Calor sofocante de una tarde de verano en Milán. La canícula que asfixia a media Europa tampoco da tregua en el taller de Giuseppe Pettinari, discreta oficina de reparación de motos con 50 años de historia. Es el humilde punto de encuentro con Jorge Lorenzo, "un ambiente motorístico", como sugiere el fotógrafo Stefano Triulzi para la sesión con 'il pilota'. [Nota: esta entrevista se realizó antes de las dos últimas carreras del Mundial].

Llaves inglesas, llantas, tornos, motores, cilindros, radiadores, un ventilador de pie que sopla sin fuerza, la cámara y él. A hora y media de su apartamento de Lugano (Suiza), el santuario donde se retiró para vivir como un monje y entrenarse como un espartano, Milán es el centro de operaciones de Lorenzo entre carreras, su meeting point para entrevistas y reportajes como el que concede al Magazine antes del Gran Premio de San Marino de Moto GP, el pasado 13 de septiembre.

La agenda repleta, entre grandes premios, entrenamientos, actos de patrocinio, compromisos comerciales y sus labores altruistas, apenas deja un hueco libre a Jorge Lorenzo Guerrero (Palma, 1987), bicampeón del mundo de MotoGP que persigue su tercera corona en pleno resurgimiento.

Cada vez está más ocupado. Acaba de lanzar la línea de moda Skull Rider, colabora con causas solidarias, recorre medio mundo para actos de patrocinio, aparece en programas de televisión... Podría parecer que se aburre con las motos, ¿o es que hay vida más allá?

No... Mi pasión son las carreras; es lo que me da la felicidad y me reporta la mayor parte de ingresos, así que les doy prioridad absoluta. Luego tengo la suerte de estar rodeado de un equipo de profesionales que me facilita el trabajo, y cuando tengo un momento de relax y la agenda me lo permite, intento poner mi pequeño granito de arena en la gente que no ha tenido la suerte que he tenido yo.

¿Qué le motiva más al bajarse de la moto?

Ayudar a los que conozco, a mi familia y amigos, para que estén lo mejor posible. También colaboro con entidades como la Fundación Anna Vives, de ayuda a personas con síndrome de Down, para transmitir que son muy capaces de hacer servicios y trabajos, y con los niños enfermos de leucemia del hospital de Sant Joan de Déu (Barcelona), llevándoles regalos e ilusión.

Un joven con inquietudes. En los últimos años también ha sido protagonista de una biografía, un cómic, dos documentales, un libro€ ¿Qué le falta por hacer, una película? Hubo un tiempo que quiso ser actor.

Ya no. Lo de la biografía con 20 años, más que repasar una carrera que era tan corta, fue una manera de que los aficionados me pudieran entender más, conocer mi modo de pensar, mis vivencias de aquellos años... Y lo de ser actor, ahora no pienso en eso; estoy muy centrado en las motos, para intentar ser mejor y ganar las máximas carreras.

Jorge Lorenzo es uno de esos deportistas que parece que lleven toda la vida en el negocio. De hecho, 14 temporadas en el Mundial de motociclismo -desde que debutó con 15 añitos recién cumplidos en el 2002- le convierten en uno de los veteranos del circo de las dos ruedas. Tras ganar dos títulos de 250cc e irrumpir en la clase reina con fuerza, codeándose con los mejores, Jorge se convirtió pronto en el piloto referente; el chico que en el 2010, en su tercer curso entre los grandes, derrotó al maestro, a Valentino Rossi, su espejo y admirado rival. No fue flor de un día. Al año siguiente fue subcampeón y en el 2012 volvió a vencer, arrollando.

Era el primer español que reinaba dos veces en la cilindrada mayor. Lorenzo estaba llamado a ser el nuevo rey león de MotoGP, el piloto que podía empezar a construir su imperio. Pero en el 2013 apareció un niño que hizo saltar por los aires las jerarquías, que se rió del establishment y cuestionó las creencias más elementales de la cilindrada reina. Marc Márquez instauró su reinado (2013-2014) de un modo despótico y arrinconó a los ídolos Rossi, Pedrosa y Lorenzo. Jorge se quedó sin su imperio prometido. Tocaba reconstruir el castillo. Ahora está en plena tarea.

En este Mundial 2015 se está viendo la mejor versión de Jorge Lorenzo. ¿Cómo vivió los dos años a la sombra del fenómeno deportivo y mediático que supuso Márquez?

