La muerte de 13 paracaidistas durante las maniobras militares Maxorata, celebradas en Fuerteventura en abril de 1972, sigue marcando a los vecinos del pueblo de Tefía, en el municipio de Puerto del Rosario, treinta y nueve años después de aquella tragedia, que se rememora como una jornada sangrienta.

A primera hora de la mañana de aquel fatídico 11 de abril de 1972 despegaron desde la Base Aérea de Gando rumbo a Fuerteventura cinco aviones DC3 con 90 paracaidistas pertenecientes de la Bandera Roger de Flor. El fuerte viento ya se hizo notar durante la travesía por los movimientos bruscos de los aparatos.

Cuando las aeronaves volaban sobre los llanos de La Laguna o Lomos de Cuchichafe, las rachas de vientos eran intensas. Así lo atestiguan los vecinos y testigos consultados por este periódico que coinciden sobre la situación meteorológica en aquel día. Cuando comienzan a lanzarse los paracaidistas de la 1ª Compañía, aunque el primero en saltar fue el capitán García Valiño, se precipita la tragedia. Los soldados comienzan a ser arrastrados por las fuertes corrientes de viento y volteados por el paracaídas sobre piedras y paredes durante varios kilómetros. La mayoría de los que saltaron murió en el acto en su impacto en tierra. Otros cayeron sobre algunas higueras y árboles con sus cuerpos totalmente destrozados.

Alfredo Peña refrescaba su memoria, en un testimonio desgarrador, que recogió a dieciocho soldados. "Uno de ellos se estampó contra la esquina de mi casa. Caían como chinches. Fue dantesco, pues encontré a uno sin cabeza, que se la arrancó de cuajo", explica Peña. "Aquella imagen todavía no la he podido olvidar. Fue un día muy duro para todos". Jamás se olvidará que encontró esparcidos por la zona " muchos restos de piel, huesos de las quijadas que se arrancaron con los golpes en las piedras. Las enterré". Un día de viento y sangre.