La visita del rey Felipe VI a Tenerife también ha servido para que el monarca ofrezca una pequeña recepción a Rafael del Castillo Morales, capitán retirado de la marina mercante y leyenda viva de la náutica en Canarias que durante décadas se convirtió, además, en el alma de la Rueda del Navegante, un servicio gracias al cual muchas personas que se encontraban en apuros en medio del mar pudieron recibir consejos e incluso ayuda que resultó vital en no pocas ocasiones.

El monarca, que fue regatista n de 1992 en Barcelona y que 25 años después continúa manteniendo una gran afición por el deporte de la vela, quiso con este gesto agradecer personalmente a Del Castillo Morales los servicios que ha prestado durante décadas a navegantes de todo el mundo pertrechado tan solo con una emisora de radio y muchas ganas de ayudar a los demás. Su padre, el rey emérito Juan Carlos, ya lo hizo en Palma de Mallorca en 1999, cuando le entregó una placa en homenaje a sus décadas de trabajo altruista socorriendo a las gentes de la mar.

La de Del Castillo Morales es una encomiable labor a medio camino entre la información meteorológica, los servicios de emergencias y el placer de la conversación, ese que tantos echan de menos cuando se encuentran en medio del océano sin más compañía que la de un emisor-receptor de radio. No todos conocen su cara, pero la gran mayoría de quienes han cruzado alguna vez el Atlántico pueden distinguir con claridad su voz, la misma que escuchaban cada medianoche y gracias a la cual sabían, por ejemplo, en qué trayectoria los vientos iban a ser mejores o cómo solucionar cualquier tipo de imprevisto a bordo.

Las vivencias de Del Castillo Morales con la Rueda del Navegante han sido dadas a conocer en una serie de artículos publicados por LA PROVINCIA / DLP. En estas páginas ha recuperado a lo largo de los tres últimos años las vivencias que más le marcaron al frente de la emisora, desde emocionantes encuentros hasta naufragios pasando por enfermedades e incluso casos de navegantes que en un principio parecían buenas personas pero que acabaron revelándose como narcotraficantes.