El entierro del joven asesinado el pasado miércoles en Puerto del Rosario, Cristian Santana Guerra, se convirtió ayer en un autentico duelo de dolor y rabia acumulada. El silencio que reina en el tanatorio Cira Ruiz de Puerto del Rosario se rompió con los llantos de amigos y familiares donde se vivieron escenas de dolor.

Cristian Santana encontró la muerte a manos de su amigo David L. J., que tras maniatarlo con un cintillo supuestamente le asestó varias puñaladas, una de las cuales le atravesó el corazón. Y todo, según fuentes próximas a la investigación, por una deuda de 100 euros y con la intención de robarle dinero. También acuchilló presuntamente a la pareja del fallecido, Maddison Wrixon, quien se recupera en el hospital de las heridas sufridas.

Los padres de Cristian, José Francisco, aunque le conocen como Bernabé, y Dolores Guerra estaban sobrecogidos por el dolor. Al igual que el único hermano del fallecido, Ernesto José, que junto a sus abuelos, José Santana y María Dolores Marrero, llegaron desde Gran Canaria junto a varios familiares. No pudieron contener las lagrimas durante todo el recorrido del vehículo fúnebre, aunque la emoción se desbordó al introducir el sepulturero accidental, Javier Armas, el ataúd en el nicho.

Asistencia

Al entierro asistió el alcalde de Puerto del Rosario, Marcial Morales, así como una representación de la cadena hotelera Barceló, tanto responsables como trabajadores, dado que el padre del muchacho fallecido trabaja como cocinero en un establecimiento ubicado en la zona turística de El Castillo.

Uno de los momentos de mayor conmoción la protagonizaron los amigos de Cristian quienes lloraban sin consuelo y se abrazaban entre sí. Uno de ellos, señaló, en voz baja al paso del féretro " el no se merece estar ahí".