La apertura de las puertas traseras trae el recuerdo de los prototipos que hace décadas no pasaban de engrosar la colección que los niños guardaban con celo en el tambor de detergente habilitado para tal uso. Se desplazan hacia arriba, como si fueran alas, como se observa en la fotografía que abre esta página. Suben muy verticalmente lo que evita problemas de espacio en la apertura. A la derecha de estas líneas, aspecto del vehículo totalmente cerrado y, más allá, el espacio que en cualquier automóvil estándar ocuparía el motor, aparece completamente vacío.