Usted llama la atención en sus conferencias sobre el reto de la longevidad y el bienestar y los escenarios en los servicios de atención ante los nuevos mayores, ¿cuál es ese reto?
El reto consiste en que en las circunstancias futuras y con los avances científicos que van encaminados a aumentar la longevidad habrá que compatibilizarla con un incremento del bienestar. En breve tendremos un fenómeno que he bautizado como Spanish oldie boom que ocurrirá cuando la generación del baby boom llegue a la edad de jubilación. Ocurrirá a partir de 2023 y hablamos de 14 millones de personas. El desmantelamiento del estado del bienestar no encaja, si seguimos así no habrá recursos ni dinero para atender a una generación que además será distinta a la de hace 30 años y que llegará a mayor con estudios universitarios y cuyas necesidades asistenciales serán distintas.
¿Qué puede ocurrir?
O los políticos empiezan a tomar medidas en serio con nuevos diseños de servicios y con un incremento presupuestario o habrá un crack del sistema.
¿Cómo podrá dar respuesta la administración?
La tasa de dependencia va a crecer exponencialmente, se va a disparar al 90%. En los próximos 30 años habrá una persona jubilada por cada persona que esté trabajando y eso es insostenible. Habrá que tomar decisiones políticas que quizá no sean muy populares.
¿Como retrasar la edad de jubilación?
No tanto eso como incrementar la población activa que es la que tendrá que sostener al resto. Y eso se hace fomentando la natalidad y/o la inmigración para hacer el sistema sostenible. Es necesario crear más trabajo para que la caja de la Seguridad Social crezca y tener acceso a una jubilación digna. Habrá que crear otro modelo de cotización con impuestos indirectos que aporten ingresos a esa sostenibilidad porque no va a haber suficientes recursos. El problema es que los políticos son cortoplacistas.
¿Existe ahora una cuarta edad?
Siempre la ha habido. Sería a partir de los 85 años. Hay que estirar los estereotipos porque hoy una persona con 65 ó 75 años se encuentra en plenas facultades físicas y mentales y no se le puede considerar un viejo improductivo que quede arrinconado porque eso es muy perjudicial. El declive ahora llega más tarde y eso va a generar una auténtica revolución cultural y social.
¿En qué medida benefician a este colectivo actividades de formación, talleres, cursos o similares?
En gran medida, es fantástico. Es una herramienta muy útil para poder seguir siendo productivo y útil de la mejor forma posible que es seguir aprendiendo. Soy un futuro alumno, tengo 47 años pero cuando llegue el momento quiero seguir activo mental y socialmente.
Las listas de espera para acceder al sistema de atención a la dependencia no son ágiles, ¿cómo podría subsanarse?
Con voluntad política, no hay otra manera. Deben destinar el dinero suficiente para que se pueda hacer uso del derecho que todos tenemos a acceder al sistema de dependencia. En los últimos años se ha invertido más dinero pero no es suficiente, hacen falta más recursos humanos, así que hay que invertir.
¿Habrá suficientes plazas públicas en residencias?
Públicas claramente no, existe un déficit y de concertadas también, que son las que pueden permitir los ciudadanos de a pie. Es muy importante que la administración pública asuma su responsabilidad y reformule las políticas sociales.