Siempre creí en mí mismo. A veces eres un piloto más completo que en años anteriores, pero los resultados son peores. De un año a otro, las circunstancias cambian, y a veces no tienes el conjunto perfecto para que los resultados te acompañen. Márquez, por ejemplo, ganó en su primera temporada, y este año está muy alejado del liderato, pero seguro que ahora es mucho mejor piloto. Ser campeón del mundo no depende de uno mismo; dependes del equipo, de la moto, del motor, de la electrónica, las suspensiones, los neumáticos... Son muchos factores los que inciden. Como incide no tener mala suerte.

¿Qué le pasó por la cabeza cuando los resultados le daban la espalda?

Viéndolo en perspectiva, he tenido la suerte de haber hecho una carrera exitosa; he sido cuatro veces campeón del mundo (dos de MotoGP) y llevo más de 50 victorias. Pero también he tenido épocas muy difíciles, en que no salían los resultados. Y largas, además. Lo que más me reforzó la fe, para seguir creyendo, fue el pasado: haber superado antes situaciones difíciles me hizo pensar por qué esta vez no iba a ser igual.

¿Se aferró a la experiencia?

Sí, al hecho de entender que esto es deporte, que no compites solo, y que a veces te falla la moto, pero otras un rival está en mejor forma. Ni Jordan, ni Mohamed Ali, ni Pelé ni Maradona pudieron ser toda la vida los mejores. También vivieron momentos duros y les llegó la decadencia. Es ley de vida. Si los más grandes han tenido épocas malas, ¿por qué no voy a tenerlas yo también?

¿Cambió alguna cosa psicológicamente?

Cuando mejor me encontré fue cuando mi pilotaje era todo instinto, sobre todo desde Jerez. A veces nos preocupamos por mejorar aspectos del pilotaje y perdemos de vista que el instinto es la mejor opción. La esencia del estilo de pilotaje es lo que me hizo ganar títulos.

¿Qué es lo más complicado de no estar en la primera línea?

He tenido que trabajar más. No tenía especialmente presión, porque sabía que tarde o temprano volvería a estar delante. Presión tenía con 15 o 16 años, cuando no había logrado nada y por narices tenía que conseguir resultados para seguir en este deporte. Aquello sí era presión. Aunque, evidentemente, si no ganas, te falta algo en tu vida, no eres igual de feliz, aunque el resto de las cosas te vayan bien.

La irrupción de Márquez ha trastocado las jerarquías de MotoGP. Pero más allá de lo deportivo, también Marc les ha robado protagonismo, impacto social, admiradores y atención mediática. La batalla en la pista se traslada a las redes sociales: él ya le supera en seguidores de Twitter e Instagram, y usted tiene más amigos en Facebook. ¿Cómo ha vivido que un novato le eclipsara y le dejara en un segundo plano?

La verdad es que nunca me ha preocupado mucho si mediáticamente soy el más popular, o el segundo o el tercero. Incluso cuando conquisté los títulos de MotoGP, Pedrosa era más popular que yo, por tradición, porque llevaba más tiempo, por su carácter o porque salía más en televisión. Nunca me ha preocupado en exceso ser más o menos mediático. Ahora Márquez ha logrado dos títulos seguidos y mediáticamente está por encima de Pedrosa y de mí. A mí no me afecta.

Deportivamente, ¿Márquez le ha supuesto un plus de motivación?

Se llame Márquez o Gutiérrez, si te están ganando, el listón se pone más alto e intentas alcanzarlo, cueste lo que cueste. Si hubiese sido Rossi el dominador estos dos años, intentaría ponerme a su altura. En este sentido, es más fácil llegar a tu rival cuando tiene la misma moto, porque así no hay excusas de mecánica.

¿A quién le da más placer ganar, a Marc o a Valentino?

Me da placer el simple hecho de ganar, pero a ningún piloto en particular.

¿Hay algo que le guste de ellos?

Marc es muy ambicioso, siempre quiere ganar y ser el más rápido, y le da igual cuánto tenga que arriesgar para lograrlo. Eso puede ser muy bueno, porque arriesgar teniendo talento, como tiene él, te hace ir muy rápido y ser muy explosivo; pero también tiene sus riesgos. De Rossi destacaría su inteligencia encima de la moto, siempre está muy fresco para pensar mucho y analizar cuál es la mejor estrategia, y también fuera de la pista, como personaje público que se ha sabido crear y venderse de manera increíble.

¿Se ve muchos años en moto? Con 28, no sé si empieza a plantearse un plan de jubilación.

Soy aún relativamente joven, pero para ciertas cosas ya no estoy igual que con 20. Y con 30 y pico estaré más lejos. Pero la experiencia es un grado, cada vez soy más completo. Rossi está demostrando que se puede ser más competitivo que nunca con 36, incluso en una MotoGP tan física y de tanto nivel. Está sentando un precedente.

Sin embargo, es Lorenzo quien lleva toda la vida en moto. Literalmente. Su madre, María, transmitió genéticamente a Jorge la velocidad cuando lo gestaba en su seno: trabajaba de mensajera en Palma y, sin saberlo, a la vez que repartía paquetes paseaba a su futuro primogénito en un ciclomotor de 80 cc. Años después llevaría a su retoño a la guardería en moto. "Se ponía delante, en la Vespa que teníamos, y disfrutaba muchísimo". También su padre, Chicho, era de retorcer el gas, como piloto de motocross que fue en Galicia y mecánico que es. Fue su primer instructor, motivador y consejero. Pero Jorge voló pronto del nido. Con 14 años dejó Palma para ir a Barcelona e iniciar su carrera de piloto. Una vida singular, de self-made man, sin estudios, sin la protección del entorno familiar, que le ha conferido carácter y una fuerte personalidad.

¿De qué se siente más orgulloso al haber seguido su camino?

Me he tenido que hacer a mí mismo en muchos aspectos, me he ido reinventando, he tenido la curiosidad por aprender, y he ido mejorándome. Los niños que viven situaciones difíciles (sus padres se separaron cuando tenía 10 años) desarrollan más capacidad de sufrimiento. Genéticamente ya tengo un carácter fuerte y duro, pero lo que he ido viviendo estos años me ha hecho más fuerte aún.

¿Qué cree que es lo que más gusta de Jorge Lorenzo?

Depende de los ojos con que me miren. A algunas personas les puedo parecer hipócrita, y a otras, el tío más sincero del mundo. Mis amigos valoran que soy sincero y que digo las cosas de forma directa.

¿Y lo que menos?

Quizás también eso, que a veces soy demasiado directo y puedo ofender porque me sale de dentro. A veces no pienso cómo pueden recibir mi mensaje. Por eso intento cambiar la manera de decir las cosas de un modo más sutil. Y también soy muy perfeccionista, conmigo mismo y los que trabajan conmigo. Ese perfeccionismo a veces puede hacer daño, pero yo soy así.

¿Qué queda de aquel Lorenzo que tenía fama de chulito?

Todo en la vida está en la justa medida. Por cómo dices las cosas, puede parecer que eres así, pero en realidad no lo eres. He ido puliendo las aristas de mi carácter, y no creo que tenga mal fondo. Soy sincero, y esa sinceridad puede doler.

¿Qué falla en su comunicación externa cuando Lorenzo provoca sentimientos contrapuestos, de amor y odio, y a otros siempre los ven como los chicos simpáticos?

Depende. También hay gente a la que no le cae bien Márquez o Rossi. Otros a los que no les cae bien Pedrosa o Lorenzo. Hay gente para todo.

A Pedrosa, a Rossi o a Márquez no les han silbado...

Sí, es cierto. Quizás porque no los ven como un enemigo directo, o nunca han tenido ninguna discusión o guerra dialéctica como las he tenido yo. Lo de los silbidos de Montmeló se generalizó en exceso: empiezan tres o cuatro, se juntan 20, que eran los fans de Valentino, y parece que es toda la grada.

¿Cómo lo interpreta?

Para mí es buena señal. Si los fans de Valentino me pitan es porque estoy haciendo las cosas muy bien, porque me ven como un rival directo. Si tienes un carácter fuerte, te ganas más la animadversión de los que te ven como una amenaza. En Donington 2008, Stoner lideraba el campeonato, estaba delante de Rossi, y en un país anglosajón le pitaron. ¿Por qué razón?

Un colega escribía que "la telegenia traiciona a Lorenzo, los gestos no le acompañan".

¿Tú que crees? No he hecho nunca nada a nadie€ Siempre he sido un buen profesional, he corrido lesionado y recién operado, he intentado respetar al rival, hacer mi trabajo lo mejor posible. La razón de los silbidos es bastante clara.

¿Se arrepiente de algo? ¿Cambiaría su forma de actuar?

No me arrepiento de nada. La vida perfecta no existe, todo el mundo comete errores. Siempre he cumplido mis sueños y he hecho lo que me ha gustado, ¿por qué hay que arrepentirse? Claro que he cometido errores, pero nunca hice daño a nadie.