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Contaminación

Bruselas avanza en el veto a los vehículos térmicos para 2035

El Consejo de Medio Ambiente ratificará este martes la prohibición ya adoptada por el Parlamento | Alemania duda sobre su decisión

Trabajadores, en una fábrica de motores española. Albert Gea

El Ejecutivo comunitario avanza con paso firme hacia el fin de los nuevos vehículos de combustión para el año 2035. Si el 8 de junio fue el Parlamento el que avaló esta medida, este martes será el turno del Consejo de Medio Ambiente. Y, a juicio de la ministra española para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, Bruselas no se moverá un ápice de una posición que ha condenado la industria y que amenaza con la destrucción de uno de cada cuatro empleos que genera el automóvil en Galicia. “Nos estamos preparando para prescindir de los motores de combustión, no creo que haya cambios”, abundó la también vicepresidenta tercera del Gobierno en un acto organizado por Nueva Economía Fórum.

Lo que no está claro es que esta medida concite el respaldo de los principales países de la coalición comunitaria. El ministro de Finanzas alemán, Christian Lindner, arremetió esta semana contra los plazos estipulados en la propuesta de directiva, que fijan que no se podrán vender coches nuevos con motores térmicos desde 2035 y que éstos deberán dejar de circular para 2050. “Es una decisión equivocada”, apuntó, y defendió el uso de combustibles sintéticos “climáticamente neutros” para mantener los vehículos de combustión. Según un informe elaborado por PwC Strategy para la patronal europea de fabricantes de componentes Clepa, la transición a un modelo 100% eléctrico podría destruir más de 122.000 puestos de trabajo en Alemania.

“El suicidio industrial al que vamos a llevar a Europa, y particularmente a España, donde todavía las medidas van más allá, ponen de manifiesto que cada vez más organizaciones se suman a lo que Faconauto lleva denunciando desde hace mucho tiempo”, denunció este viernes en sus redes sociales el presidente de la patronal de concesionarios, Gerardo Pérez. “Esperemos que no sea la última voz –remachó, en referencia al propio Christian Lindner– y que el resto del grupo europeos, y particularmente los españoles, no se sumen a una iniciativa que generará una gran destrucción de empleo y que seguirá desindustrializando nuestro país y Europa”.

Una treintena de proveedoras de componentes asentadas en Galicia, que suman una fuerza laboral de más de 4.000 trabajadores, se dedican a procesos vinculados con los motores de combustión. En algunos casos, éste es el core de su actividad, de modo que deberán afrontar una plena transformación para evitar el cierre. 

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