La crisis ha golpeado cinco veces más a los niños que menos tienen que a los más ricos, y mientras unos perdieron el 32% de sus recursos, los otros solo los disminuyeron un 6%, según Save the Children, que augura que ocho de cada diez de esos menores continuarán siendo pobres toda su vida.

Una disparidad que está directamente ligada al empleo de sus padres, siendo España el país donde más ha crecido el número de niños que viven en hogares donde nadie trabaja, hasta llegar a los 800.000, según el informe 'Desheredados. Desigualdad infantil, igualdad de oportunidades y políticas públicas en España'.

De hecho, el documento pone de manifiesto que España es el sexto país de la UE con mayor desigualdad, que se ha cebado principalmente con la infancia: entre 2008 y 2015, la cifra de niños en situación de pobreza severa aumentó en 424.000, situando la tasa en un 16,7% frente al 11,2% de la población general.

Y no solo es donde más se ha incrementado, sino también donde lo ha hecho con una mayor rapidez, ya que entre 2008 y 2014, el índice de Gini, que mide el grado de desigualdad, se disparó un 7,1%, mientras que en Grecia lo hizo un 3,3% y en Alemania un 1,7%.

Esa diferencia es aún mayor en la infancia, ya que mientras el Gini general fue de 34,6 puntos, el de los menores creció un 8,4% hasta llegar a los 37,1 puntos, ha explicado el director general de la ONG, Andrés Conde, quien ha recalcado que "lo peor" es que las consecuencias de la desigualdad "son irreversibles" para los niños.

La caída de los recursos ha sido "especialmente acuciante y desproporcionada" para aquellos niños pertenecientes al 20% más pobre de la población, pues han visto disminuidos sus ingresos en un 32%, frente al 6% de los más ricos.

Asimismo, la ONG, que ha recopilado datos oficiales del INE y Eurostat y los ha cruzado con una investigación propia con más de 5.000 niños de siete comunidades, asegura que más del 60% de los más pobres viven en hogares cuyo sustentador principal tiene un trabajo temporal, una cifra que se reduce al 5% para los más ricos.

La mitad de familias más empobrecidas destina el 40% de sus recursos a los gastos del hogar, lo que se conoce como "sobrecarga de la vivienda", con lo que la cantidad que les queda mensualmente ha pasado de 233 euros en 2008 a 130 en 2015.

Esta situación les ha llevado a recortar sobre todo en gastos energéticos, que durante la crisis aumentaron un 70%, lo que impide a casi uno de cada tres hogares con hijos mantener la casa a una temperatura adecuada.

Tampoco la protección social se distribuye de forma equitativa, y apenas el 33,6% de los menores más necesitados tiene acceso a la única prestación dirigida a mejorar su situación.

Aunque el sistema fiscal debería servir para una mejor redistribución de la riqueza, en España "no es suficientemente progresivo", ya que el sector de la población más pobre dedica un 28,21% de sus ingresos a impuestos, un porcentaje solo superado por el 10% más rico, mientras que todos los demás pagan menos.

Efectos en la salud

Pero la desigualdad provoca también efectos en la salud, y los más pobres tienen peores hábitos de vida y un acceso limitado a servicios sanitarios no cubiertos como el oculista, el dentista o el logopeda.

El 33% de ellos sufre sobrepeso, un 23% en el caso de los que tienen mayores rentas, un problema que está directamente vinculado al sedentarismo y la mala alimentación.

Todo ello, junto al parón de la movilidad social ascendente que hacía pensar que las nuevas generaciones iban a vivir mejor que sus padres, hacen que hoy tanto la riqueza como la pobreza se hereden aún más, de manera que estima que el 80% de los niños más necesitados van a seguir estándolo de adultos.

Ante esta situación, la ONG exige medidas como aumentar la prestación actual por hijo a cargo de 25 a 100 euros, la oferta de alquileres asequibles y el presupuesto de las políticas de prevención y promoción de la salud infantil, así como fomentar empleos de calidad para las familias que viven por debajo del umbral de la pobreza.