España no levantaba cabeza. Después de caer en octavos del Mundial de Alemania frente a Francia, la selección de Luis Aragonés no encontraba el norte. Perdida, sin identidad, en el Ramón de Carranza de Cádiz se la volvió a pegar, esta vez contra Rumanía. Aquel día de noviembre de 2006, lo más potable de la derrota de España por 0-1 fue la aparición en el panorama de La Roja de David Silva.

En aquel choque amistoso España tocó fondo. Sin embargo, el traspié -otro más- sirvió como punto de inflexión antes de alumbrar el inicio de la mejor selección española de la historia, que dio su primer golpe al llevarse la Eurocopa de Austria y Suiza en 2008. Desde aquel patinazo en el Carranza, donde Silva sumó su primera internacionalidad, La Roja consiguió enlazar 35 partidos sin perder -hasta las semifinales de la Copa Confederación ante Estados Unidos en 2009-. Los siguientes pasos, el primer Mundial en Sudáfrica y otra Eurocopa en Ucrania.

Una travesía que, con el accidente de Brasil de por medio, tiene como denominador común a un hombre: David Silva. El grancanario es junto a Iniesta, Fábregas, Casillas y Ramos, parte del grupo de supervivientes de aquella selección que empezaron a cambiar la historia de la selección en Cádiz. Ayer, casi una década después de aquel partido contra Rumanía, David Silva saltó al campo Stade de Toulouse para llegar a un número mágico, reservado para el club de los más selectos. Y es que Silva, en cuanto pisó el césped para abrir la participación de España en la Eurocopa de 2016, alcanzó las cien internacionalidades con La Roja.

Una cifra que está reservada solo para los mitos de esta selección. Silva es el undécimo futbolista que consigue llega a esta cifra, solo por detrás de Zubizarreta, Raúl, Casillas, Xavi, Xabi Alonso, Ramos, Torres, Cesc y Puyol. Parte imborrable de la mejor España de la historia, la efeméride lo hace ahora inmortal. 100 partidos que estarán marcados para siempre gracias a la victoria por 1-0 ante la República Checa.

Básico para Del Bosque

De las cosas que se presuponían sin miedo al error en las previas del mundo entero, estaba la inclusión de David Silva en el once inicial. Tras acabar la temporada lesionado con el Manchester City -en el partido de ida de la semifinal de la Champions League frente al Real Madrid-, Vicente Del Bosque mimó al '21' para que llegara en plenitud a la fase final de la Eurocopa. Básico en los esquemas del seleccionador, el futbolista de Arguineguín, colocado en la banda derecha, cumplió con notable en el debut de la selección en Francia.

Con Busquets al timón y Fábregas e Iniesta como volantes, Del Bosque apostó por posicionar a Silva en una de las bandas. Nolito por la izquierda y Morata en punta completaron el frente ofensivo de España. Comandados por Andrés Iniesta, amo y señor del encuentro, la línea de tres cuartos de La Roja se movió al antojo del manchego.

Ahí, cuando la magia del '6' sale a flote, la presencia de David Silva pululando cerca del balón eleva el juego de la selección. Las primeras ocasiones del partido cayeron precisamente de esa manera. Un pase horizontal entre líneas de Silva llegó a los pies de Iniesta que, con una apertura a Nolito, rompió la telaraña defensiva de la República Checa. El centro se encontró con Morata en fuera de juego, pero fue suficiente para enseñar el camino a España.

En la banda, Silva, aunque entra menos en juego, encontró un buen aliado en Juanfran. Las incorporaciones del lateral del Atlético necesitan un socio que comprenda el esfuerzo que implica subir y bajar la banda. Pero en la primera gran ocasión de España ante los checos, los papeles de la sociedad se tornaron. Juanfran fue quien asistió a Silva para llegar hasta línea de fondo. y sacar un buen pase con la diestra para Morata. El punta de la Juventus sacó un golpeo a bocajarro que desbarató Cech.

La conexión con Juanfran

A pesar de ello, Silva no conseguía entrar tanto en juego como en otros partidos. Su posición en un costado, la robustez defensiva de los checos y el exceso de hombres embotellados sobre el campo rival, obstaculizaba la fluidez de La Roja y mermaba la capacidad de sorpresa de David Silva.

Atascada, España solo encontraba algo distinto cuando el balón tocaba los pies de Iniesta, el mejor ayer de los españoles. La constancia del manchego contagió al resto. La conexión Juanfran Torres-David Silva volvió a generar otra ocasión clara para España. Lateral y mediapunta se alinearon otra vez para sortear el muro planteado por el técnico Pavel Vrba. Al filo del descanso, el de Arguineguín se plantó delante de Cech que achicó la portería para ensombrecer la capacidad de maniobra del '21'. Con el meta del Arsenal encima, Silva no encontró un hueco por donde poder abrir el marcador.

En la segunda parte, España arrancó a tope con el de Arguineguín como ejecutor en las ocasiones a balón parado. No obstante, su presencia en el juego se fue diluyendo junto con su condición física. Lejos de su mejor nivel en ese apartado, el paso del partido quebró sus piernas y capacidad de desborde. Algo que no está reñido con el talento. Porque de esa sustancia que divide a los jugadores terrenales de los divinos, la composición de Silva está por encima de la media.

Por eso, en cuanto se dejó caer por la media luna del área, Silva sacó la escuadra y el cartabón. Un par herramientas con las que trazó una asistencia perfecta para la entrada de Jordi Alba. La precisión de su pase no fue correspondido con el control del zaguero del Barça que no pudo dominar el balón cuando se plantó solo ante Cech.

El final del partido se acercaba y España seguía gastando sus últimas balas. La siguiente la malgastó el propio Silva. Con la selección volcada, el mediapunta del City no pudo culminar una buena jugada colectiva. Un pase de Iniesta llegó a la frontal del área, donde Silva recortó para colocarse el balón en su pie izquierdo -el dominante- e intenta poner el balón dentro de la portería de Cech. Desviado, el disparo se marchó por poco.

Fue la última ocasión clara de España hasta de Piqué de un testarazo certero a centro de Iniesta rompió el marcador para materializar la superioridad de La Roja. Todo con David Silva gastando hasta el último minuto de partido, muestra de la confianza que Del Bosque tiene en el grancanario. Una fe que España tiene en él desde hace diez años y que ayer se encontró con un número de leyenda: el 100.