Aunque los temblores de más intensidad hasta la fecha han producido desprendimientos, en el sismo de 4,6 grados sentido en la medianoche del jueves al viernes el gran estruendo sentido debido a la caída de piedras supuso un plus de nerviosismo para los habitantes del valle de El Golfo.

Aparte del susto y los nervios por el terremoto, Yuriy Mara Gutiérrez cuenta que desde su casa "se escuchó el estruendo de las piedras". Veinte minutos después de la medianoche, entre el jueves y viernes pasado, muchos eran los vecinos de El Golfo que se habían ido ya a dormir. Los más "afortunados" se despertaron a la mañana siguiente sin ser conscientes de que se había producido mientras dormían el temblor más fuerte hasta la fecha. Afortunados porque desde la reactivación del fenómeno sísmico en el noroeste de la isla cada temblor es, para el aguante de muchos, como una gota de agua que va llenando un vaso a punto ya de rebosar. El resto, unos se despertaron por culpa del temblor y a otros les sorprendió mientras veían la televisión, estudiaban o realizaban otras tareas.

Una de tantas personas que se sobresaltó con el terremoto es Yuriy Gutiérrez, una peluquera muy simpática y alegre de Frontera. Tiene su peluquería, en la que trabaja junto a su hija mayor, en la calle principal de Tigaday. El fuerte sismo del jueves la pilló en su casa de Los Mocanes y en su expresión se ve que la ha dejado tocada. Si ya es desagradable de por sí la experiencia de vivir un temblor de esa magnitud, en su caso la sensación se incrementa. Después de cada temblor "de los fuertes" que ha vivido en casa, puede escuchar perfectamente el ruido que hacen las piedras al caer por los desfiladeros de la zona de Guinea. La madrugada de ayer el estruendo no sólo se escuchó en zonas próximas al desprendimiento. La hora del sismo y el estado silencioso del mar, unidos a la especial acústica que ofrece el valle, ayudó a que el impactante ruido se sintiera en gran parte de El Golfo.

Afortunadamente para Yuriy su casa no está en la zona afectada por los desprendimientos pero confiesa que tiene una sensación muy rara. Se siente muy poquita cosa ante la fuerza de la naturaleza. Hace unos días mandó a sus hijos menores a Tenerife. Mientras la situación se aclara prefiere que a los pequeños no les afecte todo el ambiente negativo que se respira y más en el caso de alguno de ellos que está atravesando esa etapa en la que son una constante las preguntas sobre la muerte. Sobre la intensidad de los sismos comenta que, según ha ido pasando el tiempo, "hemos cambiado nuestra percepción de lo que es fuerte o suave. En agosto nos hubiésemos vuelto histéricos ante un temblor de tres grados y ahora muchas veces casi ni nos inmutamos".

José Ángel Hernández es todo lo contrario. El temblor le despertó y "con la misma" siguió durmiendo. No tiene el sueño tan profundo como su esposa, que se enteró del suceso a la mañana siguiente. José Ángel es copropietario de Autoescuela Frontera y comenta que la actual situación ha afectado a su negocio "no tanto como a otros sectores, pero sí que se ha notado". Antes tenía alumnos de Valverde y El Pinar que se desplazaban a Frontera por el túnel y que ahora la carretera de la cumbre no les parece una buena opción. J. Ángel está muy tranquilo y comenta también que "lo que sea, será" y ni siquiera ha preparado una maleta.