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Entrevista

"No podemos meter a los turistas en cualquier parte"

"No deberíamos obsesionarnos con conseguir un récord cada año, sino elegir el cliente que viene", afirma Moisés Simancas, profesor de Geografía Humana de la ULL

Moisés Simancas. CARSTEN W. LAURITSEN

¿Cree que la regulación del alquiler de la vivienda vacacional supondría una medida para recuperar apartamentos de la residencialización?

Se trata de un nuevo modelo de negocio que ya se ha consolidado en las áreas turísticas del litoral y considero que es una buena fórmula para renovar los apartamentos turísticos. En Canarias, a partir de la moratoria turística, la oferta extrahotelera se quedó fuera y no ha podido competir con el hotelero. El modelo de vivienda vacacional permite que esa oferta se mantenga en e l mercado en determinadas circunstancias. Eso es lo que nos interesa y no que se convierta en residenciales. También permite que determinados propietarios puedan obtener una renta que en algunos casos fue la causa principal por la cual lo compraron en los años 60,70 y 80.

Pero las voces críticas a esta modalidad advierten de que se daña la imagen del sector y que va en detrimento de un turismo de calidad.

Lo del turismo de calidad hay que cogerlo por pinzas. ¿Quién es un turista de calidad?, ¿aquel que gasta más o menos dinero? No me gusta ese término, yo prefiero un turista que se involucre con el entorno. En un apartamento de oferta extrahotelera, con todos los problemas que hay en la unidad de explotación, puedes ganar al año en torno a 2.500 o 3.000 euros limpios. En una vivienda en régimen vacacional, regentándolo en alguna de las plataformas, estamos hablando entre 6.000 y 9.000 euros al año. Lo que hay que hacer es regular una serie de mínimos.

¿En esos mínimos que usted plantea se incluye solo parámetros turísticos o también de seguridad y fiscalidad?

La regulación tiene que ir más allá de si las habitaciones tienen que tener 40 o 50 metros cuadrados o si tienen que tener perchas flexibles. El cliente debe saber dónde se puede ir a reclamar y y sobre todo tiene que haber seguridad desde el punto de vista fiscal. Un problema grande que hay con este tipo de viviendas es la opacidad fiscal.

Para algunos hoteleros ese hecho lo entienden como una desventaja y competencia desleal.

Se están dando, incluso, procesos de precarización del empleo con personas que van a limpiar la habitación y no tienen contrato. Y también se dan situaciones bastantes complicadas desde el punto de vista del cliente, al tener que recoger la llave en un cajetín con una clave de seguridad o en el bar de enfrente. Son cuestiones que hay que empezar a cuidar. En este sector lo que hay que buscar es seguridad jurídica, fiscal y física para el cliente. No podemos meter el cliente en cualquier parte.

¿Cree que el retraso que denuncian los propietarios de las viviendas vacacionales en la aprobación de un nuevo decreto por parte del Ejecutivo regional tiene justificación?

En principio no, porque ya se sabe cuántas viviendas hay. Es verdad que el Gobierno de Canarias está esperando a modificar el próximo año las leyes turísticas porque ahora está con la ley del suelo. Pero de lo que se trata es de que la normativa regule los aspectos de los que hemos estado hablando y, con inspecciones, controlar aquellas que están de alta e ir sobre aquellas que están ilegales. Además, echo en falta un debate sosegado que incluya la parte pública y la empresarial y, dentro de ésta, los que están a favor y en contra. Lo que está claro es que la vivienda vacacional es un tsunami que ya está aquí con plazas en el mercado.

¿Considera que se trata de una oferta complementaria a la que no se está sacando partido porque se le ponen demasiadas cortapisas?

Algunos cabildos ponen problemas hasta el punto que no las dejan registrarse, de tal forma que tienen que seguir en la ilegalidad. Y esto es poner barreras al campo. Es un modelo que ha llegado igual que en su momento lo hizo el turismo de sol y playa con el todo incluido, y ese sí que está generando problemas dentro de los destinos. Se trata de buscar las complementariedades y cubrir esos huecos que quedan entre un producto y el otro. Tenemos un destino absolutamente espectacular y con alojamientos de altísima cualificación. Por eso no deberíamos estar obsesionándonos por conseguir un récord cada año, sino justamente lo contrario. Poder elegir qué tipo de cliente viene y el que venga que se encuentre satisfecho.

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