El vecino Luis Cabrera abre todos los sábados el pozo de La Matilla para que los majoreros recojan sus aguas naturales. Conocidas por sus propiedades medicinales, porque contienen bicarbonato, entre otros minerales, para sus habitantes son un manantial de salud y riqueza. Aunque parezca increíble en pleno desierto majorero La Matilla (Puerto del Rosario) regala todas las semanas cientos de litros de agua a los majoreros. "Yo llevo muchos años al cargo del pozo y según los mayores nunca se ha secado", confiesa Luis Cabrera.

El pozo tiene 26 metros de profundidad y de su interior se desprende un halo de misterio con el reflejo del agua y el eco en su seno. Su bondad y silencio invitan al visitante a mirar el paisaje infinito que lo rodea. Así como a recordar su historia, que habla de una Fuerteventura sedienta.

Según los vecinos más mayores del pueblo, el pozo se perforó aproximadamente en 1940, aunque La Muda siempre ha llorado agua. De las filtraciones internas de la montaña se llena este pozo insaciable, y sus fuentes limpias tras su restauración aguardan arriba a los senderistas.

De hecho el abastecimiento de agua a Puerto Cabras en 1950 fue posible gracias a las catas de pozos. Desde La Matilla una tubería conectaba con el pozo de Tetir y de ahí se bombeaba agua hasta la parte alta de Puerto Cabras para abastecer a los residentes. Posteriormente, se construyeron los depósitos de La Herradura para aprovechar también el agua de lluvia.

Según el técnico de Medio Ambiente del Cabildo Insular, José Antonio de Vera Lima, el norte majorero es muy rico en fuentes naturales. Asegura que antiguamente era habitual ver a las familias acudir con el burro hasta ellas para recoger agua para sobrevivir y para el hogar. "Hay muchas fuentes en la zona de Tetir, Tefía, La Matilla y Las Parcelas, entre otras, y que todavía recogen agua cuando llueve", afirma.

Otro vecino de Vallebrón (La Oliva), Domingo García Camacho, insiste que su pueblo también es conocido por sus magníficas fuentes de Tababaire. "El problema es que están abandonadas y están abiertas, beben las cabras que pastan sueltas, aunque es una lástima porque se deberían reformar, y servirían para el consumo humano por su gran calidad", apunta Domingo.

Pepe González Domínguez reside en La Matilla, y reconoce que de toda la vida se ha bebido de este manantial. "Siempre se ha dicho que era la mejor agua de toda la Isla, y antaño cuando llegaban las fiestas era muy solicitada para cocinar el puchero porque es muy rica y potenciaba su sabor en los guisos de legumbres", añade González.

También para Rufino Rodríguez Morales se ha convertido en un ritual levantarse todos los sábados por la mañana y trasladarse desde Tetir a La Matilla con sus garrafas. "Me parece una suerte y una gran riqueza que tengamos en Fuerteventura un pozo tan excelente en pleno desierto", advierte. Además, según Rufino hoy es posible gracias a que se ha conservado muy bien el pozo y se ha protegido del exterior con una casa propia.

Desde Tefía acude a este caserío norteño, imitando a sus padres y abuelos, Víctor Gabriel Hernández. "En mi casa siempre se ha conocido el pozo de La Matilla y sus propiedades saludables, por eso las nuevas generaciones conservamos la tradición de venir a por ella, y no se debe perder", insiste.

Por su parte el encargado del pozo, Luis Cabrera, apostilla que lo más importante es que el caudal se extrae con un mecanismo rudimentario y se recoge en un depósito de mil litros con varios grifos en la calle. "Es algo muy artesano y muy útil, y durante toda la mañana sacamos cientos de litro para que nadie se vaya sin su garrafa".

Un agua de fuerte sabor la hace inconfundible para los majoreros, aunque sigue siendo todavía desconocida para muchos residentes.