Fuerteventura recuperó ayer su santuario submarino. La Virgen de la Peña, patrona de los majoreros, regresó ayer al fondo del mar en aguas de Caleta de Fuste, municipio de Antigua, tras quedar sepultada bajo la escollera del muelle deportivo otra réplica sumergida hace 46 años. El acto estuvo rodeado de una enorme emotividad porque se hacía justicia a la petición de muchos vecinos de los municipios de Puerto del Rosario y Antigua para reponer la imagen. El gran ausente fue el cura grancanario Leonilo Molina, ya fallecido, verdadero propulsor de esta iniciativa en 1967 junto a un grupo de feligreses. Sin embargo, hubo un recuerdo especial para su figura.

Esta nueva iniciativa estaba impulsada por las concejalías de Festejos y Turismo del Ayuntamiento de Antigua en colaboración con la Escuela de Buceo Deep Blue y se convirtió en uno de los actos más significativos del programa de las fiestas de la localidad turística, así como la exposición fotográfica sobre la sumersión llevada a cabo el 8 de octubre del año 1967, cuando apenas se atisbaba el desarrollo turístico de Caleta de Fuste.

El artesano Pepe Melián fue el encargado de tallar dos imágenes de la Virgen de la Peña, de 50 centímetros y realizada con texturón naturpiedra y con un barniz especial de alta resistencia. Una será colocada en un futuro en un pequeño altar en las cercanías del castillo, ya que la anterior fue robada el pasado mes de agosto por unos desconocidos y que hasta el momento no ha sido identificados ni por la Guardia Civil ni por la Policía Local de Antigua. La segunda fue sumergida en el fondo del mar y atornillada a un bloque de cemento.

La emoción se desbordó ayer por algunos momentos en el muelle de Caleta de Fuste. Allí, numerosos feligreses siguieron primero la misa y posteriormente no solo la procesión de la imagen sino la inmersión de la Virgen con sentimientos encontrados.

46 años después de la primera iniciativa nadie encuentra una explicación a la nula sensibilidad de la empresa que construyó el muelle deportivo que sepultó con los escombros para la instalación de la escollera la imagen que pesaba 450 kilos. Curiosamente también fue tallada por Pepe Melián, fundida en plomo por José Lavandera y bendecida por Leonilo Molina. La Virgen fue entonces sumergida a ocho metros de profundidad y a 25 metros de la orilla. Durante años la zona se convirtió en un santuario marino para submarinistas y pescadores.

Muchas fueron las iniciativas para recuperar este santuario destruido por la voracidad del cemento y el turismo. Sin embargo, a pesar que en alguna ocasión se llegó a recaudar 200.000 pesetas, no ha sido hasta ayer cuando la Virgen ha recuperado su trono bajo el mar.