La sal fue entre los siglos XVI y XVIII una industria con cierto desarrollo en Fuerteventura, con diversas explotaciones funcionando en zonas como El Marrajo, en el pequeño islote de Lobos, Gran Tarajal, La Hondurilla, en Caleta de Fuste, o El Charco en Puerto del Rosario, además de numerosos cocederos naturales que utilizaba la población para fines domésticos.

En la actualidad, la producción de sal en la Isla se ha visto reducida a la que se desarrolla en las salinas del Carmen, en el municipio de Antigua, después de que en el siglo XIX la introducción de los procedimientos industriales relegaran la producción prácticamente al olvido.

Adquiridas por el Cabildo majorero hace 15 años para convertirlas en el actual Centro de Interpretación de la Sal, las salinas del Carmen continúan produciendo este producto según el método tradicional, y han permitido mantener vivo el oficio ancestral del salinero. Gracias a un convenio entre el Cabildo de Fuerteventura y el Servicio Canario de Empleo (SCE), se pretende recuperar los secretos de la profesión donde dos desempleados aprenden este oficio ancestral en Fuerteventura.

BÚSQUEDA DE EMPLEO. La consejera de la Red de Centros y Museos del Cabildo majorero, Candelaria Umpiérrez, reconoce que "este convenio nos brinda la oportunidad de dinamizar las actividades que se desarrollan en la Red de Museos del Cabildo, pero sobre todo permite que muchos trabajadores en situación de desempleo puedan desempeñar un trabajo remunerado que les pueda ayudar en el futuro.

Resulta interesante para la institución saber que hay personas con formación que el día de mañana puedan entrar a formar parte de la plantilla si fuera necesario, o, lo que sería aún más recomendable, que estas personas pudieran potenciar el oficio desde la iniciativa privada".

La zafra de la sal se extiende entre los meses de febrero y octubre, aunque se puede extender a los meses de invierno si escasean las lluvias, lo que significa que en estos momentos, con el cambio de temperaturas, las salinas del Carmen se encuentran en proceso de plena producción. Desde que el agua se deposita en los tajos o evaporadores, desviada hasta allí desde los calentadores una vez que ha alcanzado la temperatura adecuada gracias a la acción del sol y el viento, hasta que el salinero recoge la sal, pasan entre unos 15 días y un mes. Una vez retirada del tajo, la sal permanece amontonada durante una semana en lo que los antiguos salineros llamaban balache, para, una vez seca, ser trasladada al almacén para su empaquetado.

Cada tajo produce entre 40 ó 50 kilos de sal, y cada día se retiran entre 200 y 400 kilogramos hacia el almacén. La producción en las Salinas del Carmen es de 70.000 kilos de sal al año, una cantidad muy modesta en comparación con las grandes compañías productoras, que no sería suficiente para abastecer siquiera a la población insular. Sin embargo, es de primerísima calidad, como han demostrado recientes estudios comparativos con la sal común. Los análisis bioquímicos realizados a la sal majorera, constataron que el contenido en yodo de la sal de espuma es con 8 ppm (partes por millón), cinco veces superior al normal.