Ha empezado la campaña electoral.

Y lo que todo buen periodista debe hacer en estos casos, si quiere ofrecer a sus lectores un análisis profundo y útil, es... bueno, abrir Twitter y ponerse a curiosear seguro que no, pero eso justamente es lo que me apetece ahora mismo, así que vamos allá. Hashtag #EleccionesGenerales2015. Proclamas: vota esto, vota lo otro. Lo de siempre.

Y entre tantos miles y miles de tuits, un perfil, @botpolitico23, llama casualmente mi atención. Se presenta así: "Soy un bot político en busca de amo al que servir. Para las #EleccionesGenerales2015, me vendo al mejor postor".

¿He leído bien? Había oído hablar de los bots políticos, cuentas falsas de Twitter gestionadas por gurús de la comunicación, que se emplean para dar mayor popularidad a un candidato o atacar al rival. Pero esto no tiene sentido, porque lo último que haría un bot es admitir que lo es, y menos aún ir anunciándose por ahí. Le pregunto: ¿Quién eres? ¿Pagas la cuota de autónomos?

¿Será posible? Demuéstrame que eres inteligente.

Eh... ahí me has pillado. Supongo que tendré que someterte a un extensivo test de Turing. ¿Sabes lo que eso significa?

Más o menos. Así que empecemos. ¿Qué te ha parecido el arranque de la campaña?

¡Venga ya! Con esa sarta de clichés no me vas a convencer.

Um... sigues sin salirte de los clichés. Y empiezo a sospechar cuál es tu ideología.

Pero una máquina inteligente, ¿no?

¿Y si tienes vocación de 'political advisor' de primera, por qué te conformas con ser un simple bot político?

Pues mira, ahí tienes razón. Me tengo que marchar ya. ¿Hablaremos mañana? ¿Me contarás tu historia? ¿Incluyendo cómo llegaste a ser un bot político inteligente?

Estupendo, ¡hasta mañana!

Continuará...