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"El coste de la transformación digital es más mental que económico"

Carlos Fernández Guerra imparte hoy la ponencia 'La importancia y oportunidades de las redes para tu futuro'

Carlos Fernández Guerra, ayer, antes de la entrevista. JOSÉ CARLOS GUERRA

¿Cómo se han convertido las redes sociales en una pieza fundamental de las empresas?

Antes la gente iba a las plazas y todos querían estar ahí para vender y relacionarse. Ahora, las redes sociales las han sustituido o complementado. Si la gente pasa mucho tiempo allí, todas las marcas quieren estar presentes.

Pero es un arma de doble filo, ¿cómo se logra el éxito?

Estando dispuesto a pagar peajes, que es hacer un buen contenido, mantener una relación de confianza, aportar utilidad, impactar, emocionar y generar empatía. Hay que saber escuchar, conectar y que sea una comunicación bidireccional.

Usted obtuvo el éxito gestionando las redes de la Policía, ¿pero cómo se venden kilovatios?

No vendemos. El objetivo es mantener una confianza, ya no con el cliente, sino con la sociedad.

¿Dónde se refleja esa conexión en la cuenta de resultados?

La reputación es siempre algo muy largoplacista. No es algo que se manifieste directamente en los resultados y sí en la gestión de intangibles. Es muy importante que la gente sepa que estamos ahí.

¿En un mundo que requiere inmediatez se pueden gestionar estrategias a largo plazo?

La estrategia sí, la táctica no. Antes la inmediatez la marcaban los medios. Las webs empezaron a tener mucha más relevancia y las redes han sido las que han destrozado a todos. Estamos viviendo esa ebullición constante.

¿Cuesta más conectar con usuario de Iberdrola que con el de la Policía?

Es distinto. Uno enciende la luz y no sabe el trabajo que hay detrás. La gente no le pone tanto valor como a los uniformes que ve en la calle y en la televisión todos los días.

Ahora más que nunca. ¿Cree que también son válidas para intermediar en conflictos como el que vive el Estado con Cataluña o afrontar las críticas que está recibiendo la Policía?

Es muy importante verlas como nexo de unión y no de separación. Es muy fácil destruir y cuesta mucho construir relaciones. Hay que buscar conexión con todos los ciudadanos y no solo con una parte.

¿Las empresas valoran en su justa medida las redes sociales?

Depende. El gran reto de la transformación digital es que la gente esté dispuesta a adaptarse.

¿No pesa también el coste económico de esa adaptación?

El coste es más mental porque la aversión al cambio es enorme. Somos vagos de mente y la adaptación requiere esfuerzo. Cuesta pensar que un plan de comunicación que se hace en octubre ya no es válido en enero. El mundo empresarial ha llegado, como mínimo, cinco años tarde, pero poco a poco lo va entendiendo.

Se ha convertido también en un importante nicho de empleo.

Es muy difícil que las profesiones dentro de diez años no estén ligadas al uso de las nuevas tecnologías. Pero somos tan tercos que se habla del derecho de desconexión cuando aún no estamos conectados. Queremos poner puertas al campo y lo importante es la integración.

¿Es miedo a la saturación?

Miedo a que la tecnología te domine a ti y no que tú la domines a ella. Habrá enfermedades laborales, pero que son retos que hay que enfrentar con naturalidad. Yo miro entre 600 y 800 veces al día el móvil.

¿Son las redes sociales la mejor carta de presentación?

La huella digital es la mejor y la peor carta, por eso es fundamental cuidarla de forma reactiva, evitando que pongan algo malo, y proactiva, para que salga lo bueno. Me sorprende que aún pidan el currículum cuando en Google se puede pillar cientos de cosas.

¿Es más peligroso un empresario que tenga una cuenta sin actividad o le dé un mal uso u otro que no tenga?

No todas las empresas tienen que tener redes sociales, pero las marcas sí. Yo prefiero mil veces equivocarme por haber hecho algo que por no haberlo hecho.

Donald Trump genera mucha polémica a golpe de tuit.

Para empezar, ha salvado a Twitter como eje de influencia absoluto. Ha sabido reírse de quien se reía de él. Supo cómo llegar al americano medio y el resto no supo verlo.

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