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Una huella imborrable

En las calles de Dajla todavía quedan construcciones de la época en la que la ciudad, gobernada por España, se denominaba Villa Cisneros

Tapa de alcantarilla que pone "Villa Cisneros" en Dajla. LP/DLP

Las calles de Dajla, antigua Villa Cisneros, esconden decenas de construcciones y símbolos de la etapa en la que la ciudad estaba gobernada por España. Un mercado de frutas y verduras, una iglesia o un faro son solo algunas de las edificaciones que se mantienen en pie después de 46 años.  

Para muchos españoles ubicar Dajla en un mapa puede resultar complicado si no se especifica que se trata de «la antigua Villa Cisneros». Esta ciudad ubicada en la costa occidental africana estuvo bajo mandato español hasta 1976 y sirvió durante décadas a nuestro país como pasillo para el transporte marítimo. Ahora, gobernado por Marruecos, este territorio conserva algunas señas imborrables que mantienen viva la huella de España en el Sáhara. Basta darse un paseo por las calles de la ciudad para descubrir decenas de rincones históricos de la época española integrados en una sociedad que evoluciona y mira al futuro sin olvidarse de sus orígenes.

La península de Río de Oro fue el primer lugar en el que se estableció España en el territorio del Sahara Occidental, en 1884. Y además, se trata del lugar en el que se arrió, en 1976, la última bandera de España en la colonia.

Hoy todavía queda reflejado el paso de los españoles por Dajla a través de las construcciones civiles y militares, pero también en el perfecto español que hablan los más veteranos de la ciudad. A los jóvenes se les resiste un poco más. «Cada vez que pienso en esos años lo hago con nostalgia. Lo único que puedo decir es que vivíamos muy bien», recuerda un anciano en las puertas del último mercado de construcción española que queda en la ciudad. Mientras pasea entre sandias, aceitunas de todo tipo y especias, asegura que la región está creciendo «muy rápidamente» pero reconoce que «queda muchísimo por hacer».

Un faro, una cafetería y una iglesia, algunas de las obras que se mantienen desde la etapa española

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Precisamente uno de los sectores en auge es el turismo, concretamente el vinculado a deportes acuáticos, lo que ha provocado que la antigua Villa Cisneros se llene de pequeños hoteles en los que la bandera marroquí y la bandera española comparten espacio. «Los españoles siempre serán hermanos», afirma el anciano antes de continuar con su compra. Dajla es ahora un paraíso para los amantes del surf y del kitesurf. Y no solo se benefician los establecimientos hoteleros, también lo hacen las empresas de aventuras y restaurantes que se reparten a lo largo de esta ciudad. Su ubicación en pleno Sahara también atrae a los visitantes extranjeros que buscan experiencias diferentes como pasar la noche bajo las estrellas del desierto.

A finales del siglo XIX, la localización de la península de Río de Oro en la que se encuentra esta ciudad resultaba especialmente importante para dar apoyo a las tareas de la flota pesquera canaria. Todavía hoy la pesca es el sector que más importancia tiene en la región, y no hace falta asomarse a la costa para darse cuenta. Los pescadores andan por todos lados y las cañas de pescar asoman por las ventanas de muchos de los vehículos que recorren la ciudad.

Precisamente el último faro español situado en el promontorio de Arciprés Grande es uno de los puntos claves de pesca. También es un foco para los turistas de la región que se acercan a la zona para fotografiar la construcción que, aunque se mantiene en perfecto estado, requiere de una mano de pintura para resaltar las rayas negras y blancas que lo caracterizan.

El calor y las más de 3.000 horas de sol al año provocan que la vida en la ciudad se incremente con la caída del sol, pero a la cafetería restaurante Samarkand no le faltan clientes durante todo el día. Este local mantiene la estructura de la época española y se ha convertido en un punto de encuentro para los saharauis y para los turistas. «Cada vez que viajo a Dajla me paso horas sentada aquí tomando un té y mirando al mar, es una de las cosas que más me relaja del mundo», reconoce María Fernández, una clienta habitual de la cafetería.

La huella española llega a tal punto que en plena ciudad existen locales que sirven los típicos platos ibéricos. El restaurante Casa Luis, ubicado junto a la playa en el Boulevard Mohammed V, lleva décadas ofreciendo en su carta tortilla de papas y paella entre otros muchos platos. Esto lo ha convertido en un punto de visita para los turistas españoles que pisan Dajla. Muchos incluso se paran delante de su fachada para inmortalizar el momento.

Los visitantes también se paran junto a la última iglesia española de Nuestra Señora del Carmen fundada en 1953 y cuyo nombre, según los pobladores, no remite a una virgen, sino a Carmen Polo de Franco, esposa del dictador Francisco Franco. Aquí antes incluso las misas se daban en español. Está ubicada frente a una explanada casi desierta donde antes estaba el fuerte militar español que fue destruido en 2005 por el Gobierno marroquí con la intención de borra las huellas españolas en la región, a pesar de ser el edifico más antiguo del Sahara. Ahora hay una plaza con un gran monolito, representando el mapa de la península donde está ubicada la ciudad de Dajla.

Alcantarilla

Otro de los rastros que quedan del paso de los españoles por la ciudad se puede encontrar caminando por sus calles siempre que se vaya mirando al suelo. En una pequeña vía hacia la costa queda una tapa de alcantarilla donde puede leerse perfectamente «Villa Cisneros». Y en esa misma calle todavía existe un local, un «estanco» que pertenece a un español que se niega a vender el establecimiento y asegura que solo desaparecerá cuando él se muera. «No se va de vacaciones por miedo a que durante ese tiempo acaben con su negocio», asegura Fernández entre risas.

Los más veteranos de la región conservan el español, por lo que hablan y entienden el idioma a la perfección

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En 1976 el Ejército español abandonó el territorio de forma definitiva. Lo hizo precisamente desde Villa Cisneros, a bordo de tres buques y dos transportes aéreos. Y 46 años después las relaciones entre España y esta región africana han cambiado. Por su localización, en la costa del Sahara Occidental, Dajla se ha convertido en un enclave estratégico de partida de migrantes hacia Canarias. Desde que la pandemia comenzó a propagarse, y con la ruta mediterránea más vigilada, las Islas han sufrido una oleada migratoria.

Ahora con el giro de Sánchez sobre la cuestión del Sahara y su apoyo al plan de autonomía marroquí se abre una nueva vía para las relaciones con los territorios gobernados por el reino alauí. 

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