Era, por tanto, la cabeza más visible de esta área en España, hasta la asunción de las competencias, poco antes de su jubilación, por el Instituto Geográfico Nacional (IGN). Se trata, en cualquier caso, de un ámbito que "sigue sin existir como disciplina académica. No hay volcanólogos propiamente dichos", explica; "es una ciencia en que confluyen diversas disciplinas; yo mismo soy petrólogo de formación".

Vicente Araña Saavedra ha estudiado in situ ebulliciones volcánicas de medio mundo, y su intuición le da para quitarle hierro al asunto de El Hierro. "No hay una sola generación de canarios que no haya sabido de alguna erupción, por tenue que ésta fuere. Es lógico que se den e, incluso, que pasen inadvertidas, pues el territorio subacuático del Archipiélago es mucho más extenso que el que pisamos".

- Según usted, los movimientos magmáticos sólo se pueden prever en cuestión "de horas o de días, pero jamás en semanas". O sea, que, también en esta materia, 'si le digo, le engaño'... ¿Para qué sirve entonces un especialista volcanólogo como los que están en la isla de El Hierro?

- Ya digo que, como tal. no existe esa profesión. Sería como ser especialista en el universo al completo y en cada uno de sus detalles al mismo tiempo; pues, en el principio, la Tierra entera era volcánica, y luego, sucesivamente, cada volcán es un mundo. De ahí que tengan que confluir los más variados especialistas: sismógrafos, estudiosos de gravimetría, de gases, de rocas volcánicas... En cambio, sí existen los sismógrafos como tales y lo tienen aún peor en cuanto a predicción. Nos complementamos, pero trabajamos en sentido inverso, porque una erupción, al cabo, se puede prever con esa mínima anticipación de horas o días, mientras que los terremotos son, muchas veces, impredecibles. A ellos, más aún que a nosotros, se les trata como si fuesen 'hombres o mujeres del contratiempo', cuyo trabajo comenzara, tristemente, cuando ya todo ha ocurrido, Nada más lejos de la realidad, pues la función primordial de los sismógrafos es detectar las zonas más susceptible de seísmo para prevenir de los riesgos de las obras a los ingenieros.

- ¿Cuál fue su última expedición al pie de un volcán en ebullición?

- En Huan, una isla al sur de China, pocos años antes de jubilarme. Curiosamente, su morfología es como una mezcla entre Lanzarote y El Hierro. Me interesó mucho el modo en que analizan y se enfrentan allí a las ebulliciones magmáticas. Muy pocos saben que los chinos son punteros en la industria de instrumentos volcanológicos. Están muy avanzados en este campo, y muchos de los mejores aparatos que se emplean en todo el mundo, en Canarias incluida, son de tecnología punta "made in China".

- Usted ha dicho alguna vez que los volcanes tienen más vida interior que algunas personas, y que, incluso, gozan de una prodigiosa vida sexual...

- Eso es completamente cierto. Al Popocapepelt, por ejemplo, el emblemático volcán situado a las afueras del D.F, sus vecinos mexicanos le llaman don Gregorio. Y hay cientos de leyendas sobre aventuras sexuales y amores despechados entre volcanes y volcanas, a las que llaman así por su morfología más curvulenta o que evoca a los órganos femeninos. En algunos lugares, se suele decir que la erupción de un volcán obedece a que ha montado en cólera a causa de los celos, porque su volcana se la ha pegado con otro volcán...

- En general, ¿son más coléricos los volcanes que las volcanas?

- Su cólera está más documentada. Hay leyendas muy curiosas, como, por ejemplo, la relativa a la formación volcánica de Fuerteventura. Se dice que la causa de que allí apenas sí se han formado regueros de pequeños esbozos de volcanes, muy planos y alineados por la superficie, obedece a las huellas de un volcán muy grande que, enfurecido por los celos, salió corriendo a sumergirse en el mar y los pisó a su paso...

-Por seguir quitándole hierro al asunto, ¿es la vulcanología una forma de escatología? ¿En qué se parece, por ejemplo, una erupción volcánica a un eructo o un escape de gases anal...?

- A distinta a escala, son muy semejantes. Para empezar, ambos proceden de una vida interior. Y operan de forma parecida: se trata de una expulsión de gases y salmuera a partir de una energía que salta por acumulación. La diferencia es que nosotros, lamentablemente, no podemos prever nuestros gases con la misma antelación; ni, por supuesto, aguantarnos las ganas durante 20 millones de años... (Risas).

- ¿Cabe concluir que no son tan peligrosas, en general, las erupciones volcánicas?

- La experiencia me dice que son peligrosas sólo si hay gente cerca. Si no, son completamente inofensivas. El magma es como un bebé recién nacido: la tierra más joven y fértil que pueda concebirse. En realidad, los peligrosos son los humanos, que acuden a su vera para explotar esa mocedad del volcán; y, claro, el que juega con fuego, como mínimo, amanece meado...

- Pero, ¿lo normal es que los volcanes sean diabólicos o benefactores?

- Dependerá de las culturas. Para nuestros ancestros, los guanches, por ejemplo, el padre Teide era un símbolo infernal, representaba una perpetua amenaza. En otras latitudes, en cambio, constituyen la divinidad más fértil, como ocurre en Bali o en Hawai, donde se dice que la diosa Pelé está alegre si se agitan las faldas del volcán... En cuestión de volcanes, del fuego infernal a la luz celestial sólo hay un paso.

- Usted ha acudido a pie de fuego a muchísimas erupciones volcánicas del planeta, ¿qué anecdotario chispeante saca?

- He podido comprobar que, quizás por temor a no tener nada humano a lo que aferrarse, la gente suele echarle la culpa al Gobierno de las catástrofes naturales. Recuerdo una pintada, en un barracón a los pies del Etna, en Sicilia, que responsabilizaba a los gobernantes de la peligrosa erupción: "¡Porco goberno!". También he observado mucha picaresca en las operaciones de rescate, como en una evacuación en Bali; cuando llegamos habían arrasado con todo el material de salvamento, y le echaron la culpa a las fauces del volcán. Además, conservo una viñeta verdaderamente surrealista, a propósito de alguien que ve salir el magma, y, para su asombro, comprueba que la colada recién caída ya trae pisadas humanas...