La sección oficial del 13º Festival parece abonada al drama cosido al pie de protagonistas desahuciados y con fecha de caducidad. El alemán Andreas Dressen ha fraguado una historia extrema en Halt aut freier Strecke/Stopped on the Track, donde un diagnóstico de cáncer cerebral a Frank, el cabeza de familia de 40 años, sesga el soporte vital del protagonista, bien trenzado por Milan Peschel, de su mujer y los dos hijos. La lucha contra la enfermedad irreversible es también la de su familia por aferrarse a una vida que se extingue ante sus ojos.

Con una mujer entregada al cuidado de un marido postrado cuya salud empeora conforme avanza un metraje que se hace excesivo para lo que hay que contar; una adolescente a la que poco inquieta el fin anunciado de su padre; y un menor que no acaba de asumir su condición de futuro huérfano, la cinta pone del revés la vida y el futuro de esta familia. Un sufrimiento ligado a la contención del dolor, a la paciencia infinita, pero que no menta la opción de una muerte digna, la que todos ansían para volver a la vida que perdieron.