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Amor salvaje por 'Pitufa' y 'Susi'

Un vecino de La Asomada se gasta 14.000 euros en pleitos judiciales para recuperar a sus monos incautados

Guillermo Bravo muestra las jaulas donde tenía las monas en su domicilio, en el barrio de La Asomada. FUSELLI

Guillermo Bravo, vecino de La Asomada, ha invertido cerca de 14.000 euros en procedimientos judiciales para recuperar a Pitufa y Susi, dos hembras primates que vivieron durante 15 años en su casa, y que fueron retiradas por agentes del Seprona hace cuatro años.

Los agentes de la Guardia Civil se incautaron de estos monos cercopitecos en noviembre de 2010, denunciando que el propietario carecía de documentación para albergar especies protegidas y que los animales se encontraban en deficientes condiciones higiénico-sanitarias.

"He batallado por ellas, porque para mí son como de mi familia. Lo he dicho siempre y lo sigo manteniendo: los sentimientos que una persona pueda tener con un animal los sabe solo la persona", aseguró Bravo, que desde hace cuatro años se ha adentrado en procesos judiciales para recuperar sus mascotas.

Tras pagar una multa de 1.500 euros, sanción que se le aplicó en el año 2004 por tener los animales sin documentación, y recurrir sin éxito las denuncias por infracción de la Ley de Protección Animal, Guillermo ha agotado la vía judicial. "Vivo con una ayuda de 426 euros, pero aun así pagué un abogado y aguanté un proceso extenso; incluso he ampliado las jaulas, porque en su día me dijeron que habría posibilidades de recuperar los animales", señaló Bravo.

Los agentes de la Guardia Civil procedieron a la incautación de las monas en el domicilio de Bravo, en la Asomada, en el término municipal de Puerto del Rosario, en noviembre de 2010, tras haber verificado que el propietario no disponía de los papeles oficiales, y que los animales no tenían las condiciones de habitabilidad adecuadas.

"Me arrollaron", asegura Bravo, que señala que mientras conversaba con uno de los agentes, sus compañeros procedieron a capturar las dos monas. Además, añadió, que "entraron de forma muy bruta, con una paleta, para llevarse a los animales". Además, recuerda, que una de las monas incluso mordió a un agente en un brazo. "Salió sangrando, las monas estaban nerviosas y una llegó a morderle en el brazo derecho: no sé cómo no fue de inmediato a un hospital".

Los animales se encuentran en la actualidad en el parque zoológico de La Lajita, en el municipio de Pájara, único centro de acogida para especies exóticas rescatadas en la isla y lugar en el que fueron depositados por el Seprona en el momento de su incautación.

El informe levantado por el personal veterinario del Parque constata que ambos animales presentaban "signos de malnutrición, deficiente condición corporal (peso muy bajo)" así como "graves estereotipias o trastornos en el comportamiento. El personal del zoológico señala que es habitual encontrar estas dolencias en animales decomisados, que "se deben en gran parte a la falta de conocimientos veterinarios de los particulares que los poseen".

15 años de convivencia

"La primera mona la compré en Puerto del Rosario, en una tienda de animales de la calle Carrascosa: me costó 25.000 pesetas, y me fui como quien compra un pájaro, sin factura, sin papeles. Yo no sabía que necesitara papeles", relata Guillermo.

Bravo adquirió el primer cercopiteco en 1995, y dos años más tarde encontraría al segundo: "la mona estaba suelta en la calle y destrozaba todos los árboles. Una vecina llamó a la policía, pero cuando llegó la policía yo ya la había cogido", cuenta Bravo, que asegura que los agentes de la Policía Nacional le permitieron llevársela hasta que fuera reclamada por su dueño.

"Para cogerla, metimos a mi mona en un palomar que había en aquella calle, y pusimos plátano y comida para que la otra entrara. Y así fue: luego entré yo, la agarré por el cuello y el rabo y la metí en un saco para que no me mordiera", recuerda.

El dueño de las monas señala que los animales eran juguetones e inquietos, y que en el día a día hacía gran esfuerzo por cuidar de ellos y limpiar sus jaulas, pero niega que fueran animales agresivos: "Todos los días mi hijo salía desde aquí a Los Estancos en bicicleta, que hay casi dos kilómetros, y llevaba a la mona en el manillar para jugar con los otros niños. No era un animal peligroso, esa es la prueba", señala.

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