Martes 19 de mayo

Las Palmas de Gran Canaria

Duodécimo día de campaña electoral

Querido diario:

Además del de "gente", el otro concepto más manido en cualquier campaña electoral suele ser el de "cambio". Todo el mundo apela al cambio, ya sea para echar a los que estaban o para continuar y consolidar el proceso de cambio iniciado cuatro (u ocho, o doce...) años antes. Pero, miren por dónde, parece que entre estas elecciones y las próximas generales de fin de año las cosas pueden cambiar un pizco más de lo acostumbrado. Y eso responde a un proceso bastante curioso, que paso a detallar.

Pongámonos en situación: tengo para mí que parte de la estrategia de gestión de la crisis que empezara a barruntarse en 2007 consistió en desprestigiar a los trabajadores públicos para justificar recortes: controladores aéreos (un objetivo fácil, cierto), profesores, médicos... Y luego los mismos políticos que se aprovechaban del tópico del funcionario vago, y que en paralelo proclamaban que el ciudadano de a pie había vivido por encima de sus posibilidades, se sorprendían de que el bumerán se volviera en su contra.

Quédense por aquí, juro que voy a llegar a algún sitio. Hubo voces que alertaban sobre el riesgo de que el desprestigio de la clase política y el cabreo generalizado entre la población (el goteo de corruptelas se sumaba aquí al suplicio de la austeridad) tomaran una deriva peligrosa y populista. Lo que ha ocurrido, con el 15M de por medio, difiere de esas predicciones agoreras, pero sí que hemos dado el salto a un panorama que prima la inexperiencia política como valor positivo, en tanto que implica automáticamente tener las manos limpias.

Todo vale con tal de marcar distancias con aquellos a quienes un buen número de votantes ya no quiere ver ni en pintura: los integrantes de la "casta" contra la que lanza sus dardos Pablo Iglesias, o de la generación de vejestorios que ya no tienen derecho a gobernar, que diría Albert Rivera.

El problema para los dos partidos que están pescando en tales aguas revueltas, Podemos y Ciudadanos, radica en que presentarse en toda España a unas elecciones autonómicas y municipales como las del 24M supone un reto organizativo mucho mayor que unas europeas, o que circunscribirse a Cataluña y unos pocos lugares más, como había hecho hasta hace poco la formación de Rivera.

En otras palabras, ¿de dónde sacar en cuestión de meses tantos candidatos? A Ciudadanos las prisas le han jugado alguna que otra mala pasada bastante fea, mientras que Podemos ha optado por un sistema un tanto confuso de apoyar listas municipales "de unidad popular" sin ceder su nombre, lo cual puede provocar que el votante interesado pase de ellos. A propósito de lo cual, ¿qué otro partido progresista se presenta a las autonómicas bajo la denominación de Canarias Decide? Tic, tac, tic, tac...