Las salas de embarque del aeropuerto de Gran Canaria sirvieron de alojamiento para más de un centenar de personas el sábado pasado. Un fallo técnico en uno de los radares de la Terminal Maneuvering Area (TMA) del aeropuerto de Lisboa ocasionó problemas en el tráfico aéreo que se concentraba en el cielo portugués. Esta incidencia provocó que hasta cinco vuelos que tenían previsto partir del aeródromo de Gando -cuatro de Norwegian y uno de Transavia- se vieran afectados y no pudieran despegar. El cartel de lleno que cuelgan la mayoría de hoteles, repletos hasta la bandera por la coincidencia de la temporada alta turística del Archipiélago con la celebración de los últimos actos del carnaval de Maspalomas, desembocó en que más de una centena de los 720 pasajeros que se quedaron en tierra tuvieran que pasar la noche en las instalaciones aeroportuarias.

Los cinco vuelos afectados por los problemas del espacio aéreo de Portugal salieron finalmente al día siguiente, según indican diversas fuentes aeroportuarias. Pero hasta entonces, los 720 pasajeros que tenían previsto viajar tuvieron que hacer frente todo un periplo. En torno a las nueve de la noche, al vicepresidente de la Federación de Empresarios de Hostelería y Turismo de Las Palmas (Feht) y responsable de Seguridad, Tom Smulders, se le avisó que unos 720 pasajeros biscaban alojamiento porque sus vuelos no podían despegar, ya fuera porque su destino final fuera Portugal o porque su ruta aérea surcaba el cielo del país portugués.

El protocolo diseñado para casos de este tipo apunta las obligaciones que cada compañía tiene que cumplir según el origen del retraso del vuelo o la imposabilidad de trasladar a los pasajeros a su destino final. "Esto está bien definido", apunta Smulders, quien sostiene que hay que ajustar bien el plan para que el trato humano dispensado a los viajeros afectados sea el mejor pese a que se produzcan incidencias en "situaciones caóticas".

De los 720 pasajeros afectados, unos 45 fueron alojados en 16 habitaciones con dos camas cada una. El sector hotelero presenta en estos momentos una tasa de ocupación del 95%, por lo que fue bastante complicado encontrar alojamientos disponibles para estas personas. Se priorizó, según relata Smulders, a las personas con discapacidad y a las familias con hijos pequeños -entre los que se encontraban tres bebés-. El resto regresó a sus casas o se hospedaron en los alojamientos de conocidos o familiares. Todos salvo más de un centenar de personas que tuvieron que hacer noche en Gando. A ellos el aeropuerto les facilitó comida y mantas para que, dentro de las molestias que suponen pasar la noche en las salas de embarque, estuvieran lo más cómodos posible.

El sábado se celebraba la cabalgata del carnaval de Maspalomas y el posterior mogollón en el Centro Comercial Yumbo, una circunstancia que complicó aún más la búsqueda de camas turísticas porque al lleno propio de la temporada, se suma la demanda añadida de aquellos que se desplazaron a la Isla para disfrutar de las carnestolendas inspiradas en Europa. Aunque se encontraron más de 16 habitaciones, se decidió no dar cobijo en establecimientos hoteleros a algunas más personas para evitar tener que elegir entre un pasajero u otro, por lo que durmieron finalmente en el aeropuerto.

Smulders asegura que el protocolo actual aún "cojea" e insta a todos los agentes -entre los que incluye el Patronato de Turismo, el aeropuerto, la propia federación de turismo y Cruz Roja- a buscar un modelo que sea "práctico" y "manejable" para situaciones sobrevenidas como la que se vivió hace apenas tres días. Subraya la importancia de trabajar en este sentido porque aunque el problema tenga origen en otro país, "el mal sabor de boca se queda en Gran Canaria". Las imágenes que muestran a pasajeros durmiendo en las instalaciones aeroportuarias afectan al sector, explica, por lo que insiste en la conveniencia de firmar un convenio de colaboración con Cruz Roja, similar al que ya existe entre el aeropuerto de Fuerteventura y la ONG, para dar soluciones más adecuadas a este tipo de incidencias.