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Internacionalización Nueva puerta hacia África

El sueño de Tarfaya

La población marroquí espera impaciente la reapertura del trayecto directo con Canarias

Imagen del puerto y parte de la ciudad.

Entre Puerto del Rosario y Jandía hay la misma distancia que entre Fuerteventura y Tarfaya. O entre Gran Canaria y Tenerife. Pero aunque le separan de Canarias menos de cien kilómetros, desde la localidad marroquí de Tarfaya no se ven las Islas. Ambas costas son demasiado bajas: "Sólo en dos ocasiones, en el mes de diciembre, he podido ver de noche el resplandor de Fuerteventura", explica Brahim Nayem El Bousaidi en perfecto español. Un idioma con el que convivió desde que nació, hace poco más de sesenta años, y que le ha llevado a constituir recientemente la asociación Amigos de la Lengua Española. No es la única iniciativa encaminada a fortalecer los vínculos con España que se puede encontrar en Tarfaya: "Somos marroquíes, pero también somos españoles. Y no solo no renunciamos a nuestros orígenes sino que queremos recuperarlos", sostiene por su parte Mohamed Salem Behiya, el presidente del Consejo Provincial (con competencias similares en cada región a las de los cabildos en su isla).

En la actualidad, todos los caminos y todas las conversaciones que tienen lugar en Tarfaya llevan al mismo lugar: al barco que les conectará con Canarias. Las autoridades con competencias en la región, de distintos partidos, son una piña a la hora de defender que se tienda de una vez el puente que, en sus perspectivas, les va a cambiar la vida. Y sus 13.000 habitantes (8.000 viven en el centro urbano y 5.000 en zonas rurales) comparten sus expectativas. Hasta los niños, contagiados por sus mayores, repiten como un eco la misma pregunta: "¿Cuándo llega el barco?".

El barco llegará previsiblemente en septiembre, si las avanzadas gestiones con Acciona Trasmediterránea no se frustran por ninguna "mano negra", según osó apuntar recientemente desde Canarias el alcalde de Sidi Ifni, Abderrahman Fabiane. Casi diez años de espera, desde que naufragó el Assalama en abril de 2008, es demasiado tiempo para una región que anhela salir lo antes posible de una larga precariedad económica y social. Una de las claves de la acción política que está llevando a cabo Tarfaya, con el desarrollo de su línea marítima con Canarias como eje estratégico, es "la combinación de actuaciones entre el presidente del Consejo Provincial y el gobernador de Tarfaya (el representante del Estado en la provincia)".

Un tiempo nuevo

Diversos cargos públicos coincidieron en calificar de "clave del impulso" esta acción coordinada entre Mohamed Salem y Jamal Erroiss, con el apoyo decidido de Yahdih Bouchaid, el wali de la región del Aaiun a la que pertenece: "Tarfaya está echando a andar desde 2016. Vivimos un tiempo nuevo", señala Mohamed Salem para poner en evidencia las nuevas circunstancias que están, en su opinión, favoreciendo el crecimiento de la provincia. Su partido dio contra todo pronóstico un vuelco electoral, al ganar las últimas elecciones municipales y regionales celebradas en septiembre de 2015 y que aupó a las instituciones locales a un nuevo equipo, joven y dinámico, que se ha marcado como objetivo sacar a Tarfaya de la marginación. Y tienen prisa: "Hemos hablado mucho sobre la conexión marítima con Canarias, pero necesitamos encontrar soluciones concretas. Tenemos que dar el salto ya, porque sólo nos quedan cinco años", repiten el presidente del Consejo Provincial, los alcaldes, sus concejales y asesores.

Un muelle potente y moderno, que contrasta con la modestia que caracteriza la localidad, está preparado desde hace tiempo para el gran acontecimiento que potenciará las relaciones con Canarias: "El vecino tiene que aprender del vecino, pero sin repetir experiencias anteriores que no funcionaron", apuntó el alcalde de la Comuna de Tah. Y Embarek Akik explicó que "hemos realizado muchas visitas a las Islas, hemos traido empresarios, les hemos presentado propuestas de inversión y, pese a mostrar interés, no han fructificado en ningún proyecto". También Jamal Erroiss cree que "las relaciones entre ambas regiones son sin duda mejorables en todos los ámbitos". "Pero sobre todo -añade el gobernador- si sabemos ambos explotar la situación estratégica y complementaria que tenemos en esta zona del Atlántico".

Antes de llamarse como se denomina ahora, el único centro urbano de la provincia (los otros cuatro municipios son rurales) fue Villa Bens o Cabo Juby durante el período español. Pero también se le conoce como la Puerta del Sáhara, la entrada al territorio en litigo. Pero para los actuales gobernantes de Tarfaya, de origen saharaui en su mayoría, esa abertura es mucho más que el paso del Marruecos norte al Marruecos sur: "El tráfico marítimo es la puerta del futuro", sostienen. Y también la puerta hacia el resto de África desde el sur del país alauí. Y en esta concepción de complementariedad y cooperación es dónde la conexión con Tarfaya adquiere una dimensión para las Islas que todavía no termina de vislumbrar la propia sociedad canaria.

Hasta la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria adquiere otro valor si se la observa con la mirada que vierte sobre ella la población del sur de Marruecos: "¿Qué nos gusta de Las Palmas de Gran Canaria? Todo: las compras y la calidad de los productos que encontramos en ella; Las Canteras y la posibilidad de que nuestras mujeres paseen solas tranquilamente por la noche. Hay pocos sitios hoy en día tan seguros como esta ciudad", resume el presidente del Consejo Provincial. Y Mohamed Salem concluye así: "Es una ciudad con buen clima, seguridad y calidad de vida: ¿qué más se puede pedir?".

Seguridad, compras y, sobre todo, asistencia sanitaria, la gran asignatura pendiente del sur de Marruecos, son los grandes atractivos que encuentra la población marroquí en la capital grancanaria. No pocos de ellos han vivido en la isla y varios representantes de su clase política y empresarial tienen casa en ella, donde pasan varios meses al año cuando las circunstancias laborales y personales se los permite.

La ciudad de Las Palmas de Gran Canaria es, en definitiva, el espejo en que se mira Tarfaya cuando imagina un futuro no lejano de prosperidad. Y el barco es la vía a través de la cuál aspira a dejar atrás décadas de precariedad y subdesarrollo, durante las cuales ha visto mejorar y desarrollarse económica y socialmente el norte de su país, el Marruecos atlántico-mediterráneo, pero también las principales ciudades de sur: El Aaiún y Dajla, donde se han invertido miles de millones precisamente a consecuencia del litigio internacional. Mientras la Puerta del Sáhara quedó, en esfuerzo inversor, en una especie de tierra de nadie.

Tarfaya sueña, por ello, que la conexión con Canarias será el revulsivo que necesita la región para atraer más inversión, que acompañe los 521 proyectos de inversión ya en marcha o previstos, por valor de unos siete mil millones de euros. Pero Canarias también sueña, aunque en ocasiones no lo parezca. Sueña con su internacionalización, una aspiración largamente acariciada de la que, como el barco de Tarfaya, todos hablan desde hace muchos años y nadie termina de ver. Quizá este tiempo nuevo termine abriendo, de verdad, una ventana de oportunidades para que ambas regiones vean cumplidos por fin sus sueños.

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