido a lo largo de los años lo hemos triturado. No sé si esta es la sociedad que queremos, pero me parece que no es la que debemos intentar construir. Todo esto repercute en el sistema de pensiones.

Lo que es un hecho innegable es que la afiliación crece.

Sí, y a la oficialidad se le llena la boca diciéndolo, pero callamos que no lo hace la cotización. Ocurre así por los niveles salariales. Antes de la crisis, había un millón y medio de personas en el salario mínimo, hoy estamos por encima de los tres millones.

¿Es urgente que se reúna el Pacto de Toledo?

Sin duda. Es necesario reformar el sistema de ingresos y esa tarea debe afrontarse sin miedo por parte de nadie. Ya lo han hecho muchos países. Francia o Dinamarca han creado impuestos especiales y han utilizado el IVA.

¿Defiende la vía fiscal para estabilizar el sistema?

No tiene que asustarnos. Hasta el momento, todas las reformas se han realizado sobre los gastos y sin mucho éxito. Hemos creado un factor de sostenibilidad, hemos cambiado el sistema de revalorización de las pensiones y no nos hemos centrado en el empleo, que cada vez está peor, ni en los ingresos, y esto último es lo más urgente para generar una cierta tranquilidad. Nos lo tenemos que tomar muy en serio, imagine qué habría sucedido en la crisis sin el sistema de Seguridad Social que tenemos, sin las prestaciones por desempleo, sin las pensiones, sin la ayuda de los mayores pensionistas a sus hijos, sin todo eso que ha amortiguado de forma espectacular los efectos. No podemos ser frívolos, nos estamos jugando la garantía de estabilidad, de redistribución de la riqueza y de paz social.

¿Ve amenazada la cohesión?

Si cada vez generamos más pobreza, más diferencias, y lo que vamos creando es una clase social muy alta y otra muy baja mientras nos cargamos la tradicional clase media, que es la que ha hecho que este país salga adelante, ya sabemos lo que va a pasar. Tenemos ejemplos en el mundo para saber lo que significa esa reestructuración de la sociedad.

Si defiende que no se acaba el dinero. ¿A qué cree que responden los mensajes alarmistas?

Tengo la sospecha de que el mensaje es doble. Por un lado nos dicen que las pensiones se acaban y por otro, sin grandes estruendos, las instituciones financieras lanzan una campaña dirigida a los jóvenes para que ahorren a largo plazo, una campaña extraordinariamente agresiva, muy individualizada.

¿Una campaña para fomentar los fondos de pensiones?

Instrumentos privados basados en el ahorro individual y la capitalización que tienen su espacio de garantía en el mercado, que funciona como funciona. Un reciente trabajo de la Universidad de Navarra analiza la rentabilidad de los planes de pensiones en los últimos 20 años y la media estaba en el 1,5%. De 300 o 400 analizados, solo uno o dos rentaban más que el Ibex35; uno era más rentable que las letras del tesoro a más de diez años y había una cantidad tremenda con rentabilidad negativa.

Suena a trampa.

Hace mucho tiempo que vengo diciendo que hacemos trampas en el solitario. Hicimos una reforma de las pensiones en 2011, la primera pensando en la llegada de la generación del baby boom a la edad de jubilación, y se dejó abierta la posibilidad de que empresarios y trabajadores pudiera pactar descolgarse de ella. Ya no sé cómo explicarlo. Ver las tasas de natalidad provoca depresión y no hacemos nada. Desde 1991, cuando fuimos el país con menor tasa de natalidad del mundo, sabemos que decrece la población y no pasa nada.

¿La legislación no protege suficientemente la maternidad?

No tenemos en España ni una sola medida de incentivación a la maternidad. Alguna medida fiscal, pero no una planificación como sí tienen Francia y otros países europeos y que pasan por fomentar la natalidad y la conciliación.

¿Se puede conciliar si bajan los salarios?

Difícilmente. La opción es no tener hijos o tenerlos cuando la vida laboral es muy estable.

¿Basta con crear un impuestos para tener un sistema de Seguridad Social sano?

Se necesitan muchas reformas, como elevar los topes de cotización para los mayores niveles salariales.

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