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El ingeniero ‘mauritano’

El grancanario Borja Henríquez recibe la Medalla al Mérito Nacional de Mauritania tras diez años de trabajo en el desarrollo del país africano

El ingeniero grancanario Borja Henríquez posa con la condecoración concedida por el Gobierno de Mauritania. ANDRÉS CRUZ

Han pasado ya diez años desde que un todavía más joven Borja Henríquez llegó con su habla inglesa a un país en el que se comunican en francés y en el que nunca antes había puesto un pie. Hoy recibe llamadas de los más altos representantes de la nación mauritana para consultarle sobre cada proyecto.

Llegó a Nuadibú (Mauritania) cuando no había cumplido 25 años, pero con el convencimiento de que era el lugar en el que debía estar si quería poner en práctica todos los conocimientos de Ingeniería Civil adquiridos durante sus años de universidad. No niega que el primer día se le pasó por la cabeza la idea de retornar a su capital grancanaria natal, pero diez años después puede decir con orgullo que es el único español que, sin ser militar o diplomático, ha recibido la Medalla al Mérito Nacional de Mauritania.

Borja Henríquez ya no es ni Borja ni monsieur Henríquez en el país africano, sino «el ingeniero español». Reconoce que cayó «de pie» porque los jefes militares con los que se encontró para acometer la modernización del Puerto de la Marina Nacional de Nuadibú ostentan hoy cargos de poder, incluido el jefe de la República de Mauritania. Prácticamente se ha convertido en consejero personal de los gobernantes cuando se encuentran ante la puesta en marcha del proyecto para la construcción de una infraestructura pública.

El buen trabajo desarrollado por HS Ingeniería y Arquitectura, de la que es director general en Mauritancia, entre 2012 y 2016, le valió una llamada para encargarse de la rehabilitación del puerto militar de Nuakchott. «Incluí una piscina de entrenamiento, porque los jóvenes que reclutan de forma obligatoria en el desierto llegan sin saber nadar y eso no podía ser», explica el ingeniero grancanario.

El canario es el primer español que sin ser militar ni diplomático obtiene la distinción del país vecino

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Dos años le llevó aquel trabajo. Si dejó su casa por una facturación de ocho millones de euros, siguió allí cuando, mostrada su solvencia, lo consideraron para la rehabilitación del puerto de la capital mauritana, y eso fueron ya 25 millones. Lo mejor, sin embargo, estaba aún por llegar.

Las autoridades mauritanas tienen un plan para rehabilitar el deprimido sur del país, y eso incluye un puerto multifunción –militar, comercial, pesquero, astillro– en N’Diago. La megaobra está en su año final y supone 550 millones de euros. «Si quieres abordar obras de este calado, tienes que estar donde aún están por hacerse», señala Henríquez, el consejero al que el poder mauritano consulta antes de mover una piedra.

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