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Las epidemias dan respiro al ganado

La cabaña isleña ya no presenta patologías contagiosas tras quedar libre de la tuberculosis bovina

Las epidemias dan respiro al ganado

La cabaña ganadera de Canarias puede presumir de estar libre de enfermedades epidémicas. La Unión Europea (UE) declaró al Archipiélago oficialmente indemne a la tuberculosis bovina, un hecho que convirtió a las Islas en la primera región española en contar con este reconocimiento al no detectarse en los últimos seis años ninguna infección en las reses producida por la microbacteria Mycobacterium bovis. Esta patología ha sido la última eliminada de aquellas que forman parte de programas nacionales específicos de lucha, control y erradicación por su persistencia y especial virulencia. Los años de esfuerzos, controles y medidas preventivas han dado su fruto, sí, pero los propios ganaderos apuntan a que no puede bajarse la guardia porque "el riesgo cero no existe".

La sanidad animal no es solo un elemento fundamental en el crecimiento de las explotaciones ganaderas y, por ende, del propio sector, sino también en el mantenimiento de la salud pública y la conservación de la diversidad de especies. Estos principios se recogen en la ley de sanidad animal de 2003, basada en la norma de 1952 que establece un plan contra las patologías epizootias. Es decir, contra aquellas enfermedades que afectan a una o varias especies y que equivalen a una epidemia en el ser humano.

El impulso de la nueva legislación respondió a la necesidad de crear un marco adecuado al nuevo contexto, caracterizado por la asunción de la competencia exclusiva en materia de ganadería por parte de las comunidades autónomas, el desvanecimiento de las fronteras internas entre los Estados miembros de la UE para el comercio intracomunitario, o la mayor concentración de poblaciones animales para hacer más viables las explotaciones, circunstancia que facilita una mayor difusión de las enfermedades. Pero también se basa en la posibilidad de que determinadas afecciones se transmitan entre animales y humanos -enfermedades zoonóticas- y en los perversos efectos que se pueden derivar del empleo de diversos productos para obtener un mayor rendimiento de las explotaciones.

Las pérdidas que ocasionan las epidemias en la cabaña ganadera pueden ser desastrosas. Por eso, tal y como explica el técnico de la Dirección General de Ganadería Pedro Peláez, la vigilancia es extrema. En el ganado bovino, la erradicación de la tuberculosis se suma a la eliminación desde 2005 de la brucelosis bovina zoonótica, más conocida como fiebre de Malta. En este caso, Canarias también fue la primera región en conseguir liquidarla. En ninguna explotación, además, se han registrado focos de leucosis bovina enzoótica ni de la perineumonía bovina. Y pese a que tampoco existen indicios de la enfermedad de la lengua azul, ésta es objeto de vigilancia. Pero al igual que todas, puesto que a pesar de que Canarias está libre de ellas, existe una serie de protocolos activos y pasivos para verificar que efectivamente no están presentes en la cabaña ganadera.

El Archipiélago ha conseguido mantener a raya la brucelosis ovina y caprina zoonótica evitando su ingreso, a pesar de que la globalización que, según Peláez, aceleró su propagación en el resto del mundo. Se trata de una enfermedad que puede contraer el humano a través del consumo de la leche cruda y provocar abortos en la mujer, inflamación de testículos en el hombre, y problemas de articulación a ambos. Como Canarias está libre de ella, Europa permite a los productores elaborar quesos con leche cruda y diferenciar, con ello, a este producto de los hechos con leche pasteurizada en otras regiones.

Hace años que los cerdos de las Islas no enferman por las pestes porcinas, que generaron enormes pérdidas económicas. Tampoco hay incidencias de la enfermedad vesicular porcina ni de la patología vírica de Aujeszky. Las posibilidades de que aparezcan focos de gripe aviar también son mínimas, pues las rutas migratorias de aves pasan por el Estrecho y son muy pocos los ejemplares que vuelan por el cielo canario.

La suma de estas circunstancias conducen a Peláez a asegurar que las Islas cuentan con el mejor estatus sanitario animal del país, pese a que se pueden registrar oleadas patológicas como la mamitis (inflamación de ubres), que en los grupos de ganado de producción lechera genera pérdidas considerables, o la rinitis infecciosa en la cabaña porcina.

Los controles sanitarios giran en torno a la localización de focos, análisis de muestras una vez sacrificados el animal, detección de posibles contagios, e inspecciones en la recepción del ganado traído del exterior. Pese a que las epidemias han dado tregua, las medidas de prevención se mantienen, "algo tan importante como el propio protocolo de erradicación".

De hecho, si hay sospechas de que un animal pueda presentar una patología epidémica, se procede al sacrificio obligatorio. El Real Decreto 389/2011 establece el baremo de indemnización para cada tipo de animal en función del potencial de lucro cesante del mismo. A esas cuantías -209 euros para una vaca de aptitud cárnica con más de 48 meses y menos de 84, por ejemplo-, se suman los complementos que estipula una orden dictaminada por el Ejecutivo canario en enero de 2012 en caso de tratarse de razas autóctonas o pertenecer a una asociación de defensa sanitaria, entre otras causas.

Así, en 2010 se realizaron 24 sacrificios preventivos en el ganado bovino, frente a los tres de 2016, para descartar la presencia de tuberculosis por duda diagnóstica inicial que no fue confirmada en los posteriores análisis, según datos aportados por la Consejería de Ganadería del Ejecutivo regional.

El presidente de la Asociación de Ganaderos de Tenerife, Pedro Molina, sostiene que "no hay cuantía que atenúe el sacrificio de un animal por precaución". "Lo importante es que no haya que usarlo", insiste. Por eso, que Canarias esté en la actualidad libre de epidemias es, a juicio de Molina, "un lujo sanitario" producto del esfuerzo realizado tanto por los ganaderos como por la Administración. Más aún cuando se trata de un sector que lucha a diario por crecer y seguir adelante.

De hecho, con el paso del tiempo el volumen de la cabaña ganadera de las Islas ha retrocedido. En este proceso de caída, mucho tiene que ver el abandono del campo de los últimos años. La cabaña más numerosa es la caprina, pues contaba con 206.166 cabezas en 2016. Aun así, esa cifra implica un descenso del 43,3% si compara con los 363.329 ejemplares de 2007. El número de cerdos (52.732), ovejas (48.468) y vacas (19.360) también ha menguado con respecto a diez años atrás, al retroceder un 25,2%, un 61,2% y un 4,7%, respectivamente.

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