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Canarias reconduce al empleo y la formación a 38.100 'ninis' en cinco años

La mejora de la economía y la caída de la población reducen en un 35,4% desde 2013 el número de jóvenes de entre 16 y 29 años que no estudian ni trabajan

Canarias reconduce al empleo y la formación a 38.100 'ninis' en cinco años

Canarias aún tiene 69.300 jóvenes de entre 16 y 20 años que no cuentan con trabajo y tampoco se están formando, los conocidos como ninis. La cifra inquieta, pero se ha reducido notablemente durante los últimos cinco años, lo que abre una puerta a la esperanza. En el primer trimestre de 2013, eran 107.400, según el Instituto Nacional de Estadística. En este último lustro, la mejora de la actividad económica, el envejecimiento de la población y la emigración han permitido que 38.100 de ellos, un 35,4% salgan de esta situación.

El vertiginoso crecimiento del paro que propició la crisis económica golpeó de manera especial a determinados segmentos de la sociedad. Entre ellos, los jóvenes. La natural falta de experiencia se convirtió en muchos casos en una barrera insalvable a la hora de conseguir un puesto de trabajo. Más aún en el caso de quienes aparcaron su formación académica a cambio de contratos en el ámbito de la construcción que les garantizaban una entrada regular de dinero en sus bolsillos. Desinflada por completo la burbuja inmobiliaria, se enfrentaron a la dura realidad de contemplar cómo era imposible recuperar la condición de ocupados en la única actividad para la que tenían las aptitudes necesarias.

Volver a las aulas tampoco era, al menos en ese primer momento, una opción a tener en cuenta. Lo primero era exprimir al máximo todas las posibilidades de reintegrarse al mercado de trabajo. Había por delante dos años, en el mejor de los casos, en los que la prestación por desempleo permitía por lo menos intentarlo. Prácticamente ninguno lo consiguió. Entonces, con los ahorros, si existían, esfumándose y la esperanza a ras de suelo, pasaron a soportar el estigma del nini.

A su pesar

Los expertos advertían en aquel tiempo de que había un grupo notable que ni estudiaba ni trabajaba muy a su pesar, bien porque su situación familiar colocaba el hallazgo de una fuente de ingresos como prioridad inexcusable, o bien porque la estructura del mundo académico no guardaba sitio para ellos; era impensable pasar cinco años o más cursando estudios que solo transcurrido ese tiempo les permitían acreditar unos conocimientos susceptibles de destapar nuevas puertas en las que tocar.

El colectivo, además, engordaba con quienes terminaban sus estudios y buscaban su primer empleo. Los formados en ámbitos para los que existía demanda de mano de obra más allá de las lindes de las Islas contaban con alguna posibilidad de emigrar. El resto se convenció rápidamente de que su suerte estaba unida al resurgir del modelo económico occidental que acababa de saltar por los aires al calor de un desmesurado nivel de endeudamiento privado que alentaron la propia banca y los rectores políticos, el despilfarro de dinero público -cuando no directamente corrupto- en obras faraónicas con nulo interés para los ciudadanos y una labor cuando menos sospechosa de las agencias de calificación o rating, que no veían el peligro donde expertos independientes ya habían advertido desde años antes que solo quedaba un solar.

En medio de ese deprimente panorama surgieron voces ávidas de unir para siempre su nombre de experto al de este colectivo que tan difícil lo tenía. "Generación perdida" los quisieron llamar, pero el tiempo ha venido a demostrar que nunca se extraviaron, solo estaban a la espera de su oportunidad. La tasa de desempleo juvenil de las Islas -solo hasta los 25 años- es del 40,15% (36,34% en el conjunto del Estado), según la Encuesta de Población de Activa (EPA) para el primer trimestre de este 2018 conocida la pasada semana. Una cifra descomunal que debe contemplarse en el contexto positivo de la reducción vertiginosa lograda desde el dramático 69,69% que se alcanzó en el final de 2012.

Mirado desde la perspectiva contraria, el número de ciudadanos canarios que cuentan hoy con entre 16 y 29 años de edad y defienden cada día un puesto de trabajo es de 22.200. En los últimos cinco años, esa cantidad ha crecido en 7.400 o, lo que es lo mismo, se ha disparado un 50%.

El Sistema Nacional de Garantía Juvenil puesto en marcha por el Gobierno del Partido Popular (PP) para atajar el problema ha dado frutos. Se trataba de reactivar al colectivo, apartar de su vista los nubarrones negros y mostrarle que podía intentar ser dueño de su destino. Miles de jóvenes acudieron a la llamada para obtener una acreditación de conocimientos específicos. Si por ahí no lo conseguían, vuelta a empezar para continuar engordando el currículo a través de formación en otros ámbitos. Los cursos impartidos por colaboradores, como, por ejemplo, las cámaras de comercio se multiplican.

La creación de empleo resulta evidente. Cuestión distinta es la calidad del generado. No es posible sustraerse a la realidad de que un tercio de los contratos firmados en las Islas en abril duraron menos de un mes o que la cuarta parte no alcanzó la semana. Sin embargo, aun siendo importante la estabilidad, lo vital en este caso es recuperar a quienes llegaron a sentirse apartados para siempre. Una experiencia laboral, por corta que sea, sirve a este fin.

También el Servicio Canario de Empleo (SCE) dedica una parte importante de los recursos destinados a las políticas activas de empleo a la acreditación de competencias profesionales. El mecanismo es idéntico: convocatoria de cursos de formación más o menos intensivos y comprobación de la adquisición de las aptitudes por parte de los alumnos. A partir de ese momento, los jóvenes pueden acreditar ante las empresas a las que se dirigen para buscar empleo que están capacitados para el desempeño de las funciones que se demandan.

Tampoco es posible obviar que una parte importante de la reducción del número de ninis la han brindado el envejecimiento de la población y la emigración. Al terminar marzo, la edad de 336.000 residentes en las Islas estaba comprendida entre esos 16 y 29 años. En el mismo punto del año 2013 eran 343.100, por lo que 7.100 del total de ninis que han dejado de serlo en ese tiempo han salido de la estadística por alguna de las dos vías mencionadas; el 18,6% del total de 38.100.

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