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Entrevista | Carlos Enrile

"Hay millones de compras diarias vía web y las quejas por pagos son anecdóticas"

"Los reguladores de competencia deben controlar el mercado de plataformas como Amazon" , apostilla el experto en comercio exterior a través de la red

Carlos Enrile en una imagen de archivo. LP / DLP

Internet está democratizando en alguna medida el acceso a los mercados de otros países, permitiendo que vendan fuera incluso las empresas más pequeñas. ¿Qué oportunidades y riesgos supone exportar así?

Como todo en la vida, entraña oportunidades y diría que obligaciones. Hasta ahora la empresa tenía tres herramientas para salir a otros mercados: me voy yo solito a ver empresas, me voy con otras a una misión comercial o expongo en una feria internacional. Ahora tiene una cuarta herramienta que es internet. ¿Qué pasa con internet? Que si no lo hago yo, lo va a hacer otro. La empresa española tienen que aprender a conocer y a utilizar las herramientas de promoción por internet para encontrar mercados, porque mientras ellos no lo hagan los de otros países sí lo van a estar haciendo. Es ya una obligación para todos.

¿Qué es lo básico para exportar por internet?

Esto es un taburete con tres patas. La primera es que la pyme tiene que aprender a buscar información en internet del país al que quiere exportar, del mercado en ese país, de las barreras para acceder a ese mercado y sobre cómo encontrar clientes. La segunda pata es la promoción: tener una web bien posicionada en el país de destino y estarlo también en Google del país de destino. Estamos viendo que además de una web es preciso tener un canal de Youtube para ese posicionamiento. La tercera pata es el comercio electrónico, como canal de exportación.

El comercio electrónico avanza exponencialmente, aunque sigue existiendo un sector de la población que desconfía. ¿Existen también esas barreras en el caso de las pymes?

Sí y no. Sí quizás como empresa, para colocar sus productos y servicios, pero no como usuario. Cada Black Friday vemos cómo aumenta el número de personas que hacen sus compras por internet, y hablamos ya de gente de todas las edades. Es probable que el mismo directivo que no se atreve a hacerlo con su empresa lo esté haciendo para él, para su familia. Es una cuestión de tiempo. Los empresarios españoles tienen muchos defectos, pero también grandes virtudes. Una de ellas es que cuando se dan cuenta de que hay que adaptarse a algo nuevo ponen todas sus energías en ello.

En los canales tradicionales de exportación el riesgo de impago es un factor clave. ¿Es relevante en el caso de internet?

Le diría que no. Y le pongo un ejemplo: hay millones de compras diarias en Amazon y el porcentaje de quejas por temas de pago es mínimo. Evidentemente, hay riesgos, como todo en la vida, pero estadísticamente son anecdóticos. Es como cuando antes se robaban tarjetas de crédito físicas: le ocurría a gente, pero a muy poca gente.

Amazon es una colosal plataforma logística que, bajo ciertas condiciones económicas, permite exportar incluso a negocios minúsculos, pero apenas hay competidores en ese sector, como en el caso de Google, y eso remite a la posibilidad de prácticas monopolísticas...

Además de Amazon está Aliexpress [plataforma china] de su tamaño. Es un mercado dominado por una o dos empresas y eso nunca es bueno, pero esperemos que los reguladores de competencia de Estados Unidos y la Unión Europea controlen esas situaciones. Ha citado Google, que ya tiene multas en Europa por prácticas monopolísticas. Esperemos que la maldad que pueda tener una empresa la corrija el legislador. Pero también pasa una cosa: a Amazon no le interesa estropear la buena imagen que tiene, de modo que sabrá hasta dónde puede llegar a la hora de exigir a la empresa que trabaja con Amazon para que el negocio sea rentable para ambas partes.

¿Cómo está aprovechando España el potencial comercial de internet en comparación con otros países?

En esto hay una especie de paradoja española: hemos pasado de que muy pocas empresas usen internet para exportar a que haya muchas convencidas de hacerlo. La empresa se da cuenta de que tiene que invertir ahí. Evidentemente, Estados Unidos es el referente número uno y no estamos a su altura, pero ellos no pueden llegar mucho más lejos y les estamos alcanzando muy deprisa.

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