El debate de los aspirantes a la Alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria enfrentó a tres veteranos de la política -Juan José Cardona, Augusto Hidalgo y Pedro Quevedo-, curtidos en mil batallas pese a que todos rondan los cincuenta y pocos años, y cuatro candidatos emergentes -Carmelo Afonso, Ángeles Batista, Javier Doreste y Beatriz Correas-, conocidos en la actividad pública hace solo unos meses. Y se notó, para lo bueno y para lo malo. Frente a la firmeza de los primeros; los nervios de los segundos. Frente a la vehemencia de los experimentados; la ingenuidad de los recién llegados. Frente a los discursos repetidos hasta la saciedad de los representantes del PP, PSOE y NC; la frescura en el lenguaje y en algunas propuestas de los candidatos de CC, Unidos, LPGC Puede y Ciudadanos.

Una rápida encuesta entre el público presente, poco fiable porque la mayoría de los asistentes eran simpatizantes de alguno de los siete partidos, dio como vencedores a los tres veteranos, pero no por ko., sino a los puntos. No obstante, hubo quien se sorprendió con los planteamientos de Javier Doreste o Beatriz Correas.

Si se atiende a la actividad de los tuiteros, muchos de ellos camuflados entre las primeras filas, los más seguidos en la red fueron Cardona, Doreste, Hidalgo y Batista. El encuentro en el Club LA PROVINCIA generó 2.022 tweets de 149 autores diferentes, 1.909 durante la celebración del debate.

Los aspirantes a la Alcaldía capitalina llegaron bien instruidos por los asesores de campaña sobre el uso del tiempo y no se liaron con minuto disponible para explicar sus propuestas, tal como les ocurrió a algunos candidatos en el anterior debate del Cabildo. Incluso le sobraron algunos segundos. Por sorteo, le tocó romper el hielo al socialista Hidalgo, que se vio obligado a lanzar palabras e ideas al ritmo de ametralladora porque es bien conocida su costumbre de extenderse hasta el infinito en las explicaciones. Fue el único de los varones que llevó corbata y también el primero que cosechó aplausos al referirse al fallido proyecto del PP de la Gran Marina.

Le siguió Correas, que acudió con un manojo de fotos para mostrar la suciedad en Mesa y López y La Paterna, acusando tanto al actual gobierno municipal del PP como al anterior del PSOE. Quevedo fue en más reposado en sus intervenciones, que algo habrá servido hablar en la tribuna del Congreso de los Diputados, y bromeó con éxito al criticar las modas del PP de llamar halloween a las noches de taifas, shoping days a los días de compras o vestir a los tartaneros con el traje cordobés.

Cardona fue el más atacado, pero eludió el cuerpo a cuerpo y dividió su tiempo entre recordar las cosas que ha hecho en los últimos cuatro años y explicar lo que pretende hacer en los cuatro próximos si es elegido. Al nacionalista Afonso le tocó la peor esquina. Leyó mucho los papeles y fue el menos natural de los siete, aunque presumió de haberse curtido en el movimiento vecinal.

Ángeles Batista, fogueada en el último año en el Ayuntamiento como sustituta de Nardi Barrios, lanzó alguna puya al alcalde pero tuvo poca respuesta, mientras que Doreste entró a saco desde el principio y se ganó el aplauso del gallinero, donde se concentraba la muchacha de Podemos.