Sergei Loznitsa, nacido en Bielorrusia en 1964, es lo mejor que le ha pasado en mucho tiempo al cine ruso. Desde que con su documental Blockade (2005) denunciase las atrocidades del cerco de Stalingrado, nunca ha permanecido en silencio ante los oscuros acontecimientos por los que ha atravesado la extinta Unión Soviética, y que le han permitido reflexionar sobre lo terrible de la condición humana.

Su cine y su figura han ido constantes en crecimiento: to-do lo que muestra en sus películas de no ficción, con material de archivo o rodado por él mismo, de gran riesgo poético y profundo compromiso social, es digno de la atención de quienes lo admiran y, claro, de quienes lo detestan por sacarle los colores a su país.

Loznitsa, a quien el certamen capitalino dedica una retrospectiva, es como todo cineasta que se precie controvertido, un divisor de opiniones. Y es que el universo del director bielorruso hace acopio de toda la desafección que encierran el paisaje y el alma rusa. My Joy, su primer largometraje de ficción, teje ondas concéntricas alrededor de un mismo personaje para reflejar una visión trágica de la sociedad rusa en aquellos rincones donde la bajeza, la corrupción y la ignominia permanecen ocultas y enraiza- das. La suya es una mirada descarnada y dolorosa, que se suelda al cine más testimonial, formato en el que ha encontrado las herramientas adecuadas con las que acometer sus historias negras.

En My Joy, los acordes de lo trágico tensan un drama llevado al límite, atestado de personajes sucintos, grotescos, mezquinos, humillados, ofendidos, los que están al final de la cuerda, los que han dado la mejor literatura rusa, que va de Dostoievski a Vasily Bykov, defensor de los derechos humanos en Bielorrusia. Con ellos Loznitsa fabrica una película absolutamente desgarradora. El estilo que impera es, por tanto, de sobriedad y limpidez no exento de cierto academicismo, con el que consigue evitar los excesos, encuadrándolos en una estética atemperada e inconmovible. My Joy plantea preguntas, siembra inquietudes y disipa falsas perestroikas.