El ciclo victorioso de la selección española estará siempre identificado, además de con su legión de centrocampistas ingeniosos y los goles de Torres y de Iniesta, con las paradas de Iker Casillas.

Nadie responde como él cuando la exigencia es máxima. En los grandes torneos, el madrileño siempre ofrece su mejor versión como si en esa responsabilidad encontrase el medio natural para desenvolverse. Nunca se le ve alterado y ofrece pocas noticias, pero cuando le llega la hora se convierte en el protagonista de la función.

Ninguno de los triunfos de España se hubiese producido de no mediar las manos o el pie de este portero que acaba de cumplir 31 años y que jamás decepciona. Concede goles ridículos a equipos como el Levante, Zaragoza o Sporting, fallos que no tienen especial significado a efectos clasificatorios ni minan su prestigio. Pero su rendimiento explota en las citas de verdad.

La lista de "milagros" de Iker Casillas volvió a ampliarse gracias a su antológica parada en el último partido de la primera fase de la Eurocopa ante Croacia. Apenas había intervenido en el juego, hasta que llegó la jugada trascendental, cuando Casillas respondió con su habitual potencia de piernas y sus reflejos. Despejó con las dos manos de forma violenta y disipó el peligro mientras media Croacia se echaba las manos a la cabeza preguntándose cómo demonios se les había escapado semejante ocasión.

La cosecha podía haberse iniciado antes, en el Mundial de 2002, aquel en el que el inefable Al-Ghandour apareció en escena en cuartos de final para expulsar a la selección que entonces entrenaba José Antonio Camacho. En la dura eliminatoria de octavos de final frente a Irlanda, Casillas fue determinante al detener a Harte el penalti durante el tiempo reglamentario que podía haber supuesto la eliminación española del torneo. El encuentro llegó a los penaltis y allí realizó dos nuevas paradas que clasificaron a España.

Eurocopa

En la Eurocopa de Austria y Suiza su papel se reduce al enfrentamiento de cuartos de final ante Italia. Un partido que nada tuvo que ver con el resto del torneo y que se arregló gracias al papel de Casillas. La memoria selectiva tiende a centrarse en lo que sucedió en los penaltis, pero en el segundo tiempo de la prórroga, Casillas despejó un disparo de Camoranesi y llevó el partido a los penaltis, donde volvió a ser esencial. Detuvo los lanzamientos de De RossiDe Rossi y Di Natale y España pudo avanzar en el torneo.

Su papel fue aún más espectacular en el Mundial que España ganó hace dos años en Sudáfrica. En los octavos de final ante Paraguay, Casillas rescató a España de lo que podía ser una tragedia cuando detuvo el lanzamiento de penalti a Cardozo a falta de apenas veinte minutos para el final del partido. Casillas recibió el consejo de Reina y el madridista hizo el resto. Detuvo el balón y poco después Villa conseguiría el gol que valía unos cuartos de final.

Antes del milagro ante Croacia, su último gran logro es posiblemente el que le hará inmortal. Final del Mundial de 2010 ante Holanda. Robben recibe un balón y galopa cuarenta metros solo contra Casillas. Toda la ventaja para el holandés que remata y ve cómo en el último momento el meta desvía con su pie derecho el disparo a saque de esquina. Una jugada que marcará su vida independientemente de lo que suceda a partir de ahora.

Iker Casillas es uno de esos porteros nacidos para jugar partidos grandes. Allí donde todos se esconden y sienten en bloqueo de la responsabilidad, Casillas aparece para reivindicarse. Los croatas también pueden hablar de eso.