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Análisis

La salvación, seguir remando

Sheryl Sandberg, que se ha convertido en una mujer poderosa y no cabe descartar que un día pudiera aspirar a la Casa Blanca, aprovecha la dirección del viento, con independencia de hacia dónde y con qué fuerza sople

Hija de un oftalmólogo y una profesora de francés, clase media alta para los estándares norteamericanos, con denominación de origen Harvard, acceso al Banco Mundial y protegida de Larry Summers (Secretario del Tesoro bajo la presidencia de Bill Clinton), Sheryl Sandberg, mujer inteligente, expresiva y dotada de gran intuición es la directora operativa (COO) de Facebook y mano derecha de Mark Zuckerberg, padre de esta red social.

Acaba de publicar Opción B: afrontar la adversidad, construir la resistencia y encontrar la felicidad, un manual práctico sobre cómo hacer frente al infortunio, dar sentido a la vida y salir más fuerte del trance. En este libro, también ajusta cuentas con los nuevos hurones que se dedican a juzgar a quienes, tras la pérdida de su pareja, rehacen su vida sentimental ("diez meses es demasiado pronto, los hombres no saben estar solos"). En esta materia, las mujeres, según Sandberg, son juzgadas, con mayor severidad que los hombres.

Aunque lleva tiempo sometida a escrutinio por su performance en el Silicon Valley, subió al podio en 2013, cuando publicó Lean in, una llamada a las mujeres que trabajan para que se levanten en armas, emulando la autoestima y ambición de los hombres. Pero la notoriedad le llegó dos años después, a raíz de hacer público cómo estaba manejando su crisis tras perder a su marido cuando, en un viaje con amigos a Puerto Vallarta (México), sufrió una arritmia cardiaca mientras hacía deporte. Y lo hizo con una entrada en Facebook de 1.700 palabras, al que respondieron 74.000 corazones rotos a lo ancho del planeta, con relatos de sus propias tragedias. En su misiva ya sorprendía: "La resistencia se puede aprender".

Al año siguiente, con ocasión del discurso de fin de curso en la Universidad de Berkeley, ante los graduados y sus familias, Sheryl Sandberg desarrolló la idea de romper el silencio del dolor y tender al sol las dificultades que encuentran las mujeres que pierden a su pareja y no tienen con quien compartir su día a día. Recordó que el psicólogo americano Martin Seligman lleva décadas dedicado al estudio de cómo se las arregla la gente para hacer frente a los contratiempos, destacando tres reacciones emocionales, que son críticas para sobreponerse a las dificultades.

Las tres P: personalización, la creencia de que estamos en falta y todo lo que nos pasa es por culpa nuestra, sin ver la parte que afecta a los otros; penetración, la creencia de que un acontecimiento afectará a todas las áreas de tu vida, aunque "no todo sea horrible" y permanencia, la creencia de que el dolor durará siempre.

Culminaba Sandberg su intervención proponiendo al atónito auditorio: "No habéis nacido con una cantidad fija de resistencia, es un músculo. Podéis desarrollarlo y usarlo cuando lo necesitéis. Y en ese proceso, midiendo quien realmente sois, podéis llegar a ser la mejor versión de vosotros mismos".

De ahí arranca Opción B, con la pretensión de ayudar a la gente a hacer frente a sus propias pérdidas: la de oportunidad (por el trabajo que no sale), la enfermedad o el accidente (que cambia todo en un instante), la pérdida de la dignidad o la del amor (por la ruptura de una relación que no se puede recomponer). Y a veces, la pérdida de la vida misma. Y dice que cuando ocurre algo así "la empatía está bien, pero levantar el ánimo es mejor, y en lugar del "¿cómo estás?" es preferible el "¿cómo estás hoy?"

Para Sheryl Sandberg, la regla de platino de la amistad es: "No trates a la gente como quieres ser tratado, trátala como quiere ser tratada" y pisa el área pequeña: "No podía imaginar que recomponer la autoestima jugaría un papel tan importante a la hora de recuperarse del dolor. Cuando amigos que habían perdido a sus parejas me dijeron que un día volvería a ser feliz, no les creí. Entonces Earth, Wind & Fire (la mítica banda de soul) me demostró que estaba equivocada".

Y eso que el complejo de culpabilidad del superviviente arruina la alegría -la que proporciona cocinar, bailar, conducir, viajar, cantar? que dan felicidad y fuerza- porque cuando se pierde a un ser querido, no solo anida el dolor, sino también el remordimiento: "¿podría haberle salvado?", "¿por qué soy el único superviviente?" o "no le dediqué suficiente tiempo".

Entretanto, Sandberg, aparte de ser la número dos de una de las cinco compañías más poderosas del mundo, ha encontrado pareja y, vaya por Dios, se trata de un billonario.

Esto la ha estigmatizado a los ojos de quienes la ven como alguien que ya ha pasado a engrosar las filas del 1% y por tanto carece de la fibra moral necesaria para dar consejo a quienes siguen sepultados por la adversidad y no logran levantar cabeza.

Prueba de ello son las críticas amargas que las redes sociales han vertido sobre ella y que, irremediablemente, tienen que ver con los celos que despierta su éxito: "se cree inmortal", "vive en la burbuja de Silicon Valley", "la riqueza, el poder y la fama no son inmunes a las realidades de la vida", "estoy exhausto con la fe- tichización impúdica que hace la viuda de la muerte de su marido", "una 'repipi' insoportable a la que hubiéramos detestado en el colegio".

Se comprende que la globalización de la irritación social, la desafección a los privilegiados y las caducas reverencias a las élites provoque resentimiento, pero ni la niña rica ha hecho oposiciones a ser odiada ni nadie merece ese encono tribal. En su caso, aunque solo fuera porque el libro que ha escrito puede ayudar a gente golpeada por una pérdida cercana. También habrá quien diga, y no le falte razón, que los billonarios tienen asegurados los cuidados paliativos, mientras el resto, en el anonimato, no tiene los recursos de que otros disponen para aliviar su dolor.

Pero Sheryl no es alguien que se rinda fácilmente y estudió las técnicas que están investigando neurólogos y psicólogos para construir la resistencia. Como tampoco lo hizo cuando volvió a Menlo Park (la sede californiana de Facebook) después de perder a su marido. La miraban "como si fuese un fantasma". Un día confió su pena: "Nadie quiere hablar conmigo", lo que provocó una sabia y cínica respuesta de Mark Zuckerberg: "Quieren, pero no saben qué decir".

Y escribió este manual paliativo del dolor, con una certera convicción: "El mayor lujo es combinar pasión con contribución, lo que también es un camino muy claro a la felicidad".

Sin la arrogancia de los ricos, es una líder natural que se dedica a resolver problemas y no se cobija en la tristeza, pero lo más importante es que, puesto que la opción A -recuperar a su marido- resultaba imposible; no tardó en aceptar la B (" Let's just kick the shit out of option B").

Shery Sandberg, que se ha convertido en una mujer poderosa y no cabe descartar que un día pudiera aspirar a la Casa Blanca, es alguien que aprovecha la dirección del viento, con independencia de hacia dónde y con qué fuerza sople y nos trae una enseñanza: los acaecimientos del cuaderno de bitácora personal nunca son los que habíamos imaginado al partir. La vida consiste en aprender de los naufragios y la tabla de salvación es seguir remando.

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