Estamos con la voluntad de conservar nuestros recursos y que las generaciones que vengan después que nosotros puedan vivir con dignidad". No son palabras de un consejero de Medio Ambiente. Ni de un ecologista. Tampoco el extracto del prólogo de un libro institucional sobre la declaración de Fuerteventura como Reserva de la Biosfera. El que habla es un veterano marinero majorero, Juan Placeres, actual Patrón Mayor de la Cofradía de Pescadores de Morro Jable. La frase, en su boca, tiene el sabor del salitre. "Hemos hecho un gran esfuerzo para quitar artes y controlar, y lo hemos hecho por nuestra propia voluntad, así que no queremos que ahora venga nadie detrás y lo estropee todo y esto no valga para nada", dice. Por eso, como el resto de asociaciones pesqueras, reclama mayor control sobre el furtivismo y las prácticas ilegales de pesca.

Cerca, en Gran Tarajal, el rumor que se escucha es el mismo. También al norte, en Corralejo y el Cotillo. "Queremos que se resuelva el problema de la sobreexplotación pesquera. Hay mucho descontrol. Tiene que haber un futuro", expone poniendo mucho de sentimiento Juan Carlos Fragel, pescador de Gran Tarajal y hasta hace poco Patrón Mayor de la cofradía con sede en esta localidad a medio camino entre las inmensidades del océano y el jable. Explica que ciertas especies como la vieja poseen cierta capacidad de recuperación, pero que si no se ponen medios puede ocurrir que en pocas décadas sea preciso recurrir a los libros, a las fotografías y a los relatos de los abuelos para explicar a los niños qué es un mero o un abay. "Y eso sería triste...".

Placeres localiza dos 'frentes' fundamentales sobre los que habría que actuar. Por un lado, cita a los barcos de recreo y deportivo que, en la práctica y ante la falta de mayor vigilancia, pescan más de lo que tienen permitido y, además, lo venden de manera irregular, en ocasiones directamente a los restaurantes, lo cual supone una evidente com- petencia desleal y con los dos pies fuera de la legalidad. Pero asegura que también hay pescadores con licencia profesional que no respetan las reglas del juego que se han marcado para no convertir las aguas de Fuerteventura en una prolongación del desierto terrestre. Son aquellos que hacen uso de artes ilegalizadas en Fuerteventura como el palangre, las nasas o la pesca de cerco. "Esta gente hace daño de verdad", advierte.

Las cofradías entienden que los medios para hacer frente a la marea de furtivismo e ilegalidad no está ni mucho menos a la altura de las necesidades. Según Placeres, la embarcación de la Guardia Civil no da abasto, aunque matiza que los efectivos hacen todo lo que está en su mano y atienden a sus alertas con la mayor de las premuras. El consejero de Pesca del Cabildo de Fuerteventura, Antonio Mesa, indica que la Viceconsejería de Pesca del Gobierno de Canarias tiene previsto adquirir varias patrulleras para este fin en un plazo breve y que se confía en que al menos una de ellas se destine a Fuerteventura.

Vuelve a suceder lo que tantas veces caracteriza a las buenas intenciones en Canarias con respecto a la protección de los recursos naturales y, en este caso, pesqueros: sobre el papel todo está perfec- tamente definido, debidamente reglamentado y compartimentado. Pero, a la hora de la verdad, faltan elementos reales para evitar que no se transformen en papeles mojados y, en este caso, también ensalitrados.

Alrededor de 140 barcos de bajura afrontan cada día en Fuerteventura la odisea atlántica. Su sueño es que la aventura continúe.